…Lo que ocurrió en ese entonces fue el inicio de una profunda transformación política, económica, social y cultural, la cual cambió la concepción que las naciones tenían del mundo hasta ese momento, todas fueron afectadas con mayor o menor profundidad y de una u otra forma, es por ello que, para muchos historiadores se establece un hito que marca el comienzo de la Edad Moderna…”
Jorge Puigbó
La visión sesgada, el reduccionismo, la manipulación de la Historia es un cuento de nunca acabar. El historiador serio, preparado y dedicado escarba en los viejos documentos para extraer la verdad de los acontecimientos ocurridos en el pasado, los cuales, a su vez, fueron escritos por diversas personas quienes dejaron en ellos reflejada la impronta de sus apreciaciones, por tanto, es un trabajo difícil desentrañar la verdad de los hechos confrontando versiones. La ideología del historiador y el peso e influencia que ejerce el poder de quien posee el dominio o poder político no se pueden desdeñar. La frase: la Historia la escriben los vencedores, según decía George Orwell, una frase repetida hasta el cansancio que denuncia la imparcialidad y contra la cual se oponen tiempo e investigación al tratar de fijar los hechos tal y como sucedieron y no como se fueron distorsionando.
Los doce de octubre de cada año siempre hemos tratado de escribir algo que pudiere contribuir con aquellos cuyo trabajo es desenmascarar los mitos y distorsiones de nuestra historia, o desenmascarar alguna falacia de moda. Los hechos cuando los analizamos guiados por sentimientos, emociones o ideologías terminan desdibujados por completo y si le sumamos una educación oficial sesgada que se encarga de enseñar y mantener esos inventos y cuentos, expuestos como si fueran una especie de religión, más aún. El 12 de octubre de 1492, ocurrió un hecho histórico, un grupo de navegantes expedicionarios llegaron a unas tierras que no conocían, ello debido a la elección de una ruta errada que suponían llevaría a descubrir una nueva para llegar al oriente. Si bien es importante saber si ellos llegaron primero o no, a este continente, en todo caso, hoy no se discute que aquí el ser humano ya existía miles de años atrás, posiblemente 14.000 de haberse establecido, proveniente principalmente del Asia, atravesando en su migración el puente de hielo que unía los dos continentes, conquistando y poblando a toda América. Todos nos olvidamos que ya esos humanos que venían del continente asiático traían consigo una cultura, unas herramientas, unos vestidos, un lenguaje, unas armas, que, aunque eran primitivas, fueron suficientes para que crearan civilizaciones adelantadas y dominaran el entorno, si bien nunca lograron adquirir suficientes conocimientos para alcanzar el dominio de los metales. Todavía al llegar los españoles a las tierras de América predominaban los instrumentos de madera, piedra y conchas marinas.
