Hacia 1948 en Venezuela soplan los aires de cambio en todos los órdenes tras el fin en diciembre de 1935 de la retrógada dictadura gomecista que sumió al país en las tinieblas al negarle el conocimiento, educación y nuevo arte.
Todavía éramos un país isla cuyo conocimiento por sus habitantes era escaso por no decir nulo. Una danza popular como El tamunangue no era conocida en el resto del país y así igual con las de otras regiones.
Con todo, el proceso de generación de cultura espiritual y material en el territorio venezolano había avanzado con expresiones espontaneas, originales y prístinas de cada región que aprovisionaban de identidad a cada una por su lado.
Se trata de la cultura erigida por el hombre de a pie sin estudios formales o académicos algunos en una práctica signada por lo empírico con su singular visión de la estética. Al igual que su cosmovisión de la vida y el Universo en que por lo general predomina lo mágico, religioso y filosófico.
Entonces éramos un país isla donde una región ignoraba lo que pasaba en las otras regiones. Ello como consecuencia de la naturaleza tradicional y rural del país donde todo discurría lentamente. El peso de la cultura y comunicación oral era evidente con índices de analfabetismo en un noventa por ciento. Pero la cultura folclórica apoyada en la tradición dominaba con fuerza aquel ambiente bucólico.
En el estado Lara existían dos bailes de profundas raíces populares como El Tamunangue y Las Turas. El primero de naturaleza religiosa y el segundo agrario. Ambas no se conocían en el resto del país.
Pues es en 1936 cuando el escritor y periodista curarigueño Julio Ramos difunde El Tamunangue en su novela Los Comuneros para romper el aislamiento. Hecho que motiva las posteriores visitas a Curarigua del municipio Torres de los investigadores Isabel Aretz y Juan Liscano.
En ese Contexto cultural el 17 de febrero se realiza en el Nuevo Circo de Caracas el espectáculo folclórico denominado “Cantos y Danzas de Venezuela” con motivo de la toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos. Una iniciativa del escritor Juan Liscano dedicado a la investigación folclórica desde 1938 tras su regreso de Europa.
El evento se enmarca en el Segundo Proyecto de Desarrollo Nacional impulsado a partir de 1936 tras el fin de la tiranía gomecista. El primero fue obra de la gestión de Antonio Guzmán Blanco con una valoración de la cultura, arte y educación. Constituía la apropiación, rescate, promoción y divulgación de la variedad de expresiones folclóricas existentes en el país.
En su realización fue clave el trabajo previo de investigación, por el lapso de casi diez años, emprendido por Juan Liscano en varios estados del país, entre estos Lara. Este aprecia en sumo la diversidad de expresiones de la cultura popular existentes en el territorio nacional pasto de su desconocimiento. Su organización requirió un mes de trabajo con un amplio despliegue de recursos humanos, económicos, logísticos y técnicos.
Por el estado Lara participa un grupo de tamunangue de El Tocuyo con sus rasgos originales por el peso de lo rural apreciable en su vestimenta acorde con ese estado histórico. El conjunto lo integran más de cuarenta personas entre hombres y mujeres. La danza era cultivada entonces en Curarigua, El Tocuyo y Sanare por campesinos de las haciendas y caseríos, entre estos Boro del municipio Morán. Pero su principal escenario era el área comprendida entre El Tocuyo y Curarigua donde los negros africanos lo asentaron desde los tiempos de la conquista española.
Nueve meses después, el 24 de noviembre de 1948, el presidente Rómulo Gallegos sería depuesto del poder por un golpe militar encabezado por el general Marcos Pérez Giménez.
Con la dictadura perezjimenista asistimos a la redefinición de la cultura en el país. En consecuencia, desecha el discurso identitario forjado desde 1936. Lo hace a partir de su nueva concepción de la cultura inspirada en la filosofía neopositivista del Ideal Nacional mediante la Semana de la Patria. Se trata de la folclorización de las culturas populares. El régimen de facto incurre en el error de la falta de continuidad administrativa por razones de sectarismo político.
Freddy Torrealba Z.
