El Esequibo formaba parte de la Provincia de Guayana, que fue creada el 21 de julio de 1569 (aunque su creación no fue ratificada por el Rey de España, Felipe II sino hasta muchos años después, el 15 de septiembre de 1586); la provincia sufriría algunas vicisitudes, producto de las cuales la Corona Española la suprimiría y después la restauraría (siempre bajo su soberanía), y finalmente sería una de las provincias que el Rey de España, Carlos III asoció o federó para crear la Capitanía General de Venezuela mediante la Real Cédula del 8 de septiembre de 1777, según nos explica el abogado e historiador Efraín Jorge Acevedo en su artículo Esequibo: las claves para entender el conflicto. Publicado en CorreodeLara.com.
Por consiguiente, cuando se proclamó oficialmente la Independencia de Venezuela, el 5 de julio de 1811, el Esequibo pasó a pertenecer a la nueva República venezolana, “en virtud del principio jurídico del “Uti possidetis iuris”, un principio consagrado como “sagrado” e irrenunciable por los próceres de la Independencia”, apunta el historiador agregando que en el caso de la nueva Nación venezolana “el territorio de Venezuela como país o Estado independiente y soberano será el territorio que tenía la Capitanía General de Venezuela en el año 1810”, lo que quiere decir que Venezuela “heredó” el Esequibo de España cuando se independizó del dominio español.
Bolívar elevó el primer reclamo
Pero el conflicto lejos de diluirse, comenzó a ser más complejo y desde creada la Gran Colombia, aquel territorio “inhóspito” denominado Esequibo comenzó a estar en el ojo del huracán cuando acontecieron sucesivas invasiones y ocupaciones furtivas, poblándose con colonos los territorios situadas en la margen occidental del río Esequibo, al punto que el Libertador Simón Bolívar en 1822 realizó el primer reclamo a la corona inglesa por intermedio del Dr. José Rafael Revenga, ministro venezolano en Londres, solicitando: “el retiro de sus colonos de las tierras del Demerara y Berbice situadas al oeste del río Esequibo, pertenecientes a Venezuela por los tratados entre España y Holanda, o se pusieran bajo jurisdicción y obediencia de nuestro país”.
Según revela el Dr. J. Gerson Revanales, diplomático de carrera, embajador en Guyana y asesor de la Comisión de Política Exterior del Senado venezolano, que Gran Bretaña nunca hizo caso de las diversas fórmulas conciliatorias propuestas -en su momento-, por el Libertador; ni los reclamos del presidente Antonio Guzmán Blanco, ni la mediación solicitada a Su Santidad León XIII ninguna de ellas logró doblegar la intransigencia del Imperio Británico.
Un año después de ocurrir la separación de Venezuela de la Gran Colombia en 1830, se creó la colonia de la Guayana Británica, lo que significó la intensificación de la ocupación británica del Esequibo venezolano, iniciándose un proceso de despojo lento pero progresivo.
Igualmente es sabido que, en 1899, un tribunal con asiento en París, falló en favor de aquella colonia británica fijando estrepitosamente las fronteras entre ambos países en donde se arrebataba a Venezuela unos 159.500 kilómetros cuadrados, que fueron protestados de inmediato con infructuosos resultados.
Nos ilustra el notable diplomático arriba citado, cuando aclara: “Guyana hasta el momento no ha mostrado ni posee ningún documento, acuerdo o tratado que respalden sus derechos sobre la zona en reclamación; ni siquiera con la tramposa cláusula de la prescripción contenida en el compromiso de Washington, le dan derechos a Inglaterra y menos a Guyana como excolonia para heredar los territorios al oeste del Esequibo. Sólo las presiones de los Estados Unidos e Inglaterra, obligaron a Venezuela a someter el reclamo, a la decisión de un Tribunal Arbitral que como cada uno de los abogados de la parte guyanesa sabe que, en lugar de decidir conforme a derecho, su dictamen fue amañado en base a una componenda dirigida por el Juez ruso Federico de Martens, el cuál dicto el fatídico Laudo de Paris del 3 de octubre de 1899.”
Tímidamente el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez elevó su voz de protesta en la Décima Conferencia Interamericana, realizada en Caracas, del 1° al 28 de marzo de 1954, ratificando así “el compromiso del gobierno venezolano a fin de recuperar nuestro territorio”, la Zona en Reclamación.
Se desprende de los británicos
El 26 de mayo de 1966 se declara solemnemente la Independencia de la Guayana Británica, que a partir de ese día se consagrará como Guyana.
Aquel día, desde la Cancillería, el gobierno del Raúl Leoni envía una nota de reconocimiento al nuevo Estado, saludando al pueblo guyanés. No obstante, en ella hace una contundente reserva: “En consecuencia, el territorio de la Guayana Esequiba, en la cual Venezuela expresa sus derechos soberanos, limita al este con el nuevo estado de Guyana a través de la línea del río Esequibo, tomando este desde su nacimiento hasta su desembocadura en el océano Atlántico”.
