#OPINIÓN ¿Y quién no podría creerle a José Miguel si jura con tanta vehemencia? #10Ene

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«Filicida también es aquel que Jura falsamente poniendo de garantía la vida de su hijo, porque es un asesino que maldice a su descendencia».
Crisanto Gregorio León

Los narcisistas son mitómanos.- Luego de un lustro estudiando a José Miguel, todos los test concluyen que se trata de un narcisista psicópata. José Miguel es un hombre violento, perturbadoramente mentiroso y tramposo. José Miguel no solo ejerce violencia física sobre las mujeres y en contra de los más vulnerables sino que su violencia verbal lo define exclusivamente, porque además es vulgar, escandaloso e insolente. José Miguel es un tipo arrebatado e inmoderado, que no tiene techo de respeto por nadie, ni por sus padres con quienes se pone en pleito de tú a tú sin ninguna consideración. José Miguel trata con desprecio a quienes él envidia aunque lo hayan favorecido o hayan hecho algo bueno por él de alguna manera. Es un trastornado que no respeta a nadie que no sea una cortesía fingida o teatralizada cuando le conviene por algún interés innoble. El asunto es que cual narcisista José Miguel le aplica ignominia a quienes él sabe lo superan en educación y en cultura. Él alimenta su personalidad con la peor subcultura donde vive y de las gentes de baja ralea con quienes se relaciona. Para no cumplir ni sentirse agradecido le hace ghosting a quienes les debe algo, pero si él necesita de ellos entonces les escribe o los llama fingiendo educación. José Miguel utiliza a las personas, pero una vez que logra lo que quiere, entonces se hace de rogar y despliega indiferencia hacia la gente de quien se aprovecha.

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El padre alcahuete. El padre de José Miguel acostumbra justificarlo: “Es que José Miguel está ocupado”, “es que José Miguel se está jugando”, “entre usted y José Miguel, yo le creo a José Miguel”. Sin lugar a dudas la psicopatía de José Miguel es hereditaria. En un juicio penal en el que estaba “en vilo” su libertad José Miguel se vio chorreado y se mostró dúctil para engañar al tribunal, pero una vez salvado por quienes creyeron ingenuamente en su inocencia; este psicópata narcisista se viste otra vez con su traje de depredador y vuelve a su mundo de impunidades. No importa que el narcisista o el narcisista psicópata reciba de la gente empática un trato de respeto, consideración, nobleza y altruismo; nunca recibirá de ellos un trato recíproco; porque los sentimientos de estos trastornados seres son: el odio, la envidia y el desagradecimiento.

El juramento de José Miguel Para hacerse creer y quien lo vea y lo escuche lo tenga como un hombre correcto y cumplidor, José Miguel juró por Dios, haciendo cruces con sus dedos, rogando al cielo que se muera su hija envuelta en llamas y que quede carbonizada si él estuviera mintiendo de haber pagado en dólares aunque fuera una minúscula porción de una deuda muy superior que contrajo hace cuatro años y por la cual su ingenuo favorecedor creyó en su palabra, la cual resultó ser más falsa que una escalera de anime. José Miguel sabe que debe más que ese poquito que juró falsamente haber pagado. Cierto día José Miguel llegó desesperado pidiendo ser socorrido en varios asuntos que implicaron la disposición, el desempeño y traslado de un profesional en varias etapas según José Miguel iba requiriéndolo. Cada trabajo diferenciado y los traslados ascendían a altas cantidades en dólares por separado, conforme a la tabulación reglamentaria. Por los que José Miguel aprovechándose de la buena fe que se le pudo haber tenido, todo el tiempo argumentaba. “No se preocupe”. Pero pasaban los años y José Miguel caprichosamente nunca pagaba ni el capital ni los intereses; que no fueran simplezas cuyas sumatorias no ascendían en conjunto al importe de uno solo de los trabajos de los cuales se había beneficiado. Ese “no se preocupe”, se tradujo como: “no pagaré ni agradeceré”.

