«Que la Navidad sea el pretexto para que practiques
la generosidad con aquel que necesita de tu ayuda».
Crisanto Gregorio León
La educación financiera explicada por Jesús de Nazaret. Tajante es Nuestro Señor Jesucristo al decir: “Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Luego ven y conviértete en uno de mis seguidores. Cuando el joven oyó eso, se puso muy triste, porque era muy rico”. Ésta es la educación financiera que proclama el hijo de Dios para poder tener vida eterna. Mateo 19:21-22. Por otra parte, la educación financiera que enseñan los vendedores de Best Seller, se basa en tres aspectos clave: Adquirir conocimientos financieros, desarrollar competencias para utilizar los conocimientos en beneficio propio y ejercer la responsabilidad financiera mediante una gestión adecuada de las finanzas personales. La grave dicotomía entre el mensaje de Jesucristo y los aspectos clave de la educación financiera está en la dimensión que le demos al aspecto “beneficio propio”. Si por beneficio propio entendemos el egoísmo y la avaricia para hartarnos de dinero y de riquezas sin consideración de nada y de nadie; o si por el contrario y es esta la visión que espera Dios, que el beneficio propio envuelva también el beneficio al prójimo que a la luz de las escrituras es para beneficio del alma de quien es bondadoso con su dinero y riquezas, sin que ambos parámetros sean excluyentes. Así dice el Señor: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, dispuestos a compartir, atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
Jesús, el poder y el dinero. Jesús dijo: «no se puede servir a Dios y al dinero». «Nadie puede servir a dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero». En Mateo 6:19-21, «no os hagáis tesoro en la tierra…más hagáis tesoro en el cielo. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón también». No hay que ser muy entendedor para comprender que en este pasaje el creador claramente nos enseña que el corazón que atesora el dinero y no a Dios, arderá en el infierno. Porque si tu corazón está en el dinero y este no te permite obedecer ni siquiera el primer mandamiento de la ley de Dios, y te impide ser misericordioso como es Dios, entonces tu corazón tiene marcado su destino. Acontece que cuando una mente o un alma divorciada de Dios concibe la educación financiera y el beneficio propio como sinónimos de practicar extrema avaricia, hacer gala de un corazón de piedra, alardear de indiferente ante el dolor y la necesidad del prójimo, mofarse de quien pide, escarnecer a quien ruega ayuda, vanagloriarse al utilizar un lenguaje evasivo, pedante y jactancioso para ganarle en verbo y en discurso al que tiene hambre y está enfermo impedido para el trabajo, ejercer sarcasmo contra el menesteroso que se quiebra ante quien nunca pensó fuera tan miserable, entonces; quien así se distancia de la enseñanza de Dios, no es un pupilo en educación financiera sino un pupilo de Satanás.
La piel de zapa de Honoré de Balzac. Desconoce quién con el pretexto de practicar educación financiera, se aleja de la caridad humana y al colmo dice llamarse cristiano, porque la educación financiera no se trata de utilizar el dinero como la piel de zapa. Un dinero que tal vez prolonga y hace placentera la vida terrena para el avaro y su progenie – quizás –; pero que al mismo tiempo predispone su alma para el infierno. Que como Rafael de Valentín el protagonista de la novela, vende su alma al diablo por un talismán con poderes mágicos que le conceden todo lo que desee. Como aquel que blandiendo la educación financiera como pretexto para no hacer bondad ni caridad, ni de manera minúscula; lo que sí hace es someter su alma a la adoración al dinero como el talismán de la piel de zapa. Para quienes han tenido la oportunidad de ver o leer la novela, han podido percatarse que cada vez que Rafael pide un deseo, la piel se achica, lo que le resta años de vida y el diablo está más cerca de su alma. De tal modo que cuando el dinero es para ti tu piel de zapa y ni siquiera le das al dinero una función bondadosa, ten por seguro que tu alma no está inscrita en el libro de la vida. Según 1 Corintios 6:9, entre las personas que no heredarán el reino de Dios están los injustos y los avaros.
Nunca es tarde para cambiar como lo hizo el Señor Scrooge. Una famosa Obra del escritor Charles Dickens que narra y describe la vida del banquero o prestamista Ebenezer Scrooge un hombre de corazón duro, además de egoísta, amargado y miserable que reniega del espíritu navideño; pero que terminó convirtiéndose en un hombre generoso. ¿Entonces por cuáles motivos no puedes hacer que en tu vida florezca el amor hacia el prójimo durante todo el año? No es por casualidad que estás leyendo esta epístola, pues hay un mensaje para ti. Si durante todo el año, o ha sido práctica en tu actitud desentenderte de aquel que sabes que está necesitado, enfermo, hambriento y sin vestimentas, y aun pudiendo tu ayudarlo, porque está en tus manos hacerlo y no lo haces entonces tienes un corazón miserable, un corazón mezquino que se aparta del amor de Dios.
