Más de la mitad de los habitantes del planeta tendrán elecciones en 2024. En América habrá elecciones en Estados Unidos, México, El Salvador, República Dominicana, Panamá, Uruguay y Venezuela. También elegirá la Guayana Francesa como región administrativa de Francia. Grandes naciones como Rusia e India. Al Este asiático Taiwan, Indonesia y Corea del Sur. Se supera la docena comicial en países africanos en el continente con más convocatorias a votar, entre ellos Argelia y Sudáfrica. En Europa Gran Bretaña, Portugal, Bélgica y se renueva el Parlamento Europeo en votación de cuyos resultados dependerá el nuevo Ejecutivo comunitario. Deberíamos contar además la cantidad de elecciones locales y regionales previstas en los cinco continentes. En total, superan los setenta estados soberanos que convocan a sus ciudadanos a ejercer su soberanía.
Debería ser una buena noticia para la democracia mundial, sin embargo no es optimista la editora jefe de The Economist en su nota para el número especial de la revista que en diciembre anticipaba y revisaba el año planetario que ahora recién comienza. Titula con “La democracia en peligro” y afirma “… lo que suena como si debiera ser un año triunfante para la democracia será lo contrario”. Su fundamento es la conclusión de su análisis: “Muchas elecciones atrincherarán gobernantes iliberales. Otras premiarán al corrupto e incompetente”.
Iliberal es un modo de calificar a una persona que se considera de mente cerrada e intolerante. Cuando se trata de los gobiernos o regímenes, se refiere a los que, no obstante su origen electoral, no respetan los límites constitucionales y menosprecian los derechos humanos individuales y las libertades.
Populismo, polarización, crispación en entornos de decepción y amargas frustraciones al comparar logros con expectativas pueblan el mapa, máxime en un tiempo en el que predominan las emociones sobre las razones. El desempeño público insatisfactorio cuenta, desde luego, pero también las crisis en los sistemas de partidos, el empobrecimiento cuando no la ausencia de deliberación cívica, la ecuación no despejada de cómo equilibrar la libertad con la revolución de las comunicaciones en el universo ¿metaverso? de las redes sociales. Acaso un substrato no necesariamente advertido o infravalorado como la insubstancialidad del debate público.
En Belarus y Ruanda cabe esperar resultados con porcentajes favorables al oficialismo similares a los del año pasado en Cuba, en su elección con listas únicas y después de sus maniobras para cambiar la Constitución, nada raro tendría que en Rusia Putin sea reelegido para un tercer mandato consecutivo que sería su quinto. En El Salvador, cuya democracia tanto sacrificio costó, ésta luce arrinconada por un autoritarismo de nuevo tipo. Los golpes de estado siguen siendo característicos del paisaje africano, nueve han triunfado desde en los últimos tres años en el continente con más elecciones nacionales en este año, dieciséis empezando por la de las Taiwan el 13 de enero.
La “pelea estelar”, no exenta de confrontación emponzoñada y polarizada en este abigarrado programa electoral es la contienda por la presidencia de los Estados Unidos. El titular muestra logros objetivos que la sociedad no percibe, de allí su baja popularidad, mientras el principal retador, procesado en varios juicios, esgrime como argumento principal precisamente su desafío a las reglas. La periodista arriba citada, Zanny Minton Beddoes, considera que lo más probable es una revancha entre dos hombres viejos que la mayoría de los votantes no quisiera que fueran candidatos.
Del lado bueno que también lo hay, dos mujeres disputarán la presidencia de México y difícilmente cualquiera de ellas superará los modos populistas de quien, a su pesar, no pudo doblar el brazo al principio de “no reelección” segunda parte de la consigna de Madero en 1910, el primero “sufragio efectivo” no siempre tuvo la misma suerte y las recientes reformas al IFE son señal dudosa. En América Latina goza de buena salud la democracia uruguaya. Al menos en el corto plazo, podrán tener escogencias razonables los ciudadanos de Taiwan, democracia significativa en la región, claro que bajo la atenta mirada desde el otro lado del estrecho. Lo mismo, en principio, el Reino Unido con una previsible alternancia con el Laborismo, sin que dejen de preocupar el complejo cuadro del conservatismo, el desagüe de voto centrista tory hacia los Liberal Demócratas y el posible crecimiento de Reform UK. En la Unión Europea, a pesar de las insurgencias populistas euroescépticas y la amenaza de la guerra en las vecindades de su costado oriental, lo más probable es que las fuerzas estabilizadoras europeístas de populares, socialdemócratas y liberales seguirán marcando el paso.
Y de aquí ¿qué? Eso usted lo sabe (o ignora) tanto como quien escribe, pero déjeme resumirlo. Pues que hubo que negociar y firmar, en el extranjero y con intervención internacional, un acuerdo para que los comicios se realicen según la pauta constitucional. Su cumplimiento que es lo deseable para los venezolanos, es como una película de suspenso. De momento, más por lo que no ha pasado, las señales lucen auspiciosas.
Ramón Guillermo Aveledo