“El hombre logrará transformarse en el súper hombre que cree ser solo cuando logre vivir sin temores”
Nietzsche
Nos mudamos de una etapa a otra contentos, tristes o frustrados por lo que atrás se va quedando. Sin lugar a dudas que hasta el hombre más seguro siente miedo ante esta realidad. De una pobre mortaja a una llena de pompas, no hay distinción que ponga a cada uno de los que la visten por encima del otro.
En la vejez el mayor deterioro físico se va haciendo evidente, la felicidad y optimismo van desapareciendo. Lo importante en esta etapa no es cómo se logra ser feliz, sino cómo ganarnos la felicidad. Para nadie debe ser una vergüenza sino un privilegio poder llegar a viejo. Los años acumulados son para el ser humano como el vino que cuanto más tiempo permanece en las barricas es más añejo y mayor es su calidad.
Por mucho que luchemos contra el tiempo, todos, absolutamente todos llevamos un viejo dentro, igual el que bien ha aprendido la lección como el que lucha acudiendo a cirugías, a menjurjes, a brujos, o aplicarse embriones anti vejez. Aunque esto último consuele no detiene el avance del tiempo, como tampoco se detiene en los animales ni en la misma naturaleza…
El rendimiento normal que con los años va disminuyendo, hunde a algunos en el conflicto espiritual de no encontrar respuesta a sus por qué tiene que sentir sus fuerzas disminuir. Solo logrará salir de ese campo de temores con la fuerza de su voluntad aceptando que se hace viejo. El sabio Marco Porcio Catón Padre de las letras, empezó a estudiar griego a los ochenta años, Giuseppe Verdi creó y entregó al mundo musical la obra escrita por Shakespeare “Otelo” a sus setenta y cuatro años (Otelo es un clásico de la Literatura Universal) tema relativo a las relaciones del ser humano, a sus alegrías y a sus conflictos. Giuseppe Verdi compuso su mejor obra “Ave María” a sus ochenta y cinco años. La doctora Rita Levi Montalcini, quien ganó el premio Nobel de Medicina 1986, vivió 105 años. Hasta el final de sus días fue investigadora. Decía a sus alumnos: No se puede tirar la toalla ante los asaltos del tiempo, convirtiéndose en el triste personaje que se niega a aceptar que la única posibilidad de vida sana y grata es manteniendo las ganas de hacer algo, no arrastrando la vejez como si fuera el bulto más pesado de la vida.
Tener la vida es una labor perenne que hay que realizar cada instante, cuya tarea dura hasta el final. Si hemos podido ser lo bastante valientes para afrontar todos los pasos, las trampas, ingratitudes e inconvenientes de la vida, encontraremos muchas otras cosas qué hacer que nos beneficiarán, cuando no haya más remedio que retirarnos de la escena, donde por años fuimos imprescindibles.
La mente activa es un seguro para la vejez y el corazón para avivar los sueños. “Porque hay hombres que luchan un día y son buenos, hay los que luchan un año y son mejores, hay otros que luchan muchos años y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
Amanda Niño P.