La vida diaria en el país implica un despliegue total de todas las destrezas adquiridas por cada ciudadano en su formación individual, cuyo valor es puesto a prueba al enfrentarse a los desafíos que implica gestionar algo tan básico como el pago de un servicio, donde lo institucional no existe y la sobresaturación siempre va hacer una constate, dejando el espacio para que la mística civil siempre prevalezca y se logre con éxito lo gestionado. Lo cual, siempre deja anécdotas que nos pueden permitir entender lo que nos une, aquellos valores sociológicos compartidos que sirven de base para delinear nuestro presente.
Asimismo, va quedando un bagaje como aprendizaje constante de una Venezuela que reclama a gritos su “apropiación” porque el espacio público no puede estar en orfandad; es necesario que la ciudadanía tome el control de los espacios comunes, ahí la política puede hacer su despliegue y comenzar a transformar lo que está en crisis, aquello que nos afecta a todos por igual si lo dejamos de fiscalizar, los venezolanos requieren de un espacio público vivo, que pueda dar respuesta oportuna a las demandas de la ciudadanía; donde los servidores públicos gestionen de la mejor manera las soluciones a los problemas en general.
Por otra parte, no se debe desligar la acción política de mayor prioridad que necesita el sistema político, como es el sufragio porque el instrumento que da mayor energía a una sociedad en la posmodernidad es el voto, el cual es capaz de dar viabilidad a un plan nacional en pro de la superación de sus problemas comunes, los cuales requieren amplios consensos para su correcto abordaje y con la voluntad de las mayorías expresada y contabilizada en forma de votos, una nueva Venezuela puede ser realizable.
En resumen, partiendo de las cosas más básicas que nos unen podemos iniciar en un año electoral, la construcción de un nuevo rumbo que cubra todas las demandas pospuestas y sea una transición realista, ante una crisis que al día de hoy sigue amenazando con desplazar a más venezolanos fuera de las fronteras nacionales, porque simplemente los medios para alcanzar un mejor futuro fueron expropiados por ideologías muertas. Lo que simplemente es inaceptable, porque el país actual es “un préstamo momentáneo a las futuras generaciones” que merecen heredar una Venezuela próspera con infinidad de oportunidades para todos sus ciudadanos.
Finalmente, es preciso decir que la posibilidad para la construcción de un mejor futuro nuevamente toca a nuestras puertas, la narrativa madre que todos deberíamos repetir es aquella donde se dibujan las oportunidades provenientes de lo aprendido hasta ahora. Se necesita comenzar con una negación total de la realidad circundante, porque el nuevo paradigma que nos surja de dicho ejercicio será una síntesis de lo que realmente es una aspiración general, la política es la actividad humana encargada de construir el futuro y Venezuela requiere de políticos con la altura que el momento país les reclama.
Eduin Adjunta
@adjunta90
