Sin lugar a dudas, este es el mejor momento en la carrera política de María Corina Machado (MCM). Fue electa la candidata presidencial de un importante sector de la oposición, más no el único. Tiene pendiente consolidar su liderazgo que es cuestionado por otros sectores de la oposición venezolana a quienes MCM tampoco reconoce. Ella no puede claudicar en su lucha contra la inconstitucional inhabilitación de la que ha sido víctima, pero eso no le da razón ni derecho para afirmar que sí la candidata no es ella, cualquier otro candidato es de Maduro.
Desde Barinas, el gobernador Sergio Garrido, dijo: “No nos vamos a parar por María Corina Machado, escogeremos otro candidato”. Garrido personifica el éxito de una decisión pragmática y oportuna que se tomó en tiempo real cuando Freddy Superlano -el candidato de la PUD a la gobernación-, le fue desconocido su triunfo, el CNE repitió los comicios pero lo inhabilitaron a él y también a su sucesora para que no pudieran competir y ganar. En protesta, la PUD hubiese podido llamar a la abstención. Sin embargo, para capitalizar electoralmente el enorme rechazo al candidato oficialista, el candidato inconstitucionalmente inhabilitado se hizo a un lado y apoyó a un candidato de otro partido, Sergio Garrido, quien finalmente se alzó con la victoria de la oposición en el emblemático estado de Barinas, la tierra donde nació Hugo Chávez, el líder de la Revolución.
Pero según MCM, en Barinas Sergio Garrido resultó ser el candidato que Maduro quería que ganara las elecciones y por eso lo dejó competir. Dijo MCM: “Ya lo vivimos aquí, mucha gente habla del caso Barinas donde Maduro inhabilitó al candidato que había ganado, después a otro y después a otro, y terminó quedando un candidato, un gobernador, que hoy es absolutamente afín a Maduro, sigue la narrativa del régimen, promueve sus ideas y planteamientos”. Por ese camino, MCM se terminará peleando y alejando de sus aliados de la PUD.
Su principal asesor político, Carlos Blanco, posteó en la red social X: “MCM no va a ser sustituida; ella expresa la voluntad nacional que no puede, ni debe, ni va a traicionar.” Y agregó: “es la depositaria de un sagrado mandato popular”. Siguen hablando como si los dos millones y medio de personas que participaron en la Primaria de la PUD equivalen al 100 % del REP que, según la última actualización, supera los 21 millones. La votación obtenida por MCM en la Primaria equivale a un 10% del padrón electoral. No es la voluntad nacional. Y descalificando a los otros sectores de la oposición no lograrán sumar los votos que se necesitan para ganarle a Maduro, quien tiene un potencial de votos de 25 % en las encuestas.
Para MCM y sus asesores, “el ejemplo que Barinas dio” no aplica en su caso. Niegan tajantemente esa posibilidad: “No existe, la opción de que ella resigne su candidatura no es aceptable”. Una y otra vez han dicho: “Nosotros no tenemos Plan B, que no sea el Plan A. (…) es indispensable la habilitación de María Corina.” Si no tienen Plan B, ¿Qué van hacer cuando llegue el 25 de marzo y MCM no se pueda inscribir en el CNE? ¿Van a desconocer las elecciones? ¿Llamarán a la abstención? En EEUU, un grupo de congresistas plantea que Washington debe desconocer cualquier ganador electoral de un proceso que excluya a MCM. Y una resolución del Parlamento Europeo plantea que no se reconocerán las elecciones ni los resultados electorales si no se respeta la participación de MCM.
Pero es tan grande el rechazo del candidato oficialista en las encuestas (75%) que -aun cuando MCM no sea la candidata-, una oposición unida en torno a un candidato de consenso tiene las mayores probabilidades de ganar. Pero si MCM se empeña en que si no es ella no es nadie y sin ella como candidata no hay elecciones legítimas, se estará reeditando el error de 2018, cuando una oposición incapaz de ponerse de acuerdo en torno a un candidato único y unitario se presentó dividida y otro sector decidió llamar a la abstención, convirtiendo así en mayoría la menor votación que recibió Maduro, en comparación con las Presidenciales de 2013.
Un líder no se obstina en imponer su candidatura inhabilitada, a riesgo de perderlo todo. Comprende a tiempo las trampas y obstáculos insalvables que le impone su adversario y traza nuevos caminos. Actúa con sensatez y no se deja llevar por las emociones que nublan la razón, ofreciéndole a sus seguidores lo que es imposible de lograr: asegurar que se inscribirá como candidata presidencial porque “el pueblo me habilitó”. En el Chile de Pinochet, a pesar de que Ricardo Lagos lideraba las encuestas, comprendió que a él ni a ningún otro socialista Pinochet le iba a entregar el poder. De allí aquella conversación con el candidato demócrata cristiano, Patricio Aylwin, a quién le dijo: “el candidato a la presidencia tiene que ser capaz de ganar, cobrar y gobernar”. Lagos tuvo la grandeza de hacerse a un lado para apoyar la candidatura de Aylwin, quien finalmente se alzó con el triunfo, iniciando así la transición chilena hacia la democracia, después de largos años de dictadura militar.
La historia reconocerá el aporte de quienes tuvieron la grandeza de dejar a un lado sus ambiciones personales para priorizar el interés nacional. Sí MCM aspira a ser la líder de la oposición, su candidatura no puede convertirse en un punto de honor, al precio de perder la mejor oportunidad que el país ha tenido para lograr un cambio político a través de los votos y en paz. A MCM le corresponde ejercer el liderazgo y convocar al país descontento a votar masivamente por una candidatura de consenso que pueda ganar, cobrar y gobernar, en vez de cargar con la responsabilidad histórica de haber impedido capitalizar electoralmente el enorme rechazo al gobierno para lograr un cambio en el mando político por la vía electoral y pacífica.
Víctor Álvarez R.
@victoralvarezr