#OPINIÓN Por la puerta del sol (181): Quiero pintar mi casa #4Nov

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Es aquí donde los hijos nacieron y dejaron su huella bien marcada. La casa sigue en pie esperando el regreso de ellos que se fueron tras el futuro que aquí les fue negado. Ya no están, edificaron su casa e hicieron sus nidos en lejanos cielos de libertad, de mejores oportunidades y excelente calidad de vida.

En esta hora sublime en que todo es soledad, su velo transparente rasga la luna que avanza silenciosa sin preocupación, plateando el seco paisaje de las otrora verdes colinas del Turbio. La memoria se oprime con los recuerdos que sin cesar batalla. 

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Yo sigo aquí en la casa trazando versos para el olvido, sin otro consuelo que recordar los felices tiempos idos, hoy me siento como las nubes que se mueven y avanzan hasta deshacerse en el poniente, todo me dice adiós, todos se alejan y como estoy en medio de esta chocante soledad y se acerca la Navidad, hoy quiero pintar mi casa como el blanco del amanecer, quiero pintarla como el bermejo de la tarde, como el rosado de la ternura, quiero pintarla como el claro azul del cielo, como el color de la esperanza, como el color del salmón, como sea, pero quiero pintarla… Pensándolo un poco, tal vez decida pintarla de color transparente como el agua invulnerable o como el color del sol que resurge día a día en el alto cielo mostrando al mundo la gloria que nos ofrece un horizonte abierto…  

A lo mejor me arrepienta y decida dejarla desteñida, así como quedó la casa silenciosa desde que los hijos emigraron sin nostalgias, sin voz y sin color, con los amados secretos que guardan las paredes de aquellos que ya no están, trotamundos de mil sueños y del compañero que se fue hacia el cielo para nunca más volver…

En la casa se respira el pasado perfumador de cada ensueño de los niños que crecieron, mientras que el tiempo que no cesa en sus avances día a día me subraya sempiternos crepúsculos y gime el viento incansable entrando por las ventanas siempre abiertas al recuerdo…

En definitiva creo que no pintaré mi casa, mantendré en ella solo las huellas grabadas de cuatro niños, de la mesa, del mantel de navidad, de las camas y todo lo que de ellos y sus bullas quedó anclado en cada rincón de la casa, todos sus primores, sus bromas y sonoras carcajadas. Aquí sigo sola inhalando sus primaveras, con el gesto de quien tiene pocas esperanzas del regreso de aquellos que zarparon un día y no volvieron… 

La resaca va y viene sumergiendo mi barqueta en lo profundo, llegará el día en que no vuelva a flotar, perdiéndose conmigo en el silencio de lo sombrío y sola quede la casa, sin niños, sin padres, sin regresos y sin pintura, sola, sola, sola

Amanda Niño P.

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