“…Tenemos muchas más coincidencias en principios y valores fundamentales que diferencias, por tanto, comencemos a conocernos y a entendernos por el bien de Venezuela…”
Jorge Puigbó
Los hechos y circunstancias del pasado domingo 22 de octubre tan demostrativas de nuestro sino democrático, sumados a la emotividad que conllevó leer tanta información, confusa por un lado e interesada en destruir lo positivo de nuestro devenir político, por el otro, me hizo cambiar de opinión y reconsiderar la materia de nuestro articulo esta semana. Se escribe con honestidad sin la cual es mejor callar, se escribe no para polemizar sino para exponer hechos, errores y corregirlos, con el perdón de los que me leen me citaré y trataré de comunicar nuevamente lo que durante años hemos venido predicando acerca de los partidos políticos y sus militantes, lo haré copiando párrafos de artículos anteriores:
– “…El único miedo que nos debería embargar a todos, en nuestro país, es el temor al continuismo, a la profundización de una política que nos trajo a una total ruina física y moral. Por tanto, se debe revertir cualquier tendencia desmoralizadora. Reestablecer la democracia es lo primordial, lo esencial, representa un inmenso reto cara al futuro. Tener un país libre y soberano se constituiría de inmediato en el mayor incentivo que pudiere tener un venezolano para dedicarse de lleno y orgulloso al logro de una patria nueva…” (Entre Dos Extremos)
– “…Los dirigentes, de todas partes del mundo deben regresar a la verdad en el discurso por dura que sea, menospreciar la lógica o la inteligencia de sus seguidores se traducirá en la creación de un caos en un futuro no muy lejano…” (La Malograda Credibilidad)
– “…Venezuela se ha transformado en un País poco serio, la verdad se deforma y acomoda de acuerdo a las circunstancias e intereses, sin producir en las personas un verdadero rechazo y no se trata solo del Gobierno, responsabilidad por igual tienen los líderes de oposición cuando mienten o cuando callan…” (Asumir lo Errado y Continuar)
– “…debemos referirnos a la actuación de aquellos que, debiéndose a sus partidos, fueron creando desde adentro las condiciones perfectas para destruirlos. La soberbia, la deslealtad, la corrupción, la pérdida de valores, las luchas intestinas sin razón, o con ella, la anulación de las generaciones de dirigentes jóvenes, las graves equivocaciones al juzgar las situaciones políticas, la asunción de la mentira como arma, sumado todo ello a los puntos antes señalados se puede concluir: El daño está hecho…” (Partidos Políticos: ¿Autodestrucción?)
– ¿Hay alguien que se acuerde de lo que representaba el Tribunal Disciplinario de un partido? ¿Alguien que recuerde lo que era la disciplina partidista? Puede que algunos piensen que son conceptos arcaicos e incómodos, pero si no se regresa al orden y a la ética no saldremos nunca de esta situación. (Discurso Falso y Decepción)
– “… La evolución trajo como consecuencia el abandono de valores o ideologías como un factor aglutinante y una complicada red de favores, dádivas, intereses, corrupción, fue tejiéndose para complacer a los miembros que siempre aspiraron a recibir la cuota de poder que les “correspondía” y esa deriva constante y profunda atrapó en sus hilos, tanto a líderes como a sus llamados ahora clientes…” (Política y Conducción)
– “…Poco a poco la democracia, que fue, tras años de dictaduras, un fin en sí misma, se volvió un medio que no siempre sirve para obtener aquellos fines. Y muchos no lo lamentan porque ven a sus líderes —“los políticos”— como una casta autónoma con sus propios intereses y sus propios delitos, otra amenaza a la seguridad. El fenómeno es global: ahora gana quien consigue ocupar el espacio de la “antipolítica”. Quien consigue difundir la idea —generalmente falsa— de que no viene de la política ni quiere hacer política; que solo pretende hacer cumplir la ley, poner orden, acabar con delitos y desaguisados. En un mundo radicalmente insatisfecho, todo consiste en apropiarse de esa insatisfacción, presentarse como alternativa a un sistema que no funciona…” (Contra la antipolítica, Martín Caparrós, 24 de octubre de 2018, The New York Times). (Partidos Políticos: ¿Autodestrucción?)
