La celebración en el mundo cristiano de la fiesta de la Semana Santa encierra una profunda simbología vinculada al cambio constructivo y positivo en la vida del ser humano. Una simbología presente permanentemente en la existencia del hombre con sus misterios abordados por la religión, filosofía, mitología y poesía.
Es la enseñanza mayor que nos deja Jesucristo cuando se sacrifica por la redención de la humanidad cuando afronta estoicamente la terrible tortura de la crucifixión, el mayor castigo aplicado por el imperio romano a los delincuentes y rebeldes en los territorios que colonizaban.
Morir para vivir por medio de la resurrección individual y colectiva. Por eso el misterio de la mística proeza de Jesús estriba en que muere para hacernos libres. Aunque parezca una paradoja lo hace en nombre de la vida. Un acto dialéctico en que lo uno se transforma en lo otro.
En consecuencia, la Semana Mayor no es resignación ni conformismo ante el diario viacrucis que padece el hombre desheredado y la opresión de las formas sociopolíticas de totalitarismo de izquierda o derecha.
Por el contrario el Salvador representa la lucha contra la injustica en sus diversas formas para liberar al hombre de sus congojas. Es un ser excepcional que sacude la conciencia del hombre ante las injusticias.
El Hijo de Dios es cambio como la mariposa para alcanzar el desarrollo pleno en lo personal y social. La rebelión contra los que sumen al hombre en la pavorosa miseria y le niegan la felicidad., que es negarle libertad.
El Redentor lo primero que nos dice es que “La verdad os hará libres”. Para luego formular su retadora invitación cuando dice “Seguidme y dejad que los muertos entierren a sus muerto”. Verdad y vida se juntan en su obra y ejemplo.
Nos enseña que la paz y justicia no caen del cielo ni son obra fácil. Ambas se lograrán luchando a fondo contra poderosos intereses porque siempre tenemos que luchar por su conquista a veces a un precio muy caro por los que le han arrebatado la dignidad.
Porque el pedazo de tierra que poseemos lo defendemos nosotros, como nos enseñó el digno y humilde padre Rosales en sus magníficos talleres de crecimiento personal.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11