Hoy, el desafío de reducir drásticamente el nivel de pobreza y de pobreza extrema ocupa el primer lugar en la agenda de las preocupaciones nacionales.
Venezuela está viviendo, desde hace unos cuantos años, un espectacular proceso de empobrecimiento de su población. Entre 1980 y el año 2000 la pobreza se duplicó y la pobreza extrema se triplicó. El proceso en lugar de revertirse con el advenimiento de la llamada Revolución Bolivariana se incrementó de manera escandalosa. Hoy, el desafío de reducir drásticamente el nivel de pobreza y de pobreza extrema ocupa el primer lugar en la agenda de las preocupaciones nacionales.
El tema de la pobreza no solo es una cuestión de injusticia social y un problema para la conciencia moral del país. Se trata también de un problema económico. La economía funciona sobre la base de la ley de la oferta y la demanda.
En donde prevalece la pobreza no hay demanda y por tanto no puede progresar la economía. Pero, además, la pobreza es un problema que afecta la situación política. No puede haber estabilidad democrática, ni de ninguna otra naturaleza, en donde prevalece la pobreza. Fue la pobreza la que provocó el desmoronamiento de la monarquía absoluta en Europa y particularmente en Francia. La famosa frase atribuida a la Reina María Antonieta lo dice todo: -Sino tienen pan, que coman tortas-. Fue la pobreza la que se llevó en Venezuela a la democracia y a sus instituciones.
-A un pueblo que tiene hambre no se le puede pedir que se inmole en la defensa de la democracia-. Tampoco se le puede pedir que se inmole en la defensa de la Revolución.
Enfrentar y superar el problema de la pobreza en nuestro país debe ser una prioridad en la agenda del gran Consenso Nacional que estamos promoviendo desde hace unos cuantos años. Superar la pobreza supone, entre otras cosas: cambiar al gobierno, reactivar la economía, generar empleo y mejorar la educación.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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