Lo verdaderamente trascendente, lo que debemos conmemorar o recordar de ese momento fue él indudable inició de un proceso de transculturización, o aculturación, y de un reconocido mestizaje, un ejemplo emblemático en México fue el de la indígena náhuatl llamada “La Malinche”, cuyo nombre real era Malinalli Tenépatl, o llamada también Doña Marina al convertirse en la mujer de Hernán Cortez y darle un hijo llamado Martín a quien se considera el primer mestizo de la América continental. Esta mujer representa sin lugar a dudas una realidad a tomar en cuenta acerca del trato y relación que existía entre españoles e indígenas. Lo que ocurrió en ese entonces fue el inicio de una profunda transformación política, económica, social y cultural, la cual cambió la concepción que las naciones tenían del mundo hasta ese momento, todas fueron afectadas con mayor o menor profundidad y de una u otra forma, es por ello que, para muchos historiadores se establece un hito que marca el comienzo de la Edad Moderna. Indudablemente que ese encuentro entre culturas trajo muchos hechos positivos y negativos, reconocerlos ayuda a borrar brechas, las cuales impiden muchas veces que nos comprendamos como lo que somos y dejemos de culpar al pasado por nuestro presente. Veamos:
-A través de la Historia todo proceso de invasión, conquista o dominio de cualquier tipo, ejecutado por una sociedad superior en lo militar, económico, cultural, en fin, en lo tecnológico, sobre una más débil se tradujo, a la larga, en un proceso de trasferencia de conocimientos de dos vías y que por tanto introdujo cambios generalmente positivos para los dos bandos. Los interesantes debates acerca de si Cristóbal Colón descubrió, conquistó, o simplemente se encontró con otros seres humanos, son intrascendentes ante el verdadero impacto de su llegada a estas tierras y su significado para la civilización humana y el proceso socio económico que se generó. El periodista y escritor estadounidense Charles Mann, autor de los libros “1491, Una nueva historia de la Américas antes de Colon” y “1493, Una nueva historia del mundo después de Colón”, expresa su punto de vista en el último de los libros mencionados: “Al fundar La Isabela, Colón inició la ocupación europea permanente en América, y al hacerlo inauguró la era de la globalización: el vasto y turbulento intercambio de bienes y servicios que hoy cubre todo el mundo habitable”.
-Cada región poseía sus características geográficas, demográficas y culturales, por lo tanto, los procesos de integración y asimilación, en esos espacios que cientos de años después se constituirían en naciones independientes, no fueron uniformes, ni homogéneos. El historiador argentino Carlos Malamud en un artículo publicado en el diario El Español, en fecha 31 enero de 2014, expresa de Mann: “… Su mensaje, claramente optimista sostiene que más allá de las convulsiones provocadas por este largo proceso, “y en los sufrimientos y los cataclismos políticos causados por esa convulsión”, la globalización ha influido de manera determinante en el complejo proceso del progreso humano. Para bien y para mal, en beneficio de unos y detrimento de otros, desde que Colón desembarcó en una pequeña isla caribeña ya nada sería igual en prácticamente ningún rincón del planeta. Ahora bien, los beneficiados y los perjudicados por este inmenso proceso no siempre fueron los mismos ni se ubicaron en los mismos territorios, ni marcharon en la misma dirección…”.
-Por razones de percepción equivocada, de educación errada o manipulada, la mayoría de la población juzga los hechos del pasado con criterios del presente y comete generalmente un error al pensar que lo que hoy denominamos Venezuela, o México, ya existían para el momento en el cual se produce la llegada de los españoles e inclusive denominan a sus pobladores como venezolanos o mejicanos.
-Nosotros los pobladores de Latinoamérica somos una suma de culturas, un sincretismo, y no podemos avanzar si seguimos con el lastre del pasado y si no asumimos que tenemos una cultura rica capaz de progresar sin límites. Una vez escribí, en tono sarcástico, refiriéndome a los procesos de conquista de los romanos y otros: “…los conquistados en ese entonces, ya desaparecieron de la faz de la Tierra, no pueden levantar pancartas, ni dar declaraciones, ni derribar estatuas, ni cambiar nombres. Imaginen, por un momento, dando continuación a esta línea de pensamiento absurdo, a los Galos, cientos de años después, comandados por unos descendientes de los míticos e imaginarios Astérix y Obélix, encabezando los ataques por la prensa y redes sociales y las manifestaciones en contra de la Roma Imperial, que alguna vez arrasó con su tierra. Y que no me hablen de lo que puede pasar, si alguien trae al tapete lo de los turcos y su Imperio Otomano, o lo de la conquista de la península Ibérica por los musulmanes, etc. Pensar en ello es risible por extemporáneo e ilógico…”
Mangos, hayacas, tamales, parrillas, chicharrones, cebiche, cambures, no sería posible comerlos en América y la salsa de tomate, las papas fritas francesas, el chocolate, el aguacate, pavo y tabaco no existirían en Europa. Escribir ucronías no lleva a ninguna parte.
Jorge Puigbó