En 1975 fueron descubiertas en la iglesia de la familia Médici en Florencia, Italia, varias obras del célebre artista Miguel Ángel Buonarrotti (1475-1564), otro de los genios del Renacimiento en el rol de pintor, escultor, arquitecto y poeta. Europa se preparaba para saltar el océano al encuentro del Nuevo Mundo donde vivían entre 40 y 60 millones de indígenas.
Transcurridos 48 años es ahora cuando las mismas serán conocidas por el público tras una labor de restauración por parte de expertos. El acontecimiento ha sido anunciado para el miércoles 15 de noviembre de este 2023.
Se trata de varios dibujos concebidos esquemáticamente por el polifacético artista en uno de los momentos más difíciles de su vida. Entonces era perseguido por la Iglesia Católica opuesta, desde la edad Media, a todo lo que significaba cambio en la cerrada sociedad de aquellos tiempos que castigaba con la hoguera a sus voceros.
Las creaciones de Buonarrotti están centradas en la figura humana. Razón por la cual se le ha denominado “el pintor del hombre”. De esa manera, creemos, hace de filósofo para expresar una diversidad de ideas morales, espirituales y humanas sin abandonar el sentido de la belleza. Una certeza de su profundo conocimiento de la anatomía humana por la vigorosidad que plasma en sus obras.
Para nada le interesa el entorno con sus paisajes. Es la pasión por lo clásico en apertura a lo nuevo de un hombre que permanentemente usa su inteligencia para lograrlo, cuestión que lo hace colidir con el demoledor establecimiento de esos tiempos.
Miguel Ángel gozaba del mecenazgo de la aristocrática familia de los Médici que había sido desplazada del poder para declarar una República de facto. Por lo que el artista había caído en desgracia debiendo desaparecer de la escena pública para refugiarse en los espacios subterráneos de la iglesia de los Médici.
Perseguido por la implacable maquinaria sociopolítica de aquel Estado, inspirado en la metafísica filosofía de la Escolástica, el pintor prácticamente pasa a llevar una vida clandestina en aquella bóveda de diez metros.
Un espacio estrecho acondicionado para sobrevivir en aquella peligrosa situación similar a la vida llevada en las catatumbas de los cristianos cuando eran hostigados por el Imperio Romano. Pues sobre los Médici pesaba una sentencia a muerte que se hizo extensiva al artista. Es un arte urgente por ser hecho en las adversas y precarias condiciones de la clandestinidad en que la vida pende de un hilo.
Pero el tiempo de permanencia en aquel refugio lo aprovecha para realizar unos bocetos en las paredes que rememoran a los pintores de las cuevas durante el Paleolítico con sus obras rupestres o petroglifos. Se calcula que estos dibujos fueron elaborados hacia el año 1530.
Este descubrimiento de la obra inédita del florentino es oportuno para destacar el hecho de que se corresponde con el periodo artístico del Manierismo en la etapa superior del Renacimiento del cual éste forma parte.
Precisemos que este movimiento viene a ser una especie de revolución en el Renacimiento. Vale decir, el principio de la modernidad que da al traste con lo realizado tres siglos atrás cuando principia el Renacimiento. Todo ello por medio de una variedad de expresiones del quehacer transformador del hombre en respuesta al estancado Medievo.
El manierismo, a juicio del historiador del arte Arnold Hauser, es una manera de pensar “antidogmática, libre, ensayista y experimental”. Recordemos que el dogmatismo es la negación del cambio en la vida del hombre y la sociedad.
En las artes plásticas y literatura representa un nuevo estilo que rompe con los valores que dieron al traste con la paralizante tradición heredada de la Edad Media, que anula la libertad creadora del artista para sumirlo en la estática. Es, si se quiere, una revolución estética dentro del Renacimiento indicativo del espíritu y conciencia de transformación de sus protagonistas no conformes, curiosamente, con lo mucho avanzado en ese período de tres siglos. Se desarrolla primero en la plástica.
Digamos que el manierismo se hizo extensivo a la literatura con Baudelaire, Mallarme, Proust y Kafka. Su presencia es apreciable en el simbolismo y surrealismo. Con el checo Franz Kafka asistimos al mundo de la nada, el caos y la desesperanza en una novela como La metamorfosis en que un hombre despierta un día convertido en un horrible insecto. Un relato que impactó a Gabriel García Márquez una madrugada, cuando era un pichón de periodista y devoraba lo mejor de la literatura universal. Una obra que influye en la escritura posterior de su novela cumbre Cien años de soledad.
El dato es que se calcula que había apenas una docena de dibujos originales del artista en manos privadas. Pero esta noticia le da un radical vuelco al asunto para abrir nuevas perspectivas sobre su obra.Habrá que esperar los aportes de los analistas plásticos, investigadores, historiadores y docentes del arte.
Ese creemos es uno de los varios méritos de estos dibujos inéditos de Miguel Ángel Buonarrott. Los mismos los podrán disfrutar los amantes de la plástica a partir del miércoles 13 de noviembre.
Ello a un precio de 20 dólares la entrada y reducido acceso de cien personas semanales por un máximo de 15 minutos para asegurar su preservación. Es el otro Miguel Ángel advenido ahora en este siglo XXI de instantáneos cambios en este mundo globalizado donde han desaparecido las fronteras físicas.