En este 2024 nos encontramos en un momento crucial como venezolanos. Aunque las trampas del régimen persisten y la crisis humanitaria compleja arroja sombras sobre nuestro día a día, tenemos una nueva oportunidad para dejar atrás la pesadilla que nos ha aquejado por más de dos décadas. Este momento histórico, aunque desafiante, nos brinda la posibilidad de retomar el control de nuestro futuro como nación, marcando un hito en la larga travesía hacia la reconstrucción de nuestra amada Venezuela.
Debemos tener presente que el régimen, con su afán de perpetuarse en el poder, intentará desplegar todas las artimañas posibles para dividirnos. Su maquinaria buscará socavar la unidad de aquellos que trabajamos incansablemente por una Venezuela mejor. En su estrategia, tratarán de sembrar dudas sobre la participación en las elecciones presidenciales del 2024, buscando minar la confianza en el poder del voto como herramienta de cambio. Para nadie es un secreto que el régimen teme que el pueblo venezolano ejerza su derecho al sufragio libremente porque no cuentan con el apoyo de la gente.
Sin embargo, debemos afrontar estos retos con la firme convicción de que la democracia y la participación ciudadana son nuestras armas más poderosas. A pesar de los obstáculos, cada espacio es una oportunidad para alzar nuestra voz y reafirmar nuestro compromiso por un país más justo y próspero. La democracia es el camino.
La crisis humanitaria compleja, con su carga de penurias diarias, no puede desviarnos del camino hacia la democratización y reconstrucción. La economía mellada por la corrupción y malas políticas públicas, las fallas en los servicios básicos, la decadencia del sistema de salud… todos estos desafíos no pueden eclipsar la esperanza que late en cada corazón venezolano. Es en los valores cívicos y democráticos que tanto nos caracterizan donde hallaremos la fuerza para sobreponernos a la adversidad.
El compromiso con la justicia, la libertad y la participación activa son los cimientos sobre los cuales construiremos el cambio que anhelamos. No permitamos que la desesperanza se apodere de nuestro espíritu. Recordemos que la historia de Venezuela es también la historia de su capacidad para renacer de las cenizas. Desde la fundación de la República hemos vencido a la tiranía en todas sus formas y esta no será la excepción.
Debemos mirar más allá de los desafíos inmediatos y visualizar la Venezuela que queremos. Imaginemos un país donde la calidad de vida sea una realidad para todos, donde las oportunidades florezcan y los salarios dignos sean la norma. La senda hacia ese futuro empieza con una firme convicción: a pesar de las tormentas, el sol de la esperanza siempre brilla sobre nosotros. Juntos, con determinación y unidad, podemos superar los obstáculos del presente y construir el país que merecemos. Que este año electoral nos encuentre más fortalecidos que nunca, listos para hacer frente a los retos y encaminarnos hacia un horizonte de cambio y prosperidad.
Stalin González