Amanece y el cielo tiene un azul intenso esplendoroso. Mucha gente se ve con gran emoción caminando por las calles de un Barquisimeto que abre sus puertas a la fe y la esperanza. La devoción Mariana transita por las calles, hay recogimiento, alegría, solo se escucha la emoción por la llegada de la sagrada imagen de nuestra virgen María como Divina Pastora. Nuestra madre celestial. Ese día se escuchan sus anécdotas y sus innumerables milagros, yo particularmente tengo muchos y doy testimonio de ellos.
En el transitar de mi vida siempre ha estado presente, intercesora y mediadora ante Dios y ante su hijo, porque es nuestra madre del cielo. En la inmensa procesión, que camina tantísima gente y bajó las oraciones sabemos que ella nos cubre bajo su manto. Hay dos piezas musicales que siempre nos acompañan el hermoso trayecto de fé, Endrina de los músicos Napoleón Lucena y Manuel Rojas y el himno a la Divina Pastora de Simón Wohnsiedler, joyas musicales que siempre interpretan de manera magistral la orquesta Mavare cuando llega a la plaza Macario Yépez, en recuerdo de aquel sacerdote que ofreció su vida con una fe fervorosa a cambio de que se acabara en Barquisimeto el cólera morbus, dicen que la primera vez que la Divina Pastora visitó nuestra ciudad, aquellos enfermos se asomaban a sus ventanas, y le pedían con Fé ser sanados, ocurriendo el milagro en el acto, quedando milagrosamente sanos de la enfermedad. Guarda esta hermosa historia de Fé mariana, mi amada ciudad Barquisimeto, que se convierte cada catorce de enero en la ciudad de los milagros. Y es un día muy especial para la Fé y el recogimiento espiritual de cada uno, donde ponemos nuestras vidas en sus manos, para continuar cada uno, nuestro recorrido por la vida, cubiertos y protegidos bajo su manto.
Salve Divina Pastora bendita.
Astrid Liscano de Raad