Los pandas, con sus rostros adorables y su aparente torpeza, son quizás algunas de las criaturas más icónicas de nuestro planeta.
Exteriormente, el panda se asemeja a un oso de coloración contrastante. El panda de Sichuan presenta el reconocido pelaje negro y blanco, mientras la subespecie de Qingling tiene un pelaje de dos tonos contrastantes de marrón o negro dependiendo de la edad.
Las orejas, la nariz, el pelo alrededor de los ojos, los hombros y los miembros son oscuros. La cara, el vientre y el lomo son blancos.
La pata del panda, con cinco dedos, presenta un “sexto dedo” a manera de un pulgar. Sus patas delanteras son fuertes y aptas para escalar y más largas y musculosas que las traseras.
Sus ojos son pequeños, y mientras que las pupilas de los demás osos son redondas, las del panda son como las de los gatos, lo que les da el nombre en chino simplificado de oso gato grande.
Detrás de su imagen simpática, los pandas son animales con un comportamiento interesante. Son herbívoros, pero han desarrollado una dieta centrada en el bambú. Este alimento les proporciona la cantidad necesaria de nutrientes, pero ineficiente, por lo cual lo que pasan la mayor parte del día comiendo para mantenerse.
Son criaturas solitarias por naturaleza; en ocasiones se pueden encontrar en grupos pequeños o parejas temporales durante la temporada de apareamiento.
Su mayor actividad se desarrolla durante la salida y la puesta del sol pasando la mayor parte del tiempo restante durmiendo en bosques de bambú.
Son muy pacíficos. Marcan su territorio con una combinación de olores que producen con su glándula anal, orina y marcas con las garras. Así evitan conflicto al no utilizar áreas compartidas del territorio. Al ser un animal subtropical, el panda ha perdido el hábito de la hibernación.
El atractivo universal de los pandas los hace personajes recurrentes en películas, programas de televisión y libros para niños. Han sido venerados en la mitología china durante siglos, representando la armonía y la paz.