Pareciera un guión de la más espeluznante película de terror, los salteadores de la caficultura no cesan en su saña de acabar con la producción de la noble cereza en el país otrora primer productor en el mundo, por su calidad y segundo en cantidad.
El Estado venezolano se olvida de la responsabilidad social, económica y ecológica que le representa la producción de café; más de 62.000 familias en forma directa y más de ochenta y cinco mil familias en su totalidad, además de 24.500.000 jornales/año son los que se están destruyendo, pues son las cifras cuantificadas por el “Fondo Nacional del Café, FONCAFÉ”, para 1998, ya que la producción de café en tierras inhóspitas y de gran fragilidad ecológica, es la única forma con la que adquieren sus ingresos. Para estos venezolanos olvidados en las tres principales cordilleras venezolanas; guardianes gratuitos de 36 cuencas hidrográficas y 79 sub. cuencas, que viven en la más completa de las desidias, en ranchos de bahareque, piso de tierra, cocina de leña, sin letrinas, sin energía eléctrica, sin vías de comunicación, sin un sistema educativo idóneo y mucho menos asistencia de salud, traducido esto en una realidad palpable, desnutrición, hambre, enfermedades endémicas como, úlceras gástricas, cardiovasculares, cerebro vascular y hasta suicidios al no poder los caficultores cumplir con sus compromisos financieros, los cuales en un instinto de supervivencia, hasta han cambiado el café por cultivos ilícitos o emigran a las ciudades, donde son víctimas de la delincuencia y de las drogas, o se integran a la diáspora infame que destruye a las familias y al sistema productivo nacional; dueños de fincas que hasta hace veinticinco cinco años habían sido económicamente auto sustentables.
Situación ésta que hemos denunciando continua y consecutivamente desde el año 1999, cuando comenzó la debacle impuesta por un sistema económico fracasado y desfasado, que se ha enquistado en los organismos a quienes compete esta problemática.
Son múltiples las declaraciones periodísticas que nos dan la razón y que también dan validez al precepto jurídico que dice:
“A confesión de partes relevo de pruebas”.
Por los años 94 y 95 (cúspides en los precios internacionales), la industria se opuso a que se exportara café, lo que hubiese permitido el fortalecimiento del productor, avasallante como es su costumbre se impusieron y la exportación no fue permitida, subieron los precios al consumidor y bajaron a su más mínima expresión el precio al productor, luego comenzó el descenso en los precios, para agosto de 1.998 se fijó un “precio referencial” bajo la forma de una supuesta banda de precios, el dólar estaba en 543 Bs. Insistentemente hemos denunciado que esta política estaba “destruyendo la caficultura venezolana”, ahora, la realidad nos da la razón, para 1.998, Foncafé calculaba la producción del país en 1.500.000 Quintales/Año, con un consumo interno de 950.000 Quintales/año y una exportación de 600.000 quintales/año, ahora los mismos que han intentado extinguir la caficultura, quienes expropiaron a las principales industrias torrefactoras del país han denunciado en rueda de prensa nacional que la producción cayó en un noventa y cuatro punto dos por ciento (%94,2), solicitando al gobierno nacional la importación de café.
Estos depredadores han ocasionado la “hambruna del café”, después de incumplir con los precios acordados, no se conforman y saquean a las humildes familias caficultoras pagándoles como les da la gana,
El problema de la caficultura venezolana, hemos dicho reiteradamente, no es de financiamiento, ni de producción, es de rentabilidad, se debe restablecer la equidad en la cadena de producción.
Hemos denunciado constantemente “el contrabando de café de desecho y brocado” y hasta del café prohibido en muchos países, como lo es el “Café Torrado”.
¿Dónde está el excedente de café anunciado en cosechas anteriores que decían llegaba a tres millones ochocientos treinta y un mil quintales?
Con el descenso en la producción de café que ha llegado casi a su exterminio, se evidencia la inexistencia de políticas acertadas que fortalezcan a estas familias que se sumen en la más completa de las miserias.
Todos los estudios realizados y el Congreso Integral del Café nos dan la razón sobre la imperiosa necesidad de fortalecimiento de la Caficultura, letra muerta para aquellos que apoyan la devastación de las familias caficultoras, del sistema hídrico de nacional y las nacientes del vital líquido que surten a la población venezolana.
¡SALVE DIVINA PASTORA… ¡APIÁDATE DE NOSOTROS!
Maximiliano Pérez Apóstol
