El milagro
No había aún transcurrido un mes de aquella piadosa visita a la población de Santa Rosa cuando el cólera que había causado estragos en el país, en Barquisimeto se expandía con la fuerza depredadora de un viento iracundo. En la Iglesia pastoral, el padre José Macario Yépez conversaba con el gobernador Zabulón Valverde y los doctores Samuel y Lorenzo Bernal, jueces, políticos, sobre aquella pandemia de fiebre, diarreas y muerte.
–¡Señores, estoy consternado!
-Sí, padre Yépez, el gobierno está consciente de la situación. He ordenado al general Desiderio Trías se ponga al servicio de la ciudadanía y dispusimos de los terrenos de “El Dividivi” como sepultura, para evitar mayores males y las familia de los difuntos están conformes con esta decisión. Por otra parte, padre Yépez, los doctores Vicente Cabrales, José María Pérez, José María Pérez Páez, Benito Goldins y el joven Eladio Lata están actuando como facultativos.
-Sí, ya lo sé gobernador, y sé que Dios no nos ha abandonado, por eso quiero pedirle, haga circular en la población una receta que recomienda el señor Arzobispo de Caracas para enfrentar y dice así:
“Para untarse en los brazos y en las sienes como preservativo el siguiente liquido: Dos onzas de éter sulfúrico, dos onzas de esencia de yerbabuena y cuatro onza de láudano, se mezcla todo muy bien y se da una cucharada de este líquido en dos agua fría azucarada y se repite esto cada cinco minutos. Para los calambres: fricciones de sal marina envolviendo los polvos en un trapo de lana. Para contener la diarrea: compuestos de granadas jojotas, carbón de coco y quince gotas de láudano, para una sola toma. Agua común, escorzonera o yerbabuena. Alimentos líquidos y arroz Alimentos para los buenos, los que no sean picantes, salados, grasoso, leche, queso y frutas. Para contener las diarreas y vómitos, se aplica al estómago una tostada caliente de ruda machacada, huevo, canela y láudano”
Muy interesante padre Yépez las recomendaciones del Arzobispo, inmediatamente las hare conocer de la gente perturbada ante la posibilidad de contraer tan grave mal.
-Gracia, gobernador, por nuestra parte, llamaremos de nuevo al a fe y elevamos plegarias a Dios y la virgen para que nos preserve nuestras vidas y nos de aliento para proseguir nuestra labor evangélica de hacer el bien a los enfermos y ayudar a buen morir a quienes Dios ha decidido llevarse de este mundo
Jorge Ramos Guerra