“…Iba a terminar y me recordé de la olla de presión que le regalaron a Nemesia, la avispada de mi mujer, para que estuvieran más rápido las caraotas, no se le ocurrió otra cosa que ponerle un “ladrillito” encima de la válvula de presión para que ésta aumentara, explotó durísimo, la tapa y los granos pegaron del techo, de vaina no la mató, no sé porque lo de éstas las elecciones se me parecen tanto a eso”.
Jorge Puigbó
Sentado en la blanda comodidad de un viejo sofá que ha soportado mi peso durante años, contemplo como la noche se abate contra los edificios de una ciudad que envejeció junto a mí, realmente envejecimos juntos. Pienso en cuántos muchachos venezolanos estarán en otras ciudades extrañas sin poder ver el Ávila humedecido y verde. Crecerán huérfanos de él, adoptados por paisajes diferentes y gente indiferente. Mientras cavilo sobre esta patria que se deslíe poco a poco, abro un sobre de manila que me trajo la conserje hace rato, enviado desde los andes y acompañado como es costumbre de un paquete bien envuelto, amarrado con un guaralito amarillo. Como supuse, adentro encontré una carta nueva del primo Eleuterio, cuya lectura me absorbió de inmediato. Por ser muy actual, sin más trámite les refiero lo más sustancioso de ella, con su léxico particular y su sapiencia:
“Apreciado primo, el adjetivo extrañado no debe ser suficiente para definir cómo se debe sentir usted al recibir una nueva carta tan rápido, romper costumbres no es lo mío, pero estaba embuchado con tantas noticias que necesitaba desahogarme. Usted sabe que los tiempos cambian y las circunstancias obligan, como decían antes y no es para menos, el país cada día está peor, la gente ya no sabe ni qué hacer con su vida y es que, por fin entendieron que todo se debe a la economía, a un sistema que no funciona y al ladronismo, hay mucha gente, pariente, que está haciendo las maletas y cuando se vayan esto se terminará de hundir, recuerde lo que decía la vieja tía abuela Pancha: “después de ojo sacado, no vale Santa Lucía”, pero pareciera que a muchos no les importa y le digo una cosa, no es pesimismo, la gente se equivoca con esta palabra, ella define a un sentimiento que se deriva y se siente, al contemplar de una forma racional una situación o circunstancia que no se puede definir de otra forma que de pésima, ¿me entiende lo que quiero decir?, no es una actitud “a priori”, como decía mi maestra de latín de segundo año, sino derivada, así pienso yo. Esta “lavativa” va para largo; fíjese primo que yo no entiendo como después de más de veintiséis años de una dizque revolución, todavía digan que no han terminado de hacerla, ¡Válgame Dios!, no se dan cuenta de que fracasaron, que esa “vaina” no sirve para nada, que no han podido crear en lo absoluto y sí han destruido lo que había costado años construir, todo eso lo que da es una braveza tremenda, ¡ah!, se me olvidaba que todavía hay gente medio “toches” pensando que ellos van a retomar la revolución para enderezarla, ya que estos no lo hicieron bien, es una obsesión ideológica, ellos piensan que aplicando el mismo sistemita lo harán mejor, o sea, actúan igual que el amigo del compadre José Vicente, usted sabe, el de tierras calientes, el fulano alquiló hace años unas tierras, bien buenas para sembrar por los lados de Ejido, no eran muchas, pero sí fértiles y con una casa vieja, pero bien construida, con agua, luz y todo, fíjese que el hombre es medio bruto, por eso se tropieza una y otra vez con la misma piedra y vuelve a pasar el condenado y se da de nuevo, bueno la cuestión es que le desbarataron toda la propiedad, tuvo que gastar un dineral para repararla y lo peor es que, viene ahora y nuevamente se la vuelve a alquilar a unos sobrinos de los inquilinos anteriores, unos muérganos peores que todo el pueblo conoce, qué cosa esa no, qué manía la de no recordarse de lo que pasó y dejarse convencer a pesar de lo curtido, da pena. Así funcionan las cosas en este país, me recuerdo cuando era joven aún y don Constantino, su tío y mi padre, que Dios lo tenga en su santa gloria, prendía aquel radio alemán que funcionaba con tubos, no existían los transistores, y era de marca Grundig, lo mejor que había, decía el viejo con orgullo mientras arreglaba la antena de alambre que posibilitaba la recepción, bueno es el caso que desde temprana edad cuando las ondas hertzianas estaban de buenas se podían oír las noticias con un poco de ruido, como de lluvia, lo cual fastidiaba bastante cuando el tiempo se ponía malo y había interferencia, se acuerda que usted y yo, cuando nos dejaban, oíamos la radionovela aquella de Tamakún, “El Vengador Errante”, la cual supe después que fue creada en los años cuarenta por un famoso escritor cubano llamado Armando Couto, quien era Doctor en Filosofía y Letras, bueno, la cosa es que, de esa novela radial nació una frase: “Se le escapó a Tamakún por debajo del turbante”, quiere decir que siempre hay alguien más vivo que uno, la cito porque se hizo famosa en esos tiempos cuando Cuba era libre y porque me enteré de ella hace un tiempo al leerlo en alguna parte y ahora me sirve para aplicarla a lo que voy, a lo que quiero decirle, este país en vez de ir para delante, va para atrás como el cangrejo, en los años cincuenta la dictadura nos castigó duro y luego en los sesenta en esa radio oíamos los discursos políticos que a don Constantino le gustaban mucho y yo por supuesto, a mí, ni me preocupaba un carajo, era más sabroso estar con los amigos jugando trompo, pero fíjese, aún a pesar de eso, cuando ponía atención y escuchaba la chachara en la cocina, me enteraba de las promesas que hacían los líderes porque el viejo las repetía muy ilusionado. La cuestión pariente es ver donde quedaron todos esos sueños y donde estamos ahora, ¿Qué le parece?, sumidos en una total incertidumbre y con una tarea por delante que aquellas doce que tenía que cumplir Hércules, o Heracles, como lo quiera llamar, se quedaron pendejas al lado de lo que tienen que afrontar los venezolanos. ¿En qué momento se perdió el rumbo? ¿sería el torrente de dinero que arrasó con la moral y cambió nuestra conducta?, pasó como los ríos crecidos que se llevan los conucos del pobre campesino, o a lo mejor, fueron las ideologías las que nos dividieron y se convirtieron en una especie de religiones que están por encima de las personas, llevándonos al fracaso. Le digo que la coyuntura política está como la del anciano Rafael, el de Mucuchíes, dolorosa y con pocos remedios. Ahora, al fin, llegamos a la frase creada por los cubanos, referida a Tamakun y aplicable hoy a los venezolanos que como ellos creyeron, y creen, saberselas todas y desgraciadamente siempre hay alguien más inteligente, hábil, inescrupuloso o violento que termina “jodiendolos”, es historia. Iba a terminar y me recordé de la olla de presión que le regalaron a Nemesia, la avispada de mi mujer, para que estuvieran más rápido las caraotas, no se le ocurrió otra cosa que ponerle un “ladrillito” encima de la válvula de presión para que ésta aumentara, explotó durísimo, la tapa y los granos pegaron del techo, de vaina no la mató, no sé porque lo de estas elecciones se me parecen tanto a eso”.
Su primo Eleuterio
PD: Le mandé unas poquitas cositas de las que tenía en la casa.
Jorge Puigbó