Experto UCAB: Más de 90% de la población venezolana vive o trabaja en zonas propensas a terremotos #19Feb

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En Venezuela cerca del 90% de la población vive o trabaja en zonas propensas a terremotos, asegura el ingeniero Ángelo Marinilli, profesor y asesor de la Especialización en Ingeniería Estructural de la UCAB, agregando que es un problema del cual no podemos desligarnos, especialmente porque los sismos no son frecuentes, pero sí ocurren.

El especialista afirmó que esto supone un riesgo significativo por múltiples factores. Dos de ellos son el humano y el estructural: el primero tiene que ver con la preparación y actuación de las personas a la hora de un evento telúrico; el segundo, con la capacidad de las edificaciones para sobrellevar la carga que supone un sismo.

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Sobre este último punto, Marinilli considera que las edificaciones venezolanas no están en condiciones óptimas.

“Hoy día tenemos una infraestructura ya construida con problemas de mantenimiento (uno lo constata todos los días en las vías, en los edificios), hay una proliferación de la construcción informal tanto en Caracas como en todo el país”, alertó.

Venezuela, normas antisísmicas y vulnerabilidad

El doctor en Ingeniería recordó un antecedente que marcó un antes y después para la ingeniería estructural en Venezuela: el terremoto de Caracas de 1967. Con una magnitud de 6.7 grados en la escala de Richter, el movimiento telúrico causó estragos en la ciudad capital, justamente cuando recién cumplía 400 años fundacionales.

Para entonces, decenas de edificios -de hasta 12 pisos- colapsaron, viviendas quedaron destruidas, entre 200 y 300 personas perdieron la vida y miles más quedaron sin hogar.

Ante ese hecho, el gobierno (de la mano de universidades e institutos técnicos) debió sentar las bases para nuevas normativas que previnieron una catástrofe similar.

“Antes de 1967 eran muy poquitas las páginas que establecen algunos requisitos muy elementales para incorporar al diseño antisísmico. Luego, se amplió y agregaron unas normas más elaboradas en función de la experiencia y los daños observados. Luego, en 1982 se actualizó y finalmente en 2021 se convirtió en una norma de la Comisión Venezolana de Normas Industriales (Covenin). No es un área que haya estado descuidada, pero cada vez se va mejorando el conocimiento a nivel nacional e internacional. Los terremotos nos enseñan cosas nuevas. Las normas van evolucionando, aunque en Venezuela no sea con la rapidez que nos gustaría, pero se mantienen adecuadas al estado de arte”.

Según Marinilli, en el país las normas se siguen -al menos- a nivel de proyecto. Destacó que las unidades de ingeniería municipal se encargan de verificar que se cumplan las regulaciones locales; también, están en la obligación de determinar si los proyectos cumplen con los requisitos arquitectónicos, de estructura, instalaciones sanitarias y otros elementos.

“El marco normativo y legal está establecido. Y el reglamento de construcciones sismorresistentes apunta a obligar el cumplimiento de las normas técnicas, las leyes de la república, pero también a establecer las penalidades a quienes incumplan con esto. El esfuerzo se está haciendo. Lo malo: siempre ocurre algo que nos agarra con la guardia abajo. No solo con terremotos, sino también con lo que pasó en Vargas en 1999 y así sucesivamente. Debemos tener una cultura de preparación para mitigar los efectos que los eventos naturales (imposibles de predecir y evitar) pueden tener en la población”, dijo.

Aun así, apuntó que muchas edificaciones están en situación vulnerable.

“En términos generales, todas las edificaciones que tienen cierta antigüedad tienen un nivel de vulnerabilidad. Porque, si bien fueron construidas en cumplimiento de las normas de su momento y con prácticas constructivas buenas, la experiencia nos ha demostrado que esas normas no eran suficientes. Reflejaron lo que se sabía en ese momento, pero el conocimiento ha evolucionado. Toda construcción antigua, con toda seguridad, es más vulnerable que una más moderna construida en apego con las normas técnicas correspondientes y un buen mantenimiento”, afirmó.

Materiales y evaluaciones por hacer

Los materiales de construcción también son un elemento a considerar a la hora de hablar de la resistencia de las edificaciones ante sucesos como los terremotos.

El profesor Ángelo Marinilli  mencionó que, en el país, existe una utilización importante de mampostería estructural sobre todo en asentamientos autoconstruidos. «Estos últimos son los más vulnerables de cara a un sismo y también a deslizamientos, pues están construidos sobre laderas», comentó.

Pero los elementos usados en las estructuras profesionales también tienen sus limitaciones. Se refirió al acero y el concreto, dos de los más comunes en los grandes edificios de todo el mundo, incluyendo Venezuela.  Puso como ejemplo lo ocurrido en un sismo en la ciudad de Northridge, California, Estados Unidos.

“Hasta mediados de 1980, las estructuras hechas en acero se consideraban las más seguras desde el punto de vista sismo- resistentes. Tienen una ventaja: son más livianas que las estructuras de concreto y mampostería. Pero el problema del sismo tiene que ver con la masa: se acelera por efecto del terremoto e induce fuerzas inerciales que producen las deformaciones. Hasta ese momento se pensaba que ese método constructivo era invulnerable, pero ocurrió un terremoto en 1994, en Northridge (California, Estados Unidos). Se consideró el evento natural que generó más daños a nivel mundial. Y precisamente, los edificios más afectados fueron los de acero», indicó.

Agregó que el terremoto en California de hace 30 años contribuyó al establecimiento de nuevas normas. «Estos son los documentos que establecen los requisitos mínimos para alcanzar cierto nivel de seguridad y se aplican para evitar problemas. Es un proceso que siempre está poco visible, mucha gente trabaja en la actualización e incluso en la UCAB hay gente trabajando en ello. Y todo el conocimiento obtenido se incorpora a la normas de tal manera que las nuevas construcciones sean más seguras».

En el caso venezolano, el experto habló de la necesidad de hacer evaluaciones actualizadas a la resistencia de las edificaciones. Aseveró que, gracias a las normas para hacer edificaciones sismorresistentes, específicamente la 17-56 de Covenin (2009), existen métodos y lineamientos para realizar estos diagnósticos y realizar la  “intervención de estructuras existentes para llevarlas a un nivel de seguridad, cuando menos, igual al de una construcción reciente”..

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