#OPINIÓN De ese tamaño #25Ene

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Entre todas las pérdidas materiales y morales que ha sufrido la nación en éstas últimas décadas quizás la más penosa haya sido la desaparición del espíritu de tolerancia y convivencia que algún día caracterizaron a la sociedad venezolana.

Este mamarracho llamadorevolución tuvo amplia e irreductible oposición desde el inicio de su estéril existencia. La resistencia es pacífica, pero tenaz, expresada en masivas manifestaciones, constantes protestas y hasta en la emigración de casi una cuarta parte de la población.

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Desde sus primeros días el régimen fomentó la confrontación, dedicándose a provocar indignación y reacciones con insultos, atropellos y aún crímenes destinados a soliviantar y a la vez amedrentar a la población: A sabiendas que una oposición cívica poco podría ante una pandilla inescrupulosa y dotada del control de la fuerza bruta.

Hoy, sin plata ni futuro, un régimen despreciado y depreciado apenas se sostiene con la fuerza y en el cinismo de un minúsculo cogollo. ¿Qué falta para dar un empujón final al corto grupo de gerifaltes que sin brillo propio reemplazaron a un caudillo fallecido hace lustros?

Pues muy sencillamente dejarlos solos y desnudos, incluso ante esas mermadas huestes que aún siguen ilusas con una desquiciada aventura de fines del siglo pasado.

Resulta irónico que la propia intensidad con la que una mayoría de la sociedad venezolana rechaza el experimento chavista sirva para que una exigua pandilla alimente la idea de que todo simpatizante chavista – presente o pasado – será objeto de represalias por parte de quienes adversan al régimen.

Esto mantiene un juego trancado y en apariencia irreductible ante una población que en general quiere paz, tranquilidad y que se acabe una pesadilla que lleva ya más de 25 años arrasando con casi todos los logros que pudo obtener Venezuela a lo largo de toda su existencia independiente.

Hoy la devastación ocasionada por el quimérico experimento “bolivariano constituye una barrera insuperable para todos – tirios y troyanos – y para la resurrección del futuro venezolano, mientras que el común de la población ya está harto hasta la coronilla de la confrontación y el irrespeto.

Si se restablece la institucionalidad se podrá plantear justicia en casos puntuales, pero mientras tanto poco éxito político parecen tener las actitudes de revancha, repudio y rechazo hacia todo el que simpatizó o simpatiza con este régimen: Quizás para salir del atasco vaya siendo hora de que todos comencemos a repensar aquella viejísima pero socorrida frase criolla: “Dejémoslo todo de ese tamaño”.

Antonio A. Herrera-Vaillant

[email protected]

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