En ocasión se dice que la distancia o separación es la base principal para desaparecer el afecto y el efecto, tristemente parece que se practica en nuestra patria; la desintegración familiar a lo que hemos llegado lo ha demostrado, momentos donde los cumpleaños y bendiciones se olvidaron y los momentos más íntimos que disfrutamos en familia pasaron a un segundo plano como quien dice tu allá y yo aquí, no hay tiempo para compartir, ni éxitos, muchos menos fracasos o debates, el éxito sobre todo es como más difícil de compartir o disfrutar juntos porque parece que lograr el éxitos es enemistarse con el pasado y termina cambiando los sentimientos de una forma negativa y lo acompaña el desamor y la perdida de gratitud en forma dura e indefinida y es lo que se observa a diario, contarle a mis lectores algunas anécdotas, historias reales que todos hemos vivido o conocido; esto mientras vuelva a conseguir la línea en positivo que es lo que amo y admiro y las personas en estos momentos solo comentan que están buscando como “Palito de Romero” unas medicinas que nos costaban cuatro Bolívares, hoy cuestan veinte y siete dólares ($:27,00) y así todo, con un trescientos mil por ciento de aumento y estoy muy angustiado por vacunarme contra el virus chino, como estamos todos, porque aparte de las decepciones por causa de lo ya dicho, hay muchos deseos de vivir en nuestra patria hermosa y ver su recuperación pronto, por ser una de las más ricas en todos sus recursos, que de ser bien manejado todos estaremos en mejores condiciones y cesaría la pobreza, volvería el ánimo y la voluntad de trabajar si se está bien y se consiguen los insumos que antes se exportaban, como todo lo que necesita el productor de alimento, gasoil para el transporte y el rosario de dificultades que tiene todo el que desea producir.
Con el permiso de mis lectores les cuento por qué la ausencia y la distancia es el motivo del despego y desafecto; les relato: “Una joven pareja de bajos recursos, enamorados del campo, con muchos esfuerzos adquirieron una finca, formando su hogar, donde reinaba el amor, respeto, educación y buenas costumbres bien arraigadas de todo el que desea ser feliz y vivir en paz, disfrutar con dignidad sin avaricias lo que Dios le puso en sus manos; esta pareja tuvo un solo hijo que fue el amor y la ilusión de ambos y siempre buscando lo mejor para él, como somos casi todos los padres, lo primero para sus hijos; este joven con talento y ambición se fue a la capital a realizar un postgrado y por su buena crianza y formación llego a ser una persona de grandes éxitos, triunfador y asertivo en todo lo que deseaba hacer y estuvo siempre full de trabajo al extremo de que la avaricia lo arropo, olvidó todo el amor y apoyo que le brindaron sus padres y el medio rural donde nació; tuvo también una esposa y un hijo consentido y talentoso como él; que poco o nunca lo veía a su abuelo, sus compromisos de negocios y sociales no le permitieron llevar a su hijo a visitar a sus padres, es decir al abuelo de su hijo, cada día que pasaba su padre con falta de cariño y afecto producto de una soledad implacable, este abuelo desesperado por ver a su hijo y nieto, en repetidas veces le escribía a su hijo la necesidad y deseo de verlos, este hijo le contestaba que no tenía tiempo para perder y no era posible por su exceso de trabajo, conferencias y viajes de negocios que eran de mucha importancia, el padre con toda resignación y humildad; después de tantas llamadas un día que le atendió el padre le dijo “Hijo esto es urgente, tu mamá y yo ya estamos avanzado de edad y es una necesidad verte a ti y abrazar a mi nieto”, vamos a ir nosotros, este hijo no se conmovió y le contesto a su papá, te avisare porque este fin de semana tengo un reunión de negocio y la otra viene mi jefe y socio y por supuesto me interesa y va a ocupar la habitación de huéspedes y estaré muy ocupado”; el padre sin muchos problemas le contestó “hijo esto es una emergencia de tus padres, por favor tu mamá y yo no tenemos problemas en dormir en la cochera con el mismo amor hijo”, entonces vente el fin de semana pero no te garantizo nada, el hijo empezó a limpiar la cochera y amueblarla con muebles viejos y hacía falta una manta cobija o chamarra y salió con su hijo de once años a buscar la cobija y refunfuñando decía tan ocupado estoy y mis padres no se dan cuenta que el tiempo es oro y como el ya no hace nada; y le dice a su hijo de once años ve a la tienda y compra una cobija o manta de las más económica y pequeña para ser usada una sola vez; el niño demoró un poco y compro una cobija grande y el padre se molestó y le dice ¿Por qué no compró la pequeña? Porque cuando tu venias protestando por la visita de mis abuelos, me di cuenta de que tú también te estás envejeciendo, resolví comprar esta grande que estaba en oferta y partirla en dos y guardar la mitad para cuando tu estés como mi abuelo y yo como tú, papá.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Duran