– “…Compartimos con muchos países una especie de cultura onírica, atávica, un instinto primitivo, que induce a creer que, por arte de magia un hombre, una especie de taumaturgo, liberará definitivamente a la sociedad de sus cadenas. Es difícil vencer estas creencias cuando están unidas a un profundo desencanto hacia las elites dirigentes y lo peor es que, si analizamos la historia, conseguimos que la destrucción moral y constante del adversario, una falta de continuidad en el desarrollo de la sociedad, una falta de reconocimiento sin egoísmos de lo positivo que se ha realizado a través de los años, la destrucción de símbolos, deshizo la credibilidad y erosionó mucho el sentimiento de patria, impulsando la búsqueda de soluciones fuera de la norma…”(De Esperanzas y Mesías)
– “…El insulto y la descalificación como fundamento principal del discurso han dado como resultado la desconfianza, la incredulidad y la incertidumbre, por tanto, el inmovilismo. La clase política se demonizó a sí misma, fue la dirigencia la que instrumentó el discurso cuyos resultados saltan a la vista. Vuelvo a traer un párrafo de Sadio Garavini di Turno, “Política y antipolítica”, publicado hace un tiempo por la UCAB: “…hay que rescatar el oficio de la política. Hay que desenmascarar la “antipolítica”, que no es otra cosa que una posición política no democrática. Hoy abundan los que hacen política afirmando, sin ruborizarse, que no son políticos…”. Si la política se hubiera ejercido por solo gente proba y calificada técnicamente para hacerlo, la antipolítica no hubiera sido una realidad determinante. Savater habla de decepción y es ella el caldo de cultivo para que el político mediocre e irresponsable en la conducción del pueblo ataque a las instituciones fundamentales de la democracia, haciéndolas ver como las responsables de la situación y no a los líderes de las mismas que fracasaron en su tarea. Ellos son los únicos responsables de la propagación del término, nació de la constante y destructiva descalificación del adversario sin importar verdades y sembrando las dudas acerca del sistema democrático…” (Discurso Falso y Decepción)
– “…La educación política, así como la religiosa, son dos medios para cohesionar a la sociedad, solo hay que mirar la Historia. Las personas necesitan compartir ideas similares con otros y de esa forma se materializa la unidad del grupo al sentirse copartícipes en un proyecto…” (Política, Antipolítica y Anarquía)
Para concluir:
– En su último discurso Carlos Andrés Pérez, el 20 de mayo de 1993, despojado de su presidencia dijo: “…Debo confesar que pese a toda mi experiencia y al conocimiento de la dramática historia política de Venezuela, jamás pensé que las pasiones personales o políticas pudieran desbordarse de manera semejante y que ya Venezuela podía mirar hacia atrás sin el temor a los incesantes desvaríos de la violencia tan comunes en nuestro proceso histórico…Ha cambiado poco nuestra idiosincrasia. Nuestra manera cruel de combatir sin cuartel. Ha revivido con fuerza indudable un espíritu inquisitorial y destructor que no conoce límites a la aniquilación, sea moral o política. Reconozco con inmenso dolor esta realidad y no solo porque yo sea el objetivo de los mayores enconos, a quien se le declara la guerra y se le quiere conducir al patíbulo, sino porque este es un síntoma y un signo de extrema gravedad, de algo que no desaparecerá de la escena política porque simplemente se cobre una víctima propiciatoria. Esta situación seguirá afectando, de manera dramática, al país en los próximos años…”.
Tomemos nota y procedamos a crear o a reconstruir los partidos políticos que son el único medio a través del cual se ejerce el voto en la Democracia. Tenemos muchas más coincidencias en principios y valores fundamentales que diferencias, por tanto, comencemos a conocernos y a entendernos por el bien de Venezuela.
Jorge Puigbó