La juventud venezolana se encuentra en una encrucijada desalentadora. La ausencia de oportunidades y la incertidumbre sobre su futuro en el país los impulsa a considerar la migración como su única esperanza para alcanzar sus metas de vida. La crisis humanitaria compleja que enfrentamos debido a las políticas desacertadas del régimen, ha dejado a nuestros jóvenes sin las mismas oportunidades económicas y sociales que sus padres disfrutaron a su edad.
Esta realidad nos insta a ponernos en sus zapatos y a sumar fuerzas para cambiarla: el panorama para independizarse en Venezuela se ha tornado casi imposible. Conseguir un trabajo que garantice un salario digno es un desafío colosal. Los elevados precios de alquileres y la carencia de los servicios básicos hacen que la idea de formar una familia sea poco más que un sueño lejano. Incluso aquellos que desean disfrutar de la vida con viajes y momentos de ocio se ven impedidos por la necesidad de trabajar incansablemente para sobrevivir.
Para muchos jóvenes, su rutina implica tener dos o más empleos para sobrevivir. La desesperanza los sigue a donde vayan. Vivir en Venezuela bajo el régimen actual ha sido traumático para esta generación, que solo ve la migración como una solución. Asimismo, los jóvenes han asumido una carga que en generaciones anteriores era impensable, ya que al migrar no solo deben asumir sus propios gastos, sino también enviar remesas a sus familiares que siguen en el país.
El solo pensar vivir así durante el resto de sus vidas causa ansiedad y desesperanza, afectando tanto su salud mental como física. No sorprende que muchos jóvenes vean la migración como su única salida. Las estadísticas respaldan esta realidad. Según la Encuesta Nacional sobre Juventud (ENJUVE) de la UCAB en 2021, 51% de los más de cinco millones de venezolanos que emigraron hasta esa fecha tenían entre 15 y 29 años. Si esta tendencia persiste, la pirámide poblacional de Venezuela se envejecerá, dificultando contar con una fuerza laboral joven en el futuro para impulsar al país hacia adelante.
La ENJUVE también señaló que entre 2013 y 2021, el porcentaje de venezolanos de entre 15 y 29 años que no estaban inscritos en algún centro educativo ni estaban empleados aumentó de 23% a 37%. Esta “doble exclusión” afecta a casi la mitad de las mujeres en situación de pobreza. Los jóvenes encuentran cada vez más dificultades para acceder a la educación o el empleo debido a las precarias condiciones, situación que afecta aun más a las mujeres.
Ante esta cruda realidad estamos obligados a trabajar con mecanismos democráticos que nos permitan conquistar un cambio político y que brinden a los jóvenes oportunidades de progreso. Según la ENJUVE 2021 la mayoría de los jóvenes no tienen interés en participar en organizaciones políticas, lo que muestra una falta de confianza en la política como solución a sus problemas. Es clave que recuperemos su confianza y que podamos aportar soluciones a las problemáticas que enfrentan.
Tenemos un país lleno de jóvenes capaces de hacer grandes cosas, pero sin oportunidades para materializar sus metas. Es por ese motivo que debemos darles condiciones de vida dignas y oportunidades para que su presente y futuro sean óptimos y deseen seguir en el país aportando al progreso nacional.
Stalin González