#OPINIÓN Trinidad pudo tragar #14Ene

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Trinidad Mercedes Menoyo Cepeda es secretaria de un bufete de abogados en su ciudad natal, Popayán, Colombia. De niña visitaba con frecuencia Venezuela gracias a unos amigos que viven en Cabudare, además siempre mantuvo admiración por una tía segunda que hizo familia en Caracas, la muy exquisita poetisa Gloria Cepeda y ello le creó un vínculo afectivo fuerte con nuestros país.

Trinidad tiene 43 años de edad y desde hace algún tiempo viene padeciendo de una enfermedad crónica, carnosidades en el Esófago que le impiden la ingestión adecuada de alimentos y bebidas, llegado al punto que en varias oportunidades tuvieron que hidratarla por vía intravenosa. Está sometida a un tratamiento con varios medicamentos, aunque los cirujanos dicen que la solución es quirúrgica. Ella no tiene dinero para esa operación y además tiene miedo de quedar peor que como está.

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Preocupada por su cuadro de salud decidió visitar al estado Lara, a sus amigos de toda la vida que viven en Cabudare, para acompañar la procesión de la Divina Pastora y rogar su intercesión para sanar, o al menos aliviarse, del problema que sufre.

Al recibir la llamada de Trinidad, Doña Beatriz Parra, viuda, de Dam le dijo que pidiera vacación adelantada y pasara el mes de diciembre con su familia, petición a la cual Trinidad accedió con gusto para disfrutar por varios días de la calidez entrañable que siempre recibe de Doña Beatriz y su familia.

Aunque no podía saborear los platos navideños que prepararon sus amorosos anfitriones, Trinidad celebró unas navidades plenas de alegría, solidaridad, apoyo moral y cuidados médicos. Uno de esos días, pasado el quince, el párroco de Cabudare, padre Juan Bautista  Briceño, en una de sus actividades decembrinas pasó por la urbanización donde estaba alojada para bendecir los pesebres y el de Doña Beatriz destacaba por su belleza candorosa, tenía la magia de una imaginación pura enfocada en prodigar devoción al niño Dios y su sagrada familia.

Como la jornada parroquial fue anunciada un día antes, Trinidad compró para ese día dos litros de agua mineral y una lechosa. Antes de llegar el padre Juan colocó ambas cosas al lado del pesebre, casi a escondidas. Ella se hincó frente al nacimiento y rezaba en silencio con mirada suplicante.

Al terminar el compartir hizo un batido de lechosa con el agua bendita y comenzó a orar, varios rosarios uno tras otro, frente a una imagen de la Divina Pastora que había comprado como recuerdo en una tienda católica ubicada frente a la plaza San José de Barquisimeto. Oraba y oraba, cada diez minutos toma un traguito de batido y sentía al principio como si le entrara arena a la garganta, a ratos no podía sostener el líquido en el esófago y tenía que devolverlo, pero ello no la entristecía, con mucha fe continuó este proceso, hasta que a eso de las cinco de la mañana el líquido comenzó a fluir hacia su estómago y con lágrimas y un cántico  infantil que espontáneo le salió del alma, Trinidad celebró a solas el milagro obtenido gracias a la intercesión de la Divina Pastora. O María, madre mía o consuelo del mortal, amparadme y guiadme a la patria celestial.

Hoy Trinidad Mercedes Menoyo Cepeda, natural de Popayán, camina entre millones de feligreses agradeciendo a la Divina Pastora el favor recibido. Sabe que no está curada totalmente y que debe continuar el tratamiento, cumplir con rigurosidad el protocolo médico, pero también sabe que tiene el apoyo divino de Jesús Dios, gracias a la intercesión de la Virgen María bajo la advocación de la Divina Pastora.

Dios con nosotros.

Jorge Euclides Ramírez

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