La Semana Santa de 1854
Se conmemoró en Barquisimeto, en medio de un fuerte verano e insoportable sequía y una inocultable crisis política y económica, aunada, a conspiraciones contra el gobierno del general José Gregorio Monagas a pesar, de haberse aprobado la ansiada «Ley de Abolición de la Esclavitud». El nepotismo de los Monagas desde el poder y la corrupción eran el pan de cada día. La situación del padre Yépez estaba en limbo. Gobierno y conservadores le vigilaban, mientras los liberales le admiraban por su valentía, en defensa del patrimonio eclesiástico con lo cual aquel viernes santo en la iglesia de San Juan no cabía un alma para escuchar su sermón de las 7 palabras dada su elocuencia en la interpretación bíblica. Cuando desde el púlpito retumbó su voz en nombre de San Pablo, mientras sus palabras se tomaban a la letra al buen juicio del Cronista Soteldo y varios periodistas que auscultaba la serenidad del gobernador Aguinagalde…
“¨Por su frutos los conoceréis nos dice el apóstol San Pablo”, que es como decir, por sus acciones conoceremos al hombre, pos sus obras responderán ante Dios y es de armonía hermanos míos, la buena siembra de la voluntad y cosecha de su fruto de alimentación al cuerpo y al alma. Y yo, preguntaría ¿De qué vale, mantener al cuerpo sano, bien alimentación, si el alma luce como un harapo andariego?…pues bien, así andan de cuerpo y alma quienes ofenden a Dios, reniegan de dios, y no contento con ellos, los despojan de sus bienes y se cuestiona la potestad eclesiástica.
–dice el apóstol San Pablo y los estamos conociendo en las personas de quienes nos gobiernan. Empobreciendo casa es más a la iglesia, confiscando sus templos y conventos, robando nuestro cáliz de oro al que responderá la ira del señor y nos preguntamos cómo inteligencia de quienes nos gobiernan…. de quienes nos go…bier. Todos hermanos míos, llamados conservadores, liberales, unos masones, otros pecadores todos…
Absorta la feligresía, fue retirándose del templo en silencio., En casa de familias distinguidas estaba preparado un almuerzo, pero sería en casa de don Pablo Judas donde asistirían los sacerdotes José Macario Yépez y José María Raldiriz. Se trataba del propietario de la primera imprenta que se instaló en Barquisimeto y donde por lo general ciertos dias de la semana tumban café en los atardeceres, para intercambiar ideas de los acontecimientos cotidianos. Barquisimeto era una encrucijada geográfica del pais y la información fluía permanentemente, especulando que allí se conspiraba contra el gobierno de los Monagas y la ausencia del gobernador Aguinagalde, se adelantaba a las sospechas por la sola presencia de los curas Yépez y Raldiriz
Jorge Ramos Guerra