Hubo una vez un hombre que se decía cristiano. Esta es la historia de «Charlie», un hombre que tuvo que emigrar porque la vida en su país se hizo ruda, la economía en su tierra natal colapsó y la marginalidad imperó. De tal modo que Charlie un gentil y buen hombre, bautizado en Cristo enrumbó sus destinos al país de América del Norte y se asentó en un lugar de florida economía. Con la bendición de Dios y con un corazón limpio como el cristal y dulce como la miel «Charlie», emprendió, trabajó, hizo de aquellas tierras su nuevo hogar y sus finanzas prosperaron. Pero «Charlie», es la versión inversa del señor Scrooge. Pues «Charlie», de ser un hombre bueno, manso, piadoso y generoso, de ser un hombre sencillo, humilde y de gestos loables se convirtió en un monstruo repelente, escarnecedor, burletero, humillador, avaro y sarcástico. Se le recuerda a «Charlie», como un hombre de buenos modales incapaz de ofender a nadie, como un ejemplo cristiano y como un compañero sin egoísmos. «No te sientes en sillas de escarnecedores» Salmo 1:1-6.
La crematomanía de “Charlie”. El caso es que “Charlie” se enfermó de avaricia, el dinero lo hizo cambiar para mal. Su economía floreciente barrenó en «Charlie» todas las virtudes cristianas que lo hacían lucir como un espléndido hijo de Dios. Aquel que le pide ayuda a «Charlie», es humillado con burlas incisivas, denigrantes y sin piedad. Ahora los libros de cabecera de «Charlie», son aquellos que hablan de educación financiera y las sagradas escrituras pasaron a un plano muy inferior al nivel que antes ostentaban en su alma y en su anterior formación cristiana. Ha olvidado «Charlie», que nadie puede servir a dos amos, que no podéis servir a Dios y al dinero” Porque despreciarás a uno y querrás al otro; o, al contrario, te dedicarás al primero y no harás caso del segundo. El hecho es que aquel querido “Charlie” está envanecido y si alguien le pide ayuda, él niega su auxilio argumentando que se lo impide lo que ha aprendido sobre educación financiera. Según 1 Corintios 6:9, entre las personas que no heredarán el reino de Dios están los injustos y los avaros.
Es Cristo quien te pide comida “Charlie”. Refiere un otrora Mentor de “Charlie”, de quien aprendió entre muchas lecciones cristianas, el significado de la vida de Jesús (Joshua) en tiempos modernos. Un viejo maestro con graves dolencias en las piernas y en las manos por la diabetes y la artritis; un hombre con la vista muy nublada por las cataratas y cansado por los años; que sufre variadas dolencias a causa de las neuropatías y síndromes que lo mantienen postrado en un catre, con movimientos muy lentos y dolorosos, que además vive solo porque no tiene parentela salvo una hija de crianza discapacitada que ya no está con él; pues al salir del seminario y dejar su vocación sacerdotal se dedicó a la docencia universitaria y no formó familia. Que no tiene cocina, ni nevera, ni cama, ni aire acondicionado, ni TV, apenas un destartalado celular que ya no da para más. Apunta el anciano formador de “Charlie” que tiene alrededor de seis años escribiéndole, pidiéndole, rogándole ayuda, implorando su favor, por comida y medicinas. Pero “Charlie” se mofa de él, le hace ghosting y le envía stickers y emojis explícitamente despreciativos y malvados, cerrándole las puertas en la cara, riéndose en desparpajo, y le escribe despreciativamente “no voy a leer nada”. “Charlie” argumenta que no puede regalar ninguna porción de su dinero porque la educación financiera se lo impide. ¿Qué pasará con “Charlie” cuando esté ante el tribunal de Dios? Y ¿por qué su anciano Mentor ha insistido en rogarle ayuda a “Charlie” si sabe que nada obtendrá de él?. ¿Acaso el viejo Mentor es el mismo Cristo que está dándole a “Charlie” la oportunidad de volver a su redil?
La bondad de Marbelis. Contrario a la actitud de «Charlie» evocamos el ejemplo en amor al prójimo de una joven madre trabajadora que no es cristiana de andar con la Biblia debajo del brazo, pero que sí la pone en práctica y la lleva en su corazón y que demostró amar a Cristo, cuando en alguna ocasión aún sin tener riquezas, llena de bondad, auxilió a su viejo mentor. El aporte de Marbelís lejano en el tiempo pero cercano en la memoria, en un momento de vida o muerte, tuvo el mismo grandioso significado espiritual que Jesucristo le otorgó al acto de desprendimiento de la mujer que dio para el tesoro del templo las únicas dos monedas que tenía.
La Biblia versus los Best Seller. Podríamos decir que “Charlie” descubrió el código del dinero, que es un inversor inteligente, que logró aprender lo secretos de una mente millonaria, que pensó y se hizo rico, que es el hombre más rico de Babilonia, que el dinero lo hace feliz, que es el millonario de la puerta de al lado, que sabe lo que debe saber del dinero y que nunca le enseñaron, y que distingue la educación financiera para padre e hijos. Pero “Charlie” ha pateado la Biblia y las enseñanzas cristianas y ahora es un hombre rico en dinero pero pobre de alma. Lo que sí sabemos es que “Charlie” a diferencia de Arkad, no es conocido por su prodigalidad ni generosidad al menesteroso que le ruega ayuda. Poco aprendió “Charlie” de la esencia de los Best Sellers que se ha leído. Porque no hay que perder el alma para ser rico en fortunas materiales, ni mucho menos convertirse en un despiadado déspota y escarnecedor con el prójimo que pide ayuda.
«No humilles al que te pide, pues si se quebró ante ti,
es porque te cree una digna persona».
Crisanto Gregorio León
Crisanto Gregorio León
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