Las primeras cifras procesadas por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de las elecciones presidenciales celebradas el domingo en El Salvador, confirman la victoria de Nayib Bukele.
En un mensaje en X, antes Twitter, el mandatario salvadoreño aseguró haber logrado una votación que, de acuerdo con sus números, superaba el 85% y le garantizaba 58 de 60 diputados en la Asamblea, un punto clave para mantener el régimen de excepción y su política de mano dura contra las pandillas.
Los resultados oficiales preliminares comenzaron a publicarse casi dos horas después y desde el inicio daban una amplia ventaja al partido del mandatario, Nuevas Ideas. Con un 31,49% del escrutinio, esas siglas sumaban casi 1,3 millones de votos, seguidas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, con 110.244 votos.
“Gracias, El Salvador. Este día El Salvador ha roto todos los récords de todas las democracias en toda la historia del mundo”, proclamó Bukele ya en la noche desde el Palacio Nacional, ante los vítores de sus seguidores en la calle. “Sería la primera vez en un país que existe un partido único en un sistema plenamente democrático. Toda la oposición, junta, sería pulverizada”, presumió anticipando que Nuevas Ideas, sus siglas, obtendría 58 de 60 diputados en la Asamblea, “de momento”.
El mandatario salvadoreño buscaba renovar su mandato por otros cinco años, hasta 2029, y revalidar su estrategia de seguridad pese a las críticas.
“El pueblo salvadoreño habló y ‘¿qué dijo?’ Que quiere continuar el camino”, defendió Bukele.
En ambiente de celebración, miles de personas se reunieron tras el mensaje presidencial en la principal plaza de la capital salvadoreña con banderas, camisetas e incluso carteles con la figura presidencial.
Delya Rodríguez, de 31 años, se mostraba entusiasmada por los resultados. “Me considero una fanática de Bukele, ésta es la primera vez que soy una fanática de un partido», aseguró la mujer que tiene una granja de pollos y cree que los partidos tradicionales nunca han hecho nada a favor de personas como ella.
Sobre las críticas a Bukele, las atajó directamente: “Es un presidente único y diferente en la historia. Es histórico.”
Horas antes, tras votar acompañado de su esposa, el mandatario ya había ofrecido declaraciones en las que defendió su política de mano dura contra la delincuencia y las pandillas. Animó a sus votantes a respaldar su proyecto para no perder ni un diputado en la Asamblea y así mantener “la herramienta que nos ha funcionado”, en referencia al régimen de excepción en el que permanece el país desde hace casi dos años.
Su popularidad está apuntalada en el cambio en el ambiente de seguridad que, según encuestas de opinión ciudadana, se vive el país centroamericano. En el pasado, El Salvador fue señalado como uno de los más violentos del mundo.
En respuesta a preguntas de periodistas, rechazó las críticas externas a su modelo de seguridad y defendió que El Salvador dejó de ser la capital de los asesinatos del mundo y “no lo hemos logrado con una receta extranjera, sino con el régimen de excepción”.
Según encuestas nacionales previas a la votación, más del 80% de la población creía que la situación de seguridad en El Salvador ha mejorado y, tal como contaron algunos votantes, nadie quiere que las pandillas vuelvan a recuperar espacios.
“Necesitamos seguir cambiando, transformando. Hemos vivido etapas de la vida muy duras la verdad. Yo como ciudadano he vivido etapas de la guerra, y con esta situación que vivimos con las pandillas… Ahora tenemos una oportunidad grande para nuestro país. Quiero que las generaciones que vienen, vivan en un mundo mejor”, decía José Dionisio Serrano, de 60 años, orgulloso de ser el primero de la fila, en una escuela convertida en centro de votación, en una zona antes controlada por pandillas.
La delegación de observadores de la Organización de Estados Americanas (OEA), encabezada por la exvicepresidenta panameña Isabel de Saint Malo, dijo a periodistas que las elecciones se desarrollaron con tranquilidad.
Sin embargo, se reportaron pequeños incidentes en diferentes puntos del país: un hombre fue expulsado de un centro de votación donde pretendía ejercer el sufragio en visible estado de ebriedad y una mujer fue detenida por las autoridades por destruir las papeletas de votación.
En uno de los centros de votación en la capital San Salvador, otro hombre fue escoltado fuera del lugar, luego que diera un discurso en contra de Bukele, señalando los artículos de la Constitución que prohíben la reelección inmediata.
Desde hace casi dos años, el país vive bajo un régimen de excepción que se renueva mes a mes por petición de Bukele en el Congreso y que supone la suspensión de derechos ciudadanos fundamentales como el de tener derecho a un abogado o el de ser informado de los motivos de la detención.
Bajo ese contexto, más de 76.000 personas han sido encarceladas —el 90% está sin sentencia judicial— y aunque esa estrategia ha sido ampliamente cuestionada por organizaciones de derechos humanos, constituye los cimientos de la política de mano dura que Bukele planteó para luchar contra la delincuencia y las pandillas en sus últimos años de mandato.
En frente, Bukele tenía como rivales a Manuel “El Chino” Flores del FMLN; Joel Sánchez, de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena); Luis Parada, de Nuestro Tiempo; Javier Renderos, de Fuerza Solidara; y Marina Murillo, de la Fraternidad Patriótica Salvadoreña.
El politólogo Álvaro Artiga, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), dirigida por jesuitas, comentó que “hay una especie de culto al gobernante por todos lados”.
El investigador Joao Picardo, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), destacó también el peso político que tiene el mandatario y afirmó que “hay una descomunión entre la gente y los partidos políticos como estructura política”. Los salvadoreños, indicó, se han “vinculado más con la figura del presidente”.
Otro votante, José Salvador Torres, defendió estar satisfecho con la situación del país. “Ya voté, para cumplir, me voy tranquilo a esperar los resultados, aunque todos sabemos quién va a ganar”, dijo Torres, de 45 años, un obrero de la construcción que antes de ejercer el sufragio dijo: “Vengo a votar por mi presi”.