Queriendo confundir. El asunto es que el aprovechado José Miguel, muy tramposamente hizo en su mente “un solo paquete aun tratándose de obligaciones diferentes”, como si fuese de un solo asunto por el que alardeaba falsamente entre los suyos haber pagado, pues José Miguel había contraído varias y diferenciadas deudas; por las cuales en efecto a regaña dientes medianamente pagó solo una y de mala gana, de forma displicente – con desagrado y disgusto – , aplicando ghosting como es su estilo, además de una actitud de desprecio e ignominia hacia su benefactor, de insolencia y de enfrentamiento igualado sin respetar las diferencias de educación ni de cultura, ni la canicie, como si su crédulo auxiliador fuera alguien detestable, a quien trataba como “una cosa” de poco valor y sin estimación y no alguien a quien podría decirse con toda certeza que le debía la preciada libertad, además de otra serie de beneficios por los que José Miguel se muestra ingrato, grosero, despectivo, maleducado y ofensivo, manoteando, escandalosamente gritón , encabritado todo el tiempo. Es que así actúan los tramposos para no pagar. Y aunque José Miguel solo estudió hasta el quinto grado, recordamos a la gente sin mayor escolaridad, que ni siquiera alcanzaron una educación primaria, pero cuyas palabras empeñadas son tan importantes que se esmeran en cumplir sus deudas porque si no lo hacen se sienten deshonestos, deshonrados e inmorales.

Los “José Miguel” que te encuentres, son personas que juran vilmente por la vida inocente de sus hijos, si eso les funciona para zafarse de alguna deuda o de alguna responsabilidad o quedar bien cuando tienen público. Personas como José Miguel, cambian, alteran o modifican los hechos a una versión que los favorezca o los beneficie en perjuicio de los demás, incluso en perjuicio de quien ingenuamente les hubiera podido haber creído en algún momento. Son personas que no tienen ni principios ni valores que no sean maneras o formas acomodaticias de salir vencedores de sus perversas trampas en contra de otros a como dé lugar, con tal de salir airosos de sus mendacidades, o de sus descomposturas éticas y morales. Es gente mitómana, se trata de personas patológicamente embusteras, al punto de mentirles e irrespetar en sus caras a sus víctimas, y a quienes les hayan visto, oído y presenciado aquello que niegan y de lo que son culpables o responsables y que constituye el meollo de la discusión o de la controversia, cometiendo perjurio, deformando a su antojo los acontecimientos según les convenga o beneficie.

Gente de mal vivir. Esos “José Miguel”, son gentuza que se hacen pasar por ofendidos, cuando en realidad son los ofensores, que se hacen pasar por aprovechables cuando son los aprovechadores. Son ladrones perversos que le juran en la cara a los ofendidos que ellos son los timados cuando en realidad son los timadores. Poseen tales trastornos de la personalidad que niegan los derechos de los demás al tiempo que se apropian de derechos que no les pertenecen. Pudiste haber sido ofendido por ellos, y entonces desconocen lo que te deben o lo que has hecho para su beneficio, o siendo testigo de excepción de los hechos que ellos niegan pero que han protagonizado malvadamente o de los dichos que ellos desmienten que los hayan declarado, manifestado o verbalizado, y en tu cara te dicen que eso es mentira y tergiversan la verdad, acomodando la realidad a una “verdad falsa” que no es la verdad verdadera y con sorna e irrespeto hacia ti. Se trata de canallas que inventan dichos o hechos que los favorecen y sin importarles nada te restriegan en tu cara lo que es falso y lo que es mentira, burlándose de ti. Gente como José Miguel corroboran el dicho: «es del mal nacidos ser desagradecidos».

José Miguel, despojó a una viuda de su casa. Con artificios y engaños José Miguel se apoderó de la casa de una viuda desesperada y la casa quedó maldita. Aquella señora había enviudado por lo que quedó sola al cuidado de los hijos. Y aconteció que el menor de sus hijos se vio envuelto en un asunto criminal y la angustiada mujer ante el sobresalto no encontró otra salida que dar su casa en prenda para garantizar el pago de abogados para la defensa de su vástago. Y esa fue la deleznable oportunidad de José Miguel, para confundir aún más a la ya aturdida viuda y quedarse con su vivienda a cambio de un armatoste descompuesto, que ante la necesidad, la confundida mujer decía incoherencias y no atisbaba que estaba perdiendo su patrimonio en manos de un aprovechado abusador. El asunto fue que la viuda dentro de su dolor y tribulación, encontrándose vulnerable y con los flancos expuestos, declinó de su patrimonio con un desventajoso negocio por el que José Miguel ahora tiene casa en la que vive con su descendencia y con su engañada mujer. Porque, no podemos soslayar que los narcisistas psicópatas son adúlteros y promiscuos y la traicionada mujer lleva más cachos que una vaca. Ah, pero el “orgulloso” padre de José Miguel, se siente representado en su hijo, porque él también le ha sido infiel a su mujer y tiene hijos extramatrimoniales. De modo que muestra una satisfacción inmoral descomunal porque su hijo ha seguido sus pasos.

Los “José Miguel” te descalifican en tu propia cara, sin ningún estupor. Con una desfachatez inusitada y un caradurísmo descomunal José Miguel llama mentiroso en su cara al hombre a quien le debe la maravilla de estar en libertad. Y José Miguel le grita sin ninguna consideración, ninguneándolo y menospreciándolo: “tendré que grabar cuando te esté pagando”, porque tú lo que quieres es aplicarme la ley del embudo, lo ancho para ti y lo angosto para mí. Con lo que el incrédulo hombre experimentó la inmovilidad tónica, al no esperar jamás que la persona a quien había patrocinado se comportara con tal ingratitud, al punto de llamar mentiroso a su benefactor. De modo que José Miguel en vez de demostrar respeto y agradecimiento, se desvistió de su camuflaje y se dejó ver tal cual es. Se mostró como es en realidad, como una persona vil sin principios, sin valores, sin códigos éticos ni morales que respetar. Con este comportamiento, con esta actitud, José Miguel “quedó confesó” de que es culpable de los delitos que se le acusan, porque si en su propia cara con el apoyo de sus monos voladores, insultó y vejó a quien lo protegió, evidentemente el ingenuo hombre estaba al frente de un embaucador, de un criminal capaz además de golpear a una anciana mujer y decir que era falso. Pero José Miguel como todo narcisista, sufre de un sentido de inferioridad que pretende tapar u ocultar agrediendo a otros para sentirse superior, es por ello que sabiéndose inferior pretende invalidar a las personas de valía.

Las consecuencias de jurar en vano por la vida de los hijos. Al parecer jurar por la vida de los hijos es como sellar con una verdad irrefutable algo que esperamos nos sea creído a todo evento y sin lugar a dudas, dada la importancia y trascendencia de las personas por cuyas vidas estamos comprometiendo nuestra honorabilidad. Pero es precisamente la importancia y la gravedad de lo que implica jurar y poner por en medio la vida de inocentes para hacernos creer, que es algo de tal bajeza que la reacción psicológica inmediata es precisamente lo contrario. No creer en ese juramento, que por cuya trascendencia quien está jurando lo que pretende es engañar. Y peor aún, le está deseando un mal de alta magnitud a sus hijos que con toda certeza el destino, el tiempo o el universo habrá de cobrarse. Lástima que en este caso José Miguel haya envuelto en un destino incierto el futuro de su hija, toda vez que en el momento menos esperado el destino cobrará y por efecto de su malignidad la vida de su hija ha quedado como garante de la mentira que ha dicho su padre. Y por ser mentira aquello por lo que ha jurado y por lo que ha comprometido la vida de su inocente hija, el universo, el destino y la vida propiamente han escuchado precisamente lo que José Miguel ha proferido, deseado y jurado. Y debe tener por cierto José Miguel que lo que ha soltado de su boca ha de cumplirse de uno u otro modo, ahora o más tarde porque ha puesto por garantía de una mentira lo más valioso que ha debido cuidar; porque los inocentes suelen pagar las culpas de los errores que otros han cometido.

El inexorable destino. Ningún padre se ha salido con la suya cuando ha jurado algo que es falso, comprometiendo la vida de sus hijos, ninguno ha podido librarse de la desgracia que ha decretado sobre sus inocentes hijos. Y ningún hijo se ha salvado de esa maldición declarada por sus padres. Puede ser que el tiempo pase al parecer inofensivo, pero la deuda va a ser cobrada porque así lo decretó su padre con un juramento besando en cruz sus dedos e invocando a Dios. ¿Y cómo José Miguel quitará esa maldición sobre la vida de su inocente hija? Pues la única manera es que prontamente, antes de que no haya remedio; Dios y el universo reciban la verdad de lo que esconde esa mentira que fue garantizada con un juramento en vano y la verdad sea dicha y la deuda sea pagada. Pero para las perturbadas personalidades de los narcisistas o de los narcisistas psicópatas estas experiencias de decir la verdad y honrar las deudas, son poco probables porque se trata de malas personas que se creen justificadas y no dan su brazo a torcer ni por la vida de sus hijos, al punto de envolverlos en una maldición para justificar sus errores y para hacerse creíbles. Las desgracias se desencadenarán en contra de José Miguel y de su hogar en los momentos inesperados, así lo decretó el mismo por su boca.

Según la Biblia, jurar en vano es tomar el nombre de Dios en vano. Cuando alguien jura, está poniendo a Dios como testigo de lo que afirma. Por lo tanto, jurar falsamente es tomar el nombre de Dios en vano.

«Favorecer a un ingrato es como perfumar a un muerto».
Plutarco

Crisanto Gregorio León
[email protected]

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