El mundo tiene miedo y lo tiene por el estallido de una guerra en el Oriente Medio y en Ucrania y Rusia. Y aunque sea difícil evitar esas guerras, tanto los organismos internacionales como el Papa, deben conseguir salidas a ese problema. Sorprendido por los acontecimientos que ahora presenciamos, con dos grandes guerras abiertas en el mundo, vivimos un mundo de catástrofes, de hecatombe humana increíble. No hay sitio donde no haya problemas y lo peor es que no sabemos qué hacer. Podemos decir que nada justifica una guerra u otra. La ambición humana no tiene límite.
Las guerras que presenciamos, merecerá, sin duda, el castigo divino sin clemencia. No tengo duda de la condición de terroristas del grupo Hamás, factor importante en la continuación del conflicto bélico que comentamos. Son miles de años de guerra entre Israel y Los Palestinos. No ha habido manera para dar por terminada esa guerra. Este enfrentamiento tiene una larga trayectoria bíblica y reciente también, así no hay forma de enfrentarla y acabar con ella. Más de veinte mil muertos, cantidad similar de heridos y miles de desplazados causan angustia a nuestro corazón. Se han dado intensos asaltos militares en esta época. Se está pidiendo un alto al fuego en la ONU o una tregua a cambio de rehenes e incluso EE.UU. y la Unión Europea proponen dos estados diferentes. Nadie aguanta la presión israelí y de Hamas. Por su parte, ayer en Rusia y Ucrania, interminables sirenas en la madrugada, sobretodo en la ciudad de Kiev, capital de Ucrania. Son miles las muertes que allí ocurren y no son suficientes los hospitales para atender tantos heridos. La Corte Internacional de Justicia ha intervenido para condenar el genocidio y castigarlo.
Este es el momento que vive el mundo. Es inaguantable el sufrimiento tanto de Israel como el de los otros países cercanos. La ira divina caerá sobre los movimientos terroristas. También es muy difícil la situación en América Latina. Hay que buscar soluciones para estas difíciles situaciones. ¡Nos agobia el odio entre los hombres!.
Joel Rodríguez Ramos