En un Estado de Derecho la libertad consiste en hacer todo aquello que la ley no prohíba. Si usted es mayor de edad, puede hacer con su cuerpo lo que le plazca, con tal de no dañar a otra persona ¿Se quiere cortar un dedo para tenerlo como llavero o pretende suicidarse lanzándose desde un décimo piso? Pues hágalo, ya que no irá a la cárcel, sino a un hospital para que lo curen si acaso sobrevive.
¿Quiere ejercer la prostitución? Nadie, ni tampoco la ley se lo impide siguiendo lo afirmado arriba en el sentido de que en el mundo occidental usted, si es mayor de edad, es libre de hacer con su cuerpo lo que desee. Ahora lo que sí es delito es el favorecimiento o explotación de la prostitución de una persona menor, como lo establece el artículo 258 de la Ley Orgánica Para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes:”Quien fomente, dirija o se lucre de la actividad sexual de un niño, niña o adolescente será penado con prisión de cinco a ocho años”.
El delito anteriormente aludido es una de las formas de esclavitud moderna, según un análisis de la ONG Walk Free: “La explotación sexual comercial de menores también es una realidad en la región, particularmente en el Caribe, donde el turismo sexual, involucrando menores, sigue siendo un problema persistente”. El sustentado trabajo de la ONG Walk Free, también agrega como formas de esclavitud moderna el reclutamiento de menores como soldados en conflictos propios del narcotráfico, la extracción de minerales en minas clandestinas utilizando menores, así como la agricultura y el tráfico relacionados con drogas ilícitas e igualmente el reclutamiento forzoso de niños por parte de pandillas y el crimen organizado. Esto también afecta a personas mayores de edad, pero la ONG mencionada hace hincapié en la grave situación de los niños y adolescentes.
La organización que la compone un grupo internacional de Derechos Humanos centrado en la erradicación de la esclavitud moderna, asevera que “la esclavitud contemporánea en las Américas se ve principalmente agravada por la desigualdad socioeconómica, la inestabilidad política y la discriminación hacia los migrantes y las comunidades minoritarias”.
Usted, amigo lector, está pensando correctamente al ver reflejada en ese cuadro descrito a nuestro vulnerable y cruelmente devastado país por la tiranía reinante. En el informe de la ONG mencionada se lee que, “Venezuela, Haití y El Salvador resaltaron por presentar las tasas más altas de esclavitud moderna”. Es más, de los 25 países estudiados en América, Venezuela tiene el degradante “honor” de ser el primero de todos con un índice de 9,5 personas en esclavitud moderna por cada mil habitantes, siendo Canadá el que menos personas tiene en esas condiciones, con un índice de 1,8.
Esta es otra prueba del foso humanitario en el cual se encuentra nuestra dolida nación, asediada por la miseria. Este cuarto de siglo de gobierno infame e incompetente ha arrasado con aquel país próspero y de una consolidada democracia, con sus lunares y bemoles negativos, pero insondablemente lejos de este desastre económico, institucional y moral que representa la actual administración ilegítima y arbitraria. La degradación humillante que sufre el pueblo venezolano se expresa de mil maneras, tantas como la franja de pobreza extrema estructural lo permite. Nuestros hermanos han emigrado en condiciones de penuria hacia otras naciones, en algunas son bien recibidos y en otras son objeto de maltrato y discriminación.
La esclavitud moderna a la cual están sometidos muchos compatriotas es una de esas diversas caras de la degradación humana que sufre gente sencilla y buena, víctima de perseguir ilusiones y haber confiado en las mentiras de unos desalmados.
Es duro el camino para rescatar la dignidad de un pueblo a quien las necesidades materiales ha hecho vulnerable, pero esa es la misión, hacer un pacto con la verdad, con el honor y la moral, para superar mediante la vía democrática la senda libertaria que nos lleve hacia un auténtico Estado de Derecho.
Ese es el entendimiento con el venezolano trabajador, pacifico y humilde, que debemos promover. No un entendimiento de partidos políticos y grupos de sociedad civil cooptados por el régimen.
La esclavitud moderna, el hambre, las enfermedades, la diáspora, la violación constante de la Constitucional, la corrupción, la tortura, todo el mal habido y por haber se nos vinieron encima y para salir airosos de este laberinto de maldad, se necesita mucha fuerza espiritual y coraje cívico. Eso es lo que ha despertado la candidatura de María Corina Machado, fuerza espiritual y emoción cívica. Sigamos con ella hasta el final.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez