La imagen de la Divina Pastora, patrona de los larenses, recibe cada año el amor y la veneración de miles de fieles que acuden a su encuentro en la procesión más grande de América Latina, pero detrás de esta multitudinaria manifestación de fe, hay un grupo de hombres que se encarga de proteger y cuidar a la sagrada imagen: los celadores de la Pastora de las almas.
Los celadores son los encargados de resguardar a la Virgen durante su visita a la ciudad de Barquisimeto, que se realiza cada 14 de enero, y durante su peregrinación por las distintas parroquias donde se le rinde tributo al recibirla.
Edgar Peña y Otilio Mendoza son dos de los 11 celadores que actualmente forman parte de este cuerpo. Ambos llevan años al servicio de la Divina Pastora y comparten con El Impulso su experiencia y su sentimiento hacia la excelsa patrona.
“Ser celador es un privilegio, una bendición y una responsabilidad. Es un compromiso con la Virgen, con la iglesia y con el pueblo. Es una forma de expresar nuestra fe y nuestra devoción”, dice Peña.
Peña destacó la labor que realizan los celadores en conjunto con los miembros de la Cofradía de la Divina Pastora, la asociación laica que se encarga de organizar la procesión y las actividades religiosas en honor a la Virgen. “Trabajamos en equipo, con respeto y armonía. Somos una familia que tiene un mismo objetivo: servir a la Divina Pastora”, afirma.
Mendoza, por su parte, relata que los celadores acompañan a la Virgen desde días previos a su visita a Barquisimeto, cuando se le realiza la novena y se le prepara para el recorrido.
Los celadores de la Divina Pastora son guardianes de la fe y la devoción de un pueblo que la ama y la respeta. Son también testigos de los milagros y las gracias que la Virgen derrama sobre sus hijos. Son servidores de la madre de Dios.