La aspiración de la universidad sigue siendo «generar ciudadanía», «abrir nuevos diálogos y nuevas narrativas» y ser una institución inclusiva, «porque no va a ser posible un país en un contexto de máxima pobreza, sino con gente suficientemente preparada que pueda enfrentar los retos del siglo XXI».
El pronunciamiento del rector Peraza se produjo durante Durante el acto celebrado en el Aula Magna de Montalbán y ante varios centenares de invitados especiales.
Las máximas autoridades de la UCAB y su canciller, el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Caracas, fueron anfitriones de representantes del cuerpo diplomático, expertos de distintas áreas del saber nacional, directivos y miembros de las Academias Nacionales, autoridades de universidades fraternas, empresarios, egresados y clérigos de distintas órdenes.
El cardenal Porras dijo que «esta celebración nos hace ver el pasado para saber dónde estamos y a dónde queremos ir. La UCAB no nació enmantillada, ha podido ser por ese esfuerzo continuo y que mira hacia el futuro y que la convierte en una de las grandes universidades de América Latina y el mundo».
Por su parte, en un mensaje transmitido desde Roma, el prepósito general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa Abascal, saludó a su alma mater y afirmó que «la UCAB está más viva que nunca y más consciente del servicio que debe prestarle a un país sumergido en una crisis profunda».
«Frutos de esperanza»
En su turno de ofrecer el mensaje central del 70 aniversario, el rector Arturo Peraza, S.J., condensó en apenas 11 minutos sus principales satisfacciones, preocupaciones y aspiraciones sobre el papel de la universidad que dirige desde mayo de 2023.
Habló de su deseo de ayudar a que el país deje atrás «el modelo extractivista» que se impuso en Venezuela y fortalecer «a ese actor que se llama sociedad civil». Agradeció la máxima autoridad de la UCAB «a tanta gente buena que hoy quiere darle gracias a Dios por estos 70 años».
«Si yo tuviera que pensar en torno a la imagen de la UCAB, diría que es constantemente este camino de sembrar para transformar», afirmó Peraza, luego de mencionar las raíces de la presencia de los jesuitas en Venezuela cuando, en el siglo XVIII, el padre José Gumilla trajo la primera planta de café a Venezuela, en la zona del río Orinoco.
Peraza agradeció la visión de la familia Vollmer (que donó en 1962 los terrenos sobre los cuales se erigió el campus Montalbán) porque «decide transformar una siembra en otra: transformar la hacienda Montalbán en una universidad».
«Una siembra que produjo profesionales que han ayudado al país en diversos ámbitos y se sembró en otros lugares; esta semilla se enfrentó a terrenos rocosos y hierbas que impedían su crecimiento, pero esta semilla ha producido el 100% (…) Cuando uno está sentando en la Hacienda Montalbán, uno puede decir: Gracias, Señor, porque la Hacienda Montalbán ha producido frutos de esperanza», comentó.
Transformaciones que Venezuela necesita
El sacerdote jesuita dedicó la mayor parte de su reflexión en el Aula Magna a hablar de las transformaciones que Venezuela necesita e invitó a «hacer este ejercicio colectivo» que realizó el primer rector, Carlos Guillermo Plaza, S.J., con la familia Vollmer para «transformar una hacienda en un proceso de conocimiento y de desarrollo, porque decidieron sembrar y transformar».
Cuestionó que el país se haya vuelto una sociedad dependiente. «En Venezuela necesitamos transformar modelos, Venezuela se quedó pegada con el modelo extractivista con el cual se inició el siglo XX».
Usó analogías freudianas para comparar la nación con una persona que, emocionalmente, se estanca y hasta involuciona, y se convirtió en «una sociedad narcisa, clientelar». La imposición de ese esquema, dijo, «no permite generar ciudadanía, que es lo que nosotros como universidad quisiéramos promover».
En la continuación de su analogía psicológica, Peraza afirmó que «nuestra sociedad requiere normas y responsabilidades».
«Necesitamos crear un Estado de derecho fuerte, capaz de regular nuestras relaciones como sociedad e incluso que pueda hacer valer los derechos humanos y el sentido de respeto ciudadano y la construcción de democracia como un elemento fundamental a través del cual construimos nuestras relaciones; pero aún más, si quisiéramos pensar en la tercera fase, tendríamos que pensar en esa fase del eros, la fase del amor, que es capaz de producir vida, que es capaz de producir nuevos desarrollos, que es capaz de abrirse al otro y darle lo mejor que esto tiene».
También recordó que la Constitución venezolana señala que «el trabajo y la educación son la base de la construcción de la nueva sociedad«.
«Nosotros quisiéramos animar ese camino y por eso nosotros también necesitamos reforzar y facilitar procesos en donde la creatividad, el desarrollo tecnológico y la inversión estén en la clave fundamental del país del siglo XXI. La UCAB entiende que tiene un rol en este proceso de transformación, somos una universidad en constante cambio».
Agradeció el apoyo de empresas, organizaciones y particulares que han colaborado y siguen colaborando con los proyectos de la institución, incluyendo a los que «se unen a nosotros para abrirles oportunidades de futuro” a un tercio de los estudiantes ucabistas beneficiados con el fondo de becas.
Resaltó que los obstáculos deben ser oportunidades para crecer y que la universidad está empeñada en seguir ese camino.
«A nosotros las dificultades nos invitan a seguir creciendo y abriendo ventanas para tratar de transformar, abrir nuevos diálogos y nuevas narrativas. Por eso, creemos que nuestra misión tiene que ver con desarrollar tecnología, pero especialmente ser una universidad inclusiva, porque no va a ser posible un país en un contexto de máxima pobreza, sino con gente suficientemente preparada que pueda enfrentar los retos del siglo XXI y los retos que este mundo nos está planteando».