Brillante sacerdote católico venezolano, nacería en Trujillo el 30 de septiembre de 1886, ordenándose como sacerdote en mayo de 1912 y en la Universidad Gregoriana de Roma, egresaría con la “laurea doctoral” en cuyo acto, el Papa Pío X al impartir la bendición, le ungió “Ti racomando il Seminario”, que por 10 años sería su Rector, en la ciudad de Mérida, y en agosto de 1926 es consagrado como IV Obispo, de la Diócesis de Barquisimeto con derecho a sucesión, ante el fallecimiento de su titular, monseñor Aguedo Felipe Alvarado. Con tan merecidos reconocimientos pronunciaría un discurso de orden, en la Iglesia de San Francisco de Caracas, el 17 de diciembre de 1942, con motivo del Centenario del traslado de los restos del Libertador de Santa Marta (Colombia) a Caracas. Discurso de profunda reflexión filosófica y teológica, en relación a la célebre expresión de Bolívar, ante los escombros ocasionados por un fuerte terremoto en aquella ciudad, el jueves santo, 24 de marzo de 1812, de que: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca» un tanto en respuesta a unos sacerdotes españoles que consideran el sismo como castigo de Dios, por haberse promovido la Independencia venezolana de España.
El discurso en cuestión, permitió que Dubuc esboza lo que consideró “La Geometría Espiritual de Bolívar …“que no se mide sólo por la cultura, de su pensamiento sino también y principalmente, por la noble amplitud de su voluntad”… – No hay una sola incriminación dice el Obispo — a la fe cristiana de Bolívar y en el mismo templo de San Francisco, donde se le diera el título de “Libertador”, según sus propias palabras “el más glorioso y satisfactorios que el cetro de todos los imperios de la tierra—afirmando Dubuc: …“Aquí conferenciaron Dios y Bolívar sobre los destinos de América. Afirmación despojada de todos imaginación religiosa o épica o romántica en todo caso teológica y metafísicamente realizable ante la Divina Providencia, porque a juicio de Dubuc y de su cosmo mundo: Aquí en fin, el Dios de las Naciones ungió la frente del Libertador con un escudo de luz, puso en sus manos el cetro de la libertad americana y abrió definitivamente las puertas de la inmortalidad al Hércules del Nuevo Mundo”…
A partir de entonces Enrique María Dubuc sería investigado, pidiéndosele la renuncia al obispado barquisimetano, hasta sorprender años después a su grey, al publicarse en el diario “El Nacional” de Caracas, un artículo suyo ¿Por qué soy Espiritista?
¿El qué pasó? Es una interesante interrogación. Todo indica, que no fueron buenas las relaciones entre el Rector del Seminario de Mérida y la Congregación de los Jesuitas. Luego se enterarian de sus relaciones con espiritistas barquisimetanos que acudieron a él, para que intercediera ante el presidente el estado, general Eustoquio Gómez, que mantenía bajo arresto a uno de sus compañeros, bajo la acusación de invocar el espíritu del general Matas Illas, gobernador de Caracas hasta 1909, cuando le matara, en medio de una discusión. Después, se le acusaría de asistir a unas sesión de Espiritismo y finalmente consideraron imprudente su discurso ante los restos del Libertador. Hechos y circunstancias que merecen su biografía en la que hemos trabajado y próxima a publicarse.
Una vez aceptada su renuncia, monseñor Enrique María Dubuc, se residenciaría en España hasta su muerte en Madrid el 22 de junio de 1962. Sus restos serían trasladados a Barquisimeto y reposan en la Iglesia de San Francisco porque en verdad Dubuc, cultivó durante 19 años a la feligresía larense. Los diarios, a la fecha de su renuncia divulgaron un sentimiento expresado en homenajes de la sociedad civil hacia el Obispo y a 62 años de su fallecimiento, no están a manos civiles las justificaciones eclesiástica, acerca del rompimiento de Dubuc de su Iglesia, previas a su declaratoria de «Espírita» que es otra cosa y a la Historia voy, Victoriosa o vencida
Jorge Ramos Guerra
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