En las entrañas de la Venezuela actual, marcada por la opresión y la persecución, se gesta un trabajo tenaz por recuperar la democracia en el país. En medio de las sombras impuestas por un régimen autoritario, el clamor del pueblo venezolano se hace escuchar con fuerza, desafiando las adversidades y alimentando la esperanza de un mañana mejor. Hoy, quienes anhelamos un cambio político en Venezuela somos una clara mayoría.
La búsqueda de la igualdad, el progreso, la libertad y la justicia, ha sido el estandarte de esta resistencia, un viaje lleno de obstáculos y sacrificios, pero también de coraje y determinación. A pesar de las amenazas y represiones, la voz del pueblo no ha cesado, al contrario, ha cobrado fuerza, manifestándose en cada espacio, en cada acto de valentía que desafía al régimen opresor. No importa qué instrumentos autoritarios implementen, jamás lograrán que nos rindamos en nuestro deseo de vivir en un mejor país.
De esta manera, las elecciones presidenciales del 28 de julio no solo representan un ejercicio de derechos cívicos, sino también una oportunidad histórica para manifestar con contundencia el deseo de cambio y la voluntad de construir un país donde la libertad y la dignidad sean valores irrenunciables. No obstante, la reconstrucción de Venezuela no se limita a un evento electoral, es un proceso continuo que requiere la participación activa de todos los ciudadanos. Es necesario persistir en los distintos espacios, enarbolar las banderas de la justicia y la igualdad, y rechazar cualquier forma de tiranía que pretenda arrebatar nuestros derechos fundamentales.
En esta travesía hacia la reconquista de la democracia, cada venezolano es un héroe anónimo, un trabajador por la libertad que enfrenta la adversidad con la convicción de que un futuro mejor es posible. La resistencia se teje en los lazos de solidaridad y unidad, en la determinación de no ceder ante la injusticia y en el compromiso de trabajar incansablemente por el bienestar común. Todo este tiempo nos han guiado los valores cívicos y democrático, y ante cada intimidación, respondemos siempre con civismo, con la legalidad y lo establecido en la Constitución Nacional. Este es el camino para recuperar nuestros derechos.
No hay espacio para el desaliento ni la resignación. Cada paso, por pequeño que parezca, nos acerca un poco más al renacimiento democrático que tanto anhelamos. Juntos, como pueblo unido y decidido, podemos vencer la oscuridad y alumbrar un nuevo amanecer para Venezuela. La acción de cada uno de nosotros es importante, cada acto suma para nuestra causa democrática.
El destino de nuestra nación está en manos de todos. El futuro nos convoca a ser protagonistas de nuestra propia historia, a forjar un país donde reinen el progreso, la justicia y la libertad. Que la resistencia sea nuestra fuerza y la democracia nuestra guía en este camino hacia la plenitud y el renacimiento de Venezuela. Cada vez estamos más cerca de alcanzar nuestra meta.
Stalin González