Trabajo de: www.talcualdigital.com
Los estudios de la consultora Anova siguen demostrando que la dinámica económica actual en Venezuela propicia el enriquecimiento de los que más dinero ingresan, mientras que estanca o empeora a los segmentos de la población con menores ingresos, según una presentación difundida por el OVF
Economistas coinciden en que las expectativas del desempeño de la economía en los próximos años son inciertas y que las condiciones estructurales del país no están dadas para experimentar un crecimiento sustancial y sostenido —como el que necesita Venezuela— a largo plazo, incluso si se mantienen las licencias que flexibilizan las sanciones a la industria petrolera.
En el evento virtual «Perspectivas Económicas 2024», organizado por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), los economistas Daniel Cadenas y Omar Zambrano, representantes de las consultoras Oikos Research y Anova, respectivamente, analizaron las posibilidades de crecimiento de la economía en el cierre de 2023 y el desarrollo de 2024, resaltando las múltiples barreras que debe afrontar el país.
Cadenas resaltó que el crecimiento experimentado en 2021 y 2022 obedece a un rebote natural tras la contracción sufrida a raíz de la pandemia por COVID-19, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 30% en 2020.
Desde Anova, Zambrano analizó las características de ese leve repunte de la economía posterior a la pandemia, destacando la dinámica de naturaleza comercial, con un bajo rasgo productivo que apuntaba a crecer poco antes de encontrar un techo, además de propiciar un crecimiento enfocado en segmentos específicos de la población y ciudades concretas, lo que elevó los índices de desigualdad.
«Hubo un boom de comercio en las grandes ciudades. Este tipo de economía genera fuentes de empleo para perfiles jóvenes, con baja calificación y experiencia. Típicamente, el comercio tiene la escala salarial más baja», razonó.
Los bajos salarios del sector comercial, que rondan los 200 dólares mensuales en Caracas, terminan integrándose al círculo vicioso que afronta una economía destinada a la recesión. Al no haber producción, no se genera riqueza, por lo tanto, los salarios permanecen bajos y el consumo genera ganancias solo para el sector comercial.
«La economía funciona como una rueda de carreta. El consumo no puede ser mantenido si no hay demanda. Se recuperó el consumo, pero no los ingresos familiares. Es por eso que las características de la recuperación no productiva tenían un límite muy bajo», resaltó Zambrano.
Un gráfico de Anova mostrado en el evento del OVF muestra cómo esta dinámica ha beneficiado a los segmentos de la población más adinerados. Es decir, los deciles (grupos de 10%) que generaban mayores ingresos, crecen de manera importante, mientras que los de menor remuneración se encuentran estancados o incluso perdieron poder adquisitivo.
El 10% de la población que generaba mayores ingresos en 2020 acabó cerrando 2022 mejorando sus ingresos en caso 100%. En contraste, el 10% que menos dinero ganaba en 2020, acabó perdiendo aproximadamente 15% de su poder adquisitivo.
«Se han reactivado ciertas zonas de ciertas ciudades más que otras. Hay extensas zonas del país que no han visto los frutos de esta recuperación. El producto es una desigualdad enorme», comentó Zambrano.
Las cifras de Anova reflejan una tasa de desempleo enorme, una de las más grandes del mundo, al estimar que casi la mitad de los venezolanos en una edad productiva de entre 15 y 64 años, se encuentran al margen del mercado laboral, por lo que no hay un músculo productivo para mejorar las condiciones en el futuro.
OVF espera poco crecimiento
El panorama sin sanciones mejora las condiciones del sector petrolero. Sin embargo, la industria no es una fuente tan amplia de empleos como para generar ese efecto multiplicador necesario para una mejora sostenida. La diferencia podría marcarla es la renta petrolera que ingrese el Estado y la forma que tenga de gastar estos recursos.
«El sector petrolero no genera demasiado empleo directo. Lo que va a funcionar es cuánto de esas nuevas inversiones y renta petrolera, irá hacia el aparato productivo en forma de gasto fiscal», acotó Zambrano.
Para Cadenas, sin embargo, el impacto del gasto público es históricamente ineficiente en el país, al generar un impacto prácticamente inexistente.
«El impacto del gasto público sobre la actividad económica es paupérrimo. El multiplicador fiscal del gasto público es de 0,03% en un trimestre. Esto quiere decir que, por cada dólar de gasto público, el impacto en el crecimiento en la actividad económica es de 3 centavos en un trimestre. Es virtualmente cero», argumentó Cadenas.
«El impacto del gasto público sobre la actividad económica es paupérrimo. El multiplicador fiscal del gasto público es de 0,03% en un trimestre. Esto quiere decir que, por cada dólar de gasto público, el impacto en el crecimiento en la actividad económica es de 3 centavos en un trimestre. Es virtualmente cero», argumentó Cadenas.
Se necesitarían:
- 30 años con un crecimiento anual de 5%
- 20 años con un crecimiento anual de 8%
- 15 años con un crecimiento anual de 10%
- 10 años con un crecimiento anual de 18%
La peor noticia para Venezuela es que el rebote que se ha evidenciado desde 2021 es atípicamente irregular, cuando una economía que ha caído tanto suele acumular posteriormente varios años de crecimiento continuo.
«Sorprende de este período de crecimiento que se haya detenido tan rápido, es extremadamente inusual dado que la economía venezolana había caído tanto. Que el proceso de crecimiento sea tan frágil es preocupante para las perspectivas de recuperación», remarcó el economista colaborador del Observatorio Venezolano de Finanzas.
Leer más: www.talcualdigital.com