#OPINIÓN Central financiera del delito S. A. #21Feb

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Este trabajo que hoy presento, su base fundamental fue escrita tres años atrás. Como he venido repitiendo, somos de memoria corta, muy corta, y como obvia consecuencia, lo importante y también lo que no lo es, se nos olvida muy rápidamente. 

Ya por ejemplo, no se menciona al grupo que defraudó a la nación con la llamada modernización del sistema eléctrico, que según investigadores de diversas facultades de ciencias económicas de las golpeadas universidades venezolanas la “ inversión” pasó de  los 105 mil millones de dólares. Así como de los creadores de ese movimiento depredador, conocido como los bolichicos eléctricos, tampoco se menciona, que se guardaron en sus asquerosos bolsillos una suma cercana a los 75 mil millones de dólares.

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Pero amigos lectores, es que echar en el saco del olvido (por ejemplo) el robo descarado de esos 105 mil millones de dólares debería tener un pueblo enardecido en la calle, exigiendo respuestas y el retorno de esos dineros que podrían cambiar el presente y también el futuro de esta hoy paupérrima nación. Y como las cifras no mienten, estos 105 mil millones de dólares es, probablemente, una décima parte de la cifra “extraviada” en estos 25 años.

En ese tiempo, año 2021, consideré de gran interés el de ahondar sobre la información aparecida en la prensa española de la ayuda que el gobierno del socialista Pedro Sánchez, compañero de partido del ex presidente de España Jose Luis Rodríguez Zapatero, conocido además por su íntima relación con Nicolas Maduro, concedió a la aerolínea Plus Ultra, por el inmenso significado que esa decisión significaba: era el blanqueo en España de fondos ya no disimulados de proveniencia del asalto a Venezuela y del cual el expresidente Rodriguez Zapatero ha sido, por llamarlo así, asesor y consejero. Línea aérea ésta de la cual la mayoria accionaria respondia en ese momento a inversionistas venezolanos de ascendencia arabe, entre ellos los señores Camilo Ibrahim Raffi, El Arigie Herbie Raif y Joseph Abu Nazi, algunos conocidos como activos miembros del grupo intimo de Miraflores.

Recordemos que ha sido pública la estrecha relación de personeros del hoy gobierno español con los ocupantes del Palacio de Miraflores. ¿Estaremos en presencia de la convergencia de intereses entre la cúpula política gobernante española y la cúpula corrupta y criminal de Venezuela?

¿Es una simple coincidencia la importante participación de descendientes de árabes o de venezolanos de nueva data, de los cuales sus familiares cercanos han sido acusados de ser integrantes de grupos extremistas? Como es, por ejemplo, el caso de Tarek El Aissami, un ex hombre fuerte de los dos últimos regímenes venezolanos, los gobiernos, de Chavez y después de Maduro y hoy acusado, entre bastidores solamente, de haberse apropiado de más de 23 mil millones de dólares y desaparecido y de quien, siempre culpable nuestra memoria corta, un año después del tumbe nadie lo menciona. ¡Que memoria Dios mío! que memoria.

Pero ¿cómo podríamos entender que un país con salarios mensuales de 5 dólares mensuales, ciudadanos con pasaportes venezolanos, recorren los países ricos operando como grandes financistas en las principales economías del mundo? Creo que la capacidad financiera de estos nuevos venezolanos la podremos responder citando la obra del profesor Hector Valecillos “La Venganza del General Gómez”, (Amazon Books, 2019) página 43, en donde podemos leer que entre el periodo del año 2003 al 2014, la nación, solo por concepto de la comercialización de hidrocarburos recibió más de un billon de dolares, (un millon de millones), sin incluir los ingresos de múltiples fuentes no petroleras que capta el estado por diferentes vías, incluyendo recientemente la confiscación criminal de los recursos  del llamado Arco Minero de Guayana, encubierta como una operación para ampliar las fuentes de financiamiento del Estado y la reservas internacionales de BCV. 

