La democracia venezolana, fue sorprendida el 27F89, y no por mampuesto, en la preservación elemental de la seguridad de la nación. La propia Fuerza Armada, a quien corresponde garantizarla no supo que hacer, y su comandante en Jefe, Carlos Andrés Pérez entendió su magnitud, 12 horas después de su estallido, cuando regresaba de Barquisimeto a Caracas a extremos, que él mismo le calificara de «explosión social» sin pensarse que sería la chispa del 4F92, aquí no sorprendida. A juicio de general Alberto Muller Rojas…»desde el mes de octubre de 1988, la Dirección General Sectorial de Inteligencia (DIM) había prevenido al Ejecutivo Nacional sobre las probabilidades de un escenario con las características del que se materializó en la crisis de febrero » (Politeia, N° 13, Instituto de Estudios Políticos, UCV, 1989) Copia y pega para el 4F92.
La precedente reflexión viene al caso, sin pretender hurgar en el principio clásico de «causalidad» filosófico y científico, sosteniendo que, todo «evento tiene una causa» es decir no hay hechos aislados, por lo que se podrá entender la llamada ley de «causa y efecto»…mutatis mutando, los estallidos sociales, económicos y políticos, para arribar a ciertas conclusiones que aspiramos, puedan estimular a unas más ilustrativas, a partir del viejo refrán «Guerra avisada no mata soldados» esto quiere decir, “no que el soldado se vuelva un ser inmortal sino que aquel, al conocer las circunstancias a las que se va a enfrentar, se puede preparar mejor para el desafío que le espera y así lograr sobrevivir” evitando las sorpresas de aquellos 27F89 y 4F92, ya conocidos por el actual régimen, con el sólo control de la Fuerza Armada y sus órganos de inteligencia de academia cubana y luego, teniendo en la mano el sartén, de una dirigencia política amancebada que ha resultado en definirse cómo «Oposición Constitucional y oposición insurreccional» un silogismo, que debe ser precisado ante la ciudadanía, por los alcances de quien por redes sociales ha puesto el dedo en una llaga, por cuya purulencia nos resulta peligrosa dentro de un sistema democrática, donde toda oposición debe ejercerse en el marco del Estado de Derecho. Sobre ese particular, en el gobierno de Rómulo Betancourt (1959.1964) se libró una lucha oposicionista leal al sistema democrático, no solo, surgido por voluntad popular a raíz de la caída de la penúltima dictadura, militar en Venezuela, sino por un pacto político a los fines de la gobernabilidad, conocido como “Pacto de Punto Fijo” que ahora, en medio de una explosiva crisis exige la República. En medio de ello, surgió una oposición estabilizadora con intentonas golpistas y peor aún, estimulada y financiada por el comunismo cubano. A esa oposición, el gobierno de Betancourt, les derrotó con la ley y con las armas, hasta lograrlo, admitiéndola e incorporarse a la vía democrática, Esa oposición, no la inventó el gobierno de Betancourt, vamos entonces a jugar limpio. El gobierno tiene derecho a denunciar a quienes estén fuera de la constitucionalidad, ojo, sin la estrategia de la sorpresa.
En ese sentido no hay lugar a escondidas, cuando se evidencian intereses políticos y económicos individuales, para la sobrevivencia de esas oposiciones constitucionales o insurreccional, como el de mantener alimentada a una clientela política, bien por el patrimonio público, la corrupción, el narcotráfico y el mismísimo Departamento de Estado. Sólo en Lara se habla, de unos 1000 becados, más no de un beneficiarios directos por desvíos de fondos en lo que pudiera ser la «oposición insurreccional» porque no hemos sido dateados de la «oposición Constitucional» menos del oficialismo que es harina de otro costal siendo así, una fortaleza en favor del régimen, por lo cual, las puertas de las sorpresas se delatan.
Jorge Ramos Guerra
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