La isla es de Venezuela
Anacoco es una isla fluvial de 28 kilómetros cuadrados anclada en la confluencia del río Cuyuni y el Venamo, frente a la línea “ilegal” del Laudo Arbitral de 1899. Es administrada por Venezuela como parte del territorio de la Parroquia Dalla Costa en el municipio Sifontes del estado Bolívar En sus cercanías se encuentra el poblado de San Martín de Turumban.
A juicio del embajador J. Gerson Revanales en la demanda ejecutada por Guyana solicitando el retiro de Venezuela de la Isla de Anacoco no tiene fundamento alguno, pues no aporta mayores pruebas del suceso ocurrido en 1966, cuando en versión de uno de los testigos de la penetración guyanesa, un pescador de nombre Juan Flores Bermúdez, junto con sus tres hijos navegando por el Cuyuni, luego de una larga faena de pesca, relató lo sigue:
“Veníamos exhaustos y como era tarde, decidimos detenernos en un campamento que existía en la Isla de Anacoco para descansar; al estar cerca de la ranchería, observamos a efectivos de las Fuerzas de Defensa de Guyana (GDF) ocupando la isla. Preocupado e indignado el pescador se dirigió rápidamente a Tumeremo a alertar a los integrantes del puesto de la Guardia Nacional de que los guyaneses izaron la bandera de su país en la isla venezolana; todo lo contrario, a la versión guyanesa descrita en el párrafo 51 de su demanda.”
Pero lo que realmente sucedió fue que el 12 de octubre de 1966, tropas al mando del coronel (GN) José Pilar Barbella Ramos llegaron a la isla y desalojaron al personal militar guyanés, derribaron un hito fronterizo e izaron la bandera de Venezuela; acción que le dejó claro a Guyana que en Caracas había decisión política de defender el territorio.
Este incidente, según documentos de Cancillería, da cuenta de que el 14 de octubre de 1966, el presidente (dictador) Forbes Burham, a través de un radiograma, protestó la ocupación total de la Isla de Anacoco por parte de personal venezolano, exigiendo la retirada “inmediata” de las tropas venezolanas y la eliminación de las instalaciones que habían construido en la isla. Añadió que se estaban tomando todas las medidas “para conservar nuestra soberanía territorial por medios pacíficos.”
Escribe J. Gerson Revanales que, una vez finalizada la alocución radial, un grupo de exaltados tomaron por asalto la sede del antiguo Consulado General de Venezuela en Georgetown (elevada a categoría de Embajada en noviembre de 1966, con la designación de Walter Brandt como su primer embajador) donde bajaron y quemaron la bandera nacional ante la mirada indiferente de las autoridades guyanesas.
Calificada como una agresión, el 18 de octubre, el canciller Ignacio Iribarren Borges, respondió al gobierno de Guyana con una enérgica nota replicando que «…el gobierno de Venezuela rechaza la referida protesta, por cuanto la isla de Anacoco es territorio venezolano en su integridad y la República de Venezuela siempre ha estado en posesión de ella».
En Anacoco se había plantado un comando de la Guardia Nacional en apoyo a los habitantes de la isla. El 15 de enero de 1967, el arzobispo, monseñor Crisanto Mata Cova, se trasladó a la isla fluvial de Anacoco y celebró la primera misa del lugar y posteriormente se realizaron bautizos y confirmaciones.
Como uno de los planes estratégicos del Gobierno de Venezuela para consolidar la ocupación de la Isla de Anacoco, fue la construcción de una pista de 1.500 metros de longitud para afianzar la comunicación entre la isla con el resto del país.
Para inaugurar la pista, la MOP-4 fue la primera aeronave en aterrizar en la isla de Anacoco, capitaneada por el aviador Oscar Matute.
Desde el incidente de Anacoco, Venezuela no ha recuperado un solo metro del territorio en reclamación y hoy están en juego no solo los 159.000 km2, sino “una enorme concentración de recursos naturales de todo tipo.
Según descripción precisa del periodista Omar Lugo, director general del portal El Estímulo, las riquezas de la zona en disputa incluyen minerales y metales muy valiosos que van desde uranio, coltán, oro, platino, hasta mobildeno, manganeso, diamantes y otras piedras preciosas, como jaspe, amatistas y cuarzos rosados y verdes.
Determina Lugo que en la Zona en Reclamación destaca también la plataforma continental del Esequibo, que en aguas semi profundas de su mar territorial dispone de una de las mayores nuevas reservas de petróleo liviano localizadas en el sur de América en las últimas décadas. Tanto es ese potencial (hasta ahora unos 11.000 millones de barriles) que Guyana se encamina a ser (como Kuwait) una de las naciones petroleras del mundo con más riqueza petrolera per cápita (en proporción a su población, pues tiene poco menos de 800.00 habitantes).
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
@LuisPerozoPadua