Pues sí, efectivamente, en estos 25 años en Venezuela se han extraviado más de un millón de millones de dólares. Y es por esa razón que podemos leer informaciones como estas:

“Los venezolanos siguen siendo los números uno en el mercado inmobiliario de Miami, sobre todo en Doral y en los nuevos proyectos de construcción en todo el estado de la Florida”, dijo Sandra Benedetti Olivo, gerente de la compañía de bienes raíces First Service Realty.

Ahora veamos una noticia que recoge la agencia de noticias española EFE: [Siempre España sobre el tapete de los nuevos ricos venezolanos]

“La presencia de grandes fortunas venezolanas en el mercado inmobiliario español se ha disparado por la situación política y económica que atraviesa el país sudamericano en los últimos años con adquisiciones de inmuebles de lujo que abonan generalmente al contado y que han llegado a alcanzar los 30 millones»

Entonces, ya es usual y diría que normal que ciudadanos venezolanos participen en el movimiento de mercados, especialmente inmobiliarios en ciudades de países llamados del primer mundo, e incluso son el factótum de una línea aérea europea. Realmente curioso.

Fue durante el año 2017 que el director general del Banco de Pagos Internacionales ( en inglés Bank for International Settlements o BIS) la cual es una organización internacional financiera propiedad de numerosos bancos centrales con sede en Basilea, Suiza, quien afirmó en una conferencia que en el sistema internacional financiero se encontraban inmovilizados alrededor de 312 mil Millones de dólares a causa de que los propietarios o titulares de dichos depósitos, y que en su gran mayoría conducían a ciudadanos venezolanos, quienes para ese momento no habían podido probar la correcta y limpia adquisición de esos fondos.  Por responsabilidad intelectual debo advertir que de esta información no dispongo de una fuente que pueda ser verificada.

Un muy injustamente maltratado expresidente de Venezuela, el Señor Carlos Andrés Pérez, repetía un viejo dicho venezolano: hay dos cosas imposibles de esconder, la tos y el dinero, mientras Luis Herrera, otro ex presidente sostenía que nadie roba para los nietos.

Entonces ¿esta nuevas e impresionantes fortunas, las cuales con el pasar de los días ya no podrán esconder, donde la podríamos encuadrar? ¿Existe una central del mal inmensamente rica que recibe los depósitos para su blanqueo de organizaciones criminales o de robos a las naciones como el caso venezolano? ¿O simplemente la siempre puntual Suiza basta y sobra para ello?

¿Podría entonces no solo ser motivado por simpatías ideológicas las relaciones entre los gobiernos venezolanos llamados siglo XXI y los carteles del narcotráfico colombianos y últimamente mexicanos propietarios estos de inmensas fortunas? ¿Podríamos igualmente pasearnos por la idea de que la utilización del territorio venezolano como rampa de despegue de aviones cargados de estupefacientes o de minerales estratégicos con destino desconocido, pudiera ser una expresión práctica de los fondos que multiplica esa nueva organización propiedad de una nueva casta, que responde a las iniciales del título de este trabajo que hoy propongo?

Y estas inmensas fortunas seguramente en manos de algunas personas están. Esos recursos, impensables solo por las cantidades que se mencionan ¿donde están? ¿Son parte de centrales financieras que se alimentan con fondos que tienen diferentes fuentes? ¿Dónde van los ingentes recursos que produce el tráfico de estupefacientes? ¿Es creíble hoy aquella imagen de Pablo Escobar con el cuarto lleno de billetes de 100 dólares con los actuales sistemas de transmisión de datos que mueven cualquier cantidad de dinero en fracciones de segundo?

Pero retornando a Venezuela después de ese paseo, ¿probable o solo ciencia ficción?        Y realmente con los inmensos y conocidos recursos, producto del mayor atraco cometido históricamente en el mundo y después de haber obtenido el perdón presidencial del Presidente Biden, hecho muy poco usual en la historia contemporánea americana, tanto para los sobrinos de Cilia, condenados con sentencia firme por el delito de narcotráfico y para Alex Saab M, acusado de innumerables delitos, uno más grave del otro, me pregunto incesantemente: ¿Realmente no querrán irse?

Raúl Ochoa Cuenca

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