Año Nuevo es el día en el que comienza un nuevo año calendario y el recuento de años del calendario aumenta en uno. Muchas culturas celebran el evento de alguna manera. En el calendario gregoriano, el sistema de calendario más utilizado en la actualidad, el año nuevo ocurre el 1 de enero (día de año nuevo). Este fue también el primer día del año en el calendario juliano original y en el calendario romano (después del 153 a. C.).
Otras culturas observan su día de Año Nuevo tradicional o religioso de acuerdo con sus propias costumbres, típicamente (aunque no invariablemente) porque usan un calendario lunar o un calendario lunisolar. El año nuevo chino, el año nuevo islámico y el año nuevo judío se encuentran entre ejemplos bien conocidos. India, Nepal y otros países también celebran el Año Nuevo en fechas de acuerdo con sus propios calendarios que se pueden mover en el calendario gregoriano.
Durante la Edad Media en Europa Occidental, mientras el calendario juliano todavía estaba en uso, las autoridades cambiaron el día de Año Nuevo, según la ubicación, a otros días, como el 1 de marzo, el 25 de marzo, la Pascua, el 1 de septiembre y el 25 de diciembre. Desde entonces muchos calendarios civiles nacionales en el mundo occidental y otros lugares han cambiado para usar una fecha fija para el día de Año Nuevo, el 1 de enero; la mayoría lo hizo cuando adoptaron el calendario gregoriano el primer día del año civil en el calendario gregoriano utilizado por la mayoría de los países.
Contrariamente a la creencia común, en occidente el Año Nuevo civil del 1 de enero no es una fiesta religiosa cristiana ortodoxa. El calendario litúrgico ortodoxo oriental no prevé la observancia de un Año Nuevo.
El 1 de enero es en sí mismo una fiesta religiosa, pero eso se debe a que es la fiesta de la circuncisión de Cristo (siete días después de su nacimiento) y una conmemoración de los santos. Si bien el calendario litúrgico comienza el 1 de septiembre, tampoco hay una observancia religiosa particular adjunta al comienzo del nuevo ciclo. Las naciones ortodoxas pueden, sin embargo, realizar celebraciones civiles para el Año Nuevo. Aquellos países que se adhieren al calendario juliano revisado (que sincroniza las fechas con el calendario gregoriano), como Bulgaria, Chipre, Egipto, Grecia, Rumania, Siria y Turquía, observan las fiestas religiosas y civiles el 1 de enero. En otras naciones y lugares donde las iglesias ortodoxas todavía se adhieren al calendario juliano, como Georgia, Israel, Rusia, Macedonia del Norte, Serbia, Montenegro y Ucrania, el año nuevo civil se observa el 1 de enero del calendario civil, mientras que esas mismas fiestas religiosas se celebran en 14 de enero gregoriano (que es el 1 de enero juliano), de acuerdo con el calendario litúrgico.
Fuente: Wikipedia.
Los venezolanos tenemos características propias y pareciera causalidad que las iglesias ortodoxas que se adhieren al calendario juliano celebran las fiestas religiosas el catorce (14) de enero, fecha en la cual creyentes católicos del mundo, aquí en Barquisimeto, celebramos la fiesta magna de la “Divina Pastora”.
Era tradicional celebrar la llegada de un nuevo año a casa abierta (Open House, como dirían los gringos). Recuerdo a pecho apretado que, en mi casa paterna (Hoy en día invadida por un grupo de delincuentes que dicen ser revolucionarios) desde tempranas horas de la noche, los treinta y uno de diciembre recibíamos a familiares y amigos. Tíos, primos, y parientes; innumerables amigos y, entre los primeros en llegar estaba el Sr. Biggot, durante todo el año no se sabía de él, pero llegada las ocho de la noche en punto, de cada treinta y uno de diciembre, estaba atravesando la puerta principal de la casa que fue la ilusión de papá y de mamá.
Jamás podré olvidar cuando familiares y amigos se agolpaban al lado de la radio para oír el mensaje indescriptible de don Amílcar Segura despidiendo el año viejo y las 12 Uvas del Tiempo de Andrés Eloy Blanco marcando las doce campanadas de la media noche…
Era raro darle el feliz año a un vecino en su propia casa, todos salíamos a recorrer el vecindario para darnos el feliz año…
Las mesas atestadas de comidas, dulces y de bebidas que, por ahora, para muchos, son imposibles de adquirir; las sillas ocupadas por seres queridos que, ¡ojalá! sea por ahora, que están ausentes.
Ese sabor a familias desmembradas y, a situaciones desesperadas, a la vivencia de la destrucción de un país sumido en la pobreza de la mayoría de sus habitantes envueltos en el desastre que acaba con los servicios públicos y de salud; con el sistema educativo; con el aparato productivo que representa a las fuentes de empleo aunado a la falta de combustibles: gasolina, gasoil y gas; al mal servicio eléctrico me hacen preguntar:
¿Es pertinente desearnos un feliz año nuevo?
Y me respondo…
¡CREO QUE SÍ!
“Porque en la fe está la verdadera vida”.
Ahora es cuando Venezuela tiene posibilidades de salir del atolladero en que se encuentra. El Capital humano forjado y formado en el país ha demostrado mundialmente que, en conocimientos y habilidades está a la cabeza en profesionalismo, tecnicismo y de la mano de obra calificada necesaria para que, execrando la corrupción e implementando el “Estamento legal”, tal cual lo dejó expreso el legislador probo en su espíritu, propósito y razón, utilizando los recursos con los cuales Dios Padre Todopoderoso dotó a esta “Tierra de Gracia” lograremos recuperar y superar el bienestar social que disfrutamos antes de la implementación de un sistema político económico que nos ha provocado una catástrofe característica de un país en guerra…
Por ser la amistad mi pasión y el amor mi recompensa…
“FELIZ AÑO NUEVO A TODOS LOS SERES HONESTOS Y DE BUENA VOLUNTAD”.
Maximiliano Pérez Apóstol