El partido entre Venezuela y Perú en las eliminatorias premundialistas del pasado 21 de noviembre permanecerá en la memoria de muchos como un acto de profunda xenofobia en contra de los venezolanos. Es un acto de injusticia que duele, duele mucho.
Desde las ventas segregadas de entradas, los controles migratorios a las puertas del estado ordenados por el gobierno de Dina Boluarte (una de las enemigas más acérrimas de la migración venezolana), la agresión de los policías a los jugadores que sólo querían acercarse a su fanaticada -muchos de los cuales hicieron un enorme esfuerzo por asistir- y finalmente, la retención del avión en el que regresaban a Venezuela, son todas señales de xenofobia pura y dura.
Estoy segura de que muchos de los asistentes no estuvieron de acuerdo con la actitud de la policía… me imagino que otro tanto sucedió con los jugadores peruanos. Pero quedarse callados los convirtió en cómplices…
Y me extraña que algo así ocurra en Perú, donde la xenofobia entre los mismos peruanos es ruda y marcada. “Los cholitos”, como llaman con desprecio a la mayoría de la población de origen indígena sus mismos compatriotas, deberían sentirse solidarios con los venezolanos. Pero no, pareciera que han preferido desahogar sus complejos con los venezolanos. Y sin dejar de reconocer que la delincuencia venezolana también ha emigrado -aquí ya no queda casi a quién robar, y quienes tienen mucho dinero y bienes están blindados por todas partes- generalizar que “todos los venezolanos son delincuentes” es una mentira del tamaño de una catedral.
En los últimos años, la migración ha sido un tema relevante en todo el mundo, y América Latina no ha sido la excepción. Venezuela, país que solía recibir a los inmigrantes con los brazos abiertos en décadas pasadas, ha experimentado una crisis socioeconómica y política que ha llevado a muchos de sus ciudadanos a buscar refugio en otras naciones. Sin embargo, es preocupante observar cómo en Perú, un país como Venezuela, que en su momento fue cuna de acogida para los migrantes peruanos, se ha desatado un brote de xenofobia en contra de los venezolanos que buscan una nueva oportunidad en suelo peruano.
Nadie puede negar que, durante décadas, Perú ha sido un país de donde salieron muchos de sus ciudadanos a buscar mejores condiciones de vida en el extranjero. Venezuela, en particular, fue uno de los destinos preferidos para los peruanos en busca de oportunidades laborales y estabilidad. Durante ese tiempo, los venezolanos recibieron a los peruanos con amabilidad y comprensión, brindándoles apoyo y solidaridad en su proceso de adaptación.
Sin embargo, en los últimos años, la situación ha cambiado drásticamente. La migración masiva de venezolanos hacia Perú ha generado una serie de tensiones que han dado lugar a actos de xenofobia y discriminación. Las generalizaciones, los estereotipos negativos y los prejuicios han comenzado a permear en la sociedad peruana, generando un ambiente hostil para los venezolanos que buscan establecerse y reconstruir sus vidas.
Es fundamental comprender que la xenofobia no tiene lugar en una sociedad inclusiva y respetuosa. Repito: los venezolanos que llegan a Perú no lo hacen por elección, sino como una necesidad imperante debido a la situación adversa en su país de origen. Muchos de ellos han dejado atrás a sus familias, sus hogares y sus trabajos, y enfrentan enormes desafíos para adaptarse a una nueva realidad. También es importante destacar que no todos los peruanos comparten sentimientos xenófobos hacia los venezolanos. Muchos ciudadanos peruanos han demostrado solidaridad y empatía hacia los migrantes, brindándoles apoyo y oportunidades para su integración en la sociedad peruana. Sin embargo, es necesario un esfuerzo colectivo para combatir la xenofobia y promover una cultura de respeto y aceptación.
Lo sucedido antes, durante y después del partido de Venezuela contra Perú es inaceptable desde todo punto de vista. El que la policía peruana se haya sentido empoderada de agredir a unos jugadores que lo que querían era celebrar con sus hinchas, sólo es un reflejo de lo que piensa y siente la mayoría.
La xenofobia en Perú contra los venezolanos es un fenómeno preocupante y triste. Es esencial recordar los valores de hospitalidad y compasión que alguna vez caracterizaron a ambas naciones. Promover la empatía y la solidaridad es fundamental para construir una sociedad inclusiva y justa, donde todos los individuos, sin importar su origen, tengan la oportunidad de prosperar y contribuir al desarrollo mutuo.
Carolina Jaimes Branger