Aunque nos enfrentamos a una crisis humanitaria compleja que mantiene en la miseria a millones de venezolanos y ha obligado a muchos otros a migrar a distintos países, nuestro país ya no es la Venezuela convulsa de años anteriores, marcada por protestas masivas. La situación actual, aunque deplorable, difiere de los momentos críticos como los que vivimos en 2014 o 2017. La polarización que caracterizó el pasado ha cedido espacio a un clamor unificado: los venezolanos anhelamos un cambio político que nos permita vivir mejor y dejar está pesadilla atrás.
Todos estamos hartos de la crisis de servicios básicos, la inflación, los salarios insuficientes y la corrupción arraigada. Buscamos construir un país donde vivir sin temor a pensar distinto, con instituciones sólidas que trabajen para el bienestar de todos y con progreso social. Sentimos el peso de los desafíos diarios y también trabajamos incansablemente por el cambio político que tanto deseamos.
Anhelamos un país donde la calidad de vida no sea solo una aspiración, sino una realidad palpable. Un lugar donde el progreso social no sea solo un sueño lejano, y donde la diversidad de pensamiento sea bienvenida y respetada. Soñamos con un cambio logrado a través de medios democráticos, donde el ejercicio del voto sea la herramienta clave para la transformación. Sabemos que solo mediante el consenso y el reconocimiento al contrario podremos llegar a una mejor Venezuela.
Para alcanzar este horizonte, necesitamos más que el esfuerzo interno. Necesitamos la solidaridad y el respaldo de la comunidad internacional. Por ejemplo, la Unión Europea, defensora de los valores democráticos y los derechos humanos, es un aliado estratégico en nuestro viaje hacia la recuperación de la democracia. Su colaboración y su compañía es esencial para fortalecer nuestros esfuerzos internos y allanar el camino hacia un futuro democrático en Venezuela.
Los venezolanos reconocemos que la senda hacia el cambio es ardua y compleja, pero estamos dispuestos a recorrerla con determinación y valentía. La comunidad internacional, como defensora de la democracia, puede desempeñar un papel crucial al respaldar nuestros esfuerzos y trabajar junto a nosotros para construir un país donde la democracia no solo sea un ideal, sino una realidad arraigada en la cotidianidad de todos los venezolanos.
Con la mirada puesta en el horizonte del cambio, seguimos adelante con la esperanza de construir una Venezuela donde la democracia florezca y donde cada ciudadano pueda vivir con dignidad y libertad. Seguiremos trabajando hasta alcanzar un país democrático, plural, libre y con progreso social para todos.
Stalin González