De origen el marxismo es altamente dogmático por lo regresivo y destructivo, complicado cuando sus partidarios profundizan ese hecho con sus nefastas prácticas políticas de igual corte. Es lo que hace del socialismo un problema en lugar de una solución. Una superstición metafísica e idealista lejos del cambio hacia adelante para el bienestar del hombre y la sociedad.
Así en estos 25 años de socialismo del siglo XXI hemos asistido a la inaudita destrucción de la industria petrolera venezolana, consecuencia de incapacidad gerencial, ignorancia y torcidas concepciones del cambio y la diversificación de la economía. El socialismo salvaje que todo lo convierte en desastre.
Mientras que durante los 40 años de la democracia liberal el país avanza correctamente por el camino del impulso a este sector secundario de la economía. No por casualidad durante la gestión del expresidente Rómulo Betancourt fuimos impulsores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo más una empresa modelo como PDVSA por su eficiencia gerencial. No son cuentos de camino sino logros concretos.
Con todo, los gobiernos de la Cuarta República no estuvieron a la altura de administrar el cuantioso ingreso por concepto de la renta petrolera. Muchos menos los irresponsables destructores del socialismo del siglo XXI. Una multimillonaria riqueza nunca vista antes en la historia económica del país durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Aunque éste tuvo en su segunda gestión la lucidez de formular el transformador plan del Gran Viraje aniquilado por una poblada y dos intentos de golpe militar.
Sin duda, sigue planteado el reto de superar la condición de país monoproductor de petróleo. Ello mediante la diversificación de su economía en áreas como turismo, agricultura y la agroindustria a gran escala para alcanzar el desarrollo.
Esos objetivos y metas no se alcanzan con discursos ideológicos y políticos más la demagógica propaganda anti imperialistas que espantan a nuestro principal comprador de petróleo Estados Unidos. En ese sentido, es más la bulla que la cabuya por parte del régimen estalinista imperante hoy en Venezuela. El antiyanquismo de puro discurso para el patio y nada más.
Pero los hechos son testarudos para dejarle sus enseñanzas al hombre. Este año 2024 abre con la buena noticia de que Venezuela ha recuperado su condición de suplidor de petróleo de EE. UU. Ocupa el séptimo lugar entre los diez principales que cumplen con ese papel. Todo gracias al accionar de la empresa Chevron que sabe cómo se bate el cobre en esta materia económica.
Es una expresión de coyuntural crecimiento económico, pero no necesariamente bienestar y progreso para el colectivo del pueblo venezolano golpeado por una prolongada hiperinflación, Un problema para la cual el régimen no tiene solución alguna con un plan por fases.
Con bombos y platillos el régimen anuncia un significativo incremento de la producción petrolera en barriles diarios. Pero paradójicamente cobra fuerza la intención del régimen de un nuevo aumento en dólares de los precios de los combustibles que se traducirá en un duro golpe al menguado bolsillo popular.
Constituye además la demostración de que la economía de mercado funciona dando abundancia de bienes y servicios en lugar del socialismo que los niega. El mejor ejemplo es China que regresó al libre mercado para darle de comer a más de mil millones de bocas.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11