Fueron cinco días de incertidumbre y caos. Desde el 7 hasta el 12 de marzo de 2019, Venezuela estuvo sumergida en el apagón más extenso de su historia, dejando al descubierto la profunda crisis del sistema eléctrico nacional.
Cinco años después, las causas del apagón siguen siendo un tema de debate, mientras que las consecuencias aún se sienten en la vida diaria de los venezolanos.
Hasta ahora, el gobierno de Nicolás Maduro no ha podido recuperar la estabilidad del servicio y sus ciudadanos siguen padeciendo racionamientos de energía constantes y prolongados.
Cronología de vivir en apagón
A las 5:00 de la tarde, de aquel jueves 7 de marzo, comenzó el viacrucis de los venezolanos. El país entero se paralizó. Una falla en la central hidroeléctrica de Guri, la principal fuente de energía del país, desencadenó un apagón general que afectó a 23 estados.
Quien ostentaba el cargo de ministro de energía eléctrica, Luis Motta Domínguez, informó a la colectividad que el servicio eléctrico se restablecería en tres horas. Nadie le creyó. Los ciudadanos dudaron de su comunicado, pues el 15 de octubre de 2018 se registró un apagón similar que dejó sin luz a cerca de 10 millones de personas, un tercio de la población, y para ese entonces, el funcionario dijo lo mismo.
El servicio se restableció gradualmente cinco días después, pero desde ese entonces, las fallas y los cortes de electricidad en Venezuela siguen teniendo un impacto devastador en la vida de los venezolanos.
Causas del apagón
El gobierno de Maduro atribuyó el apagón a una “guerra eléctrica” dirigida por Estados Unidos. En ese entonces, el ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, dijo que extremistas de derecha empeñados en provocar caos, que recibían órdenes del senador republicano Marco Rubio, habían “perpetrado un sabotaje criminal brutal contra nuestro sistema de generación”, aunque no presentó pruebas de ello.
“Un poco de paciencia”, pidió Rodríguez por la televisión estatal y aseguró que se restauraría el servicio en pocas horas.
“Admiro al pueblo venezolano que resiste con gallardía este nuevo ataque de los enemigos de la patria”, dijo Maduro.
Consecuencias del apagón
La consternación invadió a la población. El calor colmaba la paciencia de los ciudadanos y la escasez de agua ascendía al 98%. Venezuela, el país más rico en Sudamérica, no tenía agua ni luz.
Los cartones eran utilizados como ventiladores y algunos residuos de papeles fueron bañados de kerosene para cocinar y espantar zancudos. Las bolsas de hielo constaban en 3 dólares y un camión cisterna rondaba los 80 dólares.
Muchos ciudadanos se resguardaban en sus hogares para protegerse de la inseguridad y la oscuridad. La noche era larga y ante la ausencia de electricidad ver las estrellas era el mejor pasatiempo.
Los bancos no funcionaban. Había poco efectivo en la calle. Persistía la escasez de combustible. Los venezolanos en el exterior no podían comunicarse con sus familiares. Los ciudadanos se vieron obligados a trasladarse a centro comerciales para cargar sus teléfonos y dar señales de vida.
Se observaba en los principales sectores populares y edificios de cada ciudad a las personas cargando tobos de agua. Cansancio y molestia se reflejaba en sus caras al tener que caminar tantas cuadras y subir muchos pisos. Nadie se resignaba a morir de sed. Estar sin electricidad y sin agua, fue para los venezolanos una prueba de supervivencia.
Protestas y muerte durante el apagón
Sin luz, ni agua, ni comida, y mucho menos gas doméstico, el desespero condujo a los venezolanos a un estado límite por conseguir sustento para su familia. En 13 estados hubo saqueos, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. El punto más crítico se registró en el estado Zulia. Expertos en la materia aseguran que estos hechos delictivos son similares a los que ocurrieron en 1989, denominado el Caracazo.
26 personas fallecidas, 124 detenidos en protestas y más de 500 establecimientos saqueados fue el resultado del apagón en Venezuela.
Apagón generó intranquilidad y zozobra
“A nadie le gusta vivir bajo la expectativa de que algo va a suceder, que es incómodo o dañino para su estabilidad y confort”, sostuvo el psicólogo barquisimetano Pedro Torrellas respecto a la intranquilidad y zozobra a la que han sido sometidos los venezolanos tras el colapso eléctrico que se registró en el país el pasado 7 de marzo de 2019.
“Desde el punto de vista clínico, esto genera la exacerbación de los síntomas en planos personales, donde la persona empieza a tener la sensación de que el propósito de vivir se le viene abajo porque cada corte de electricidad, o de los servicios básicos, impide la vida normal”, expone Torrellas en entrevista para El Impulso.