Si el gobierno no permite que el ganador de la primaria se inscriba en las residenciales de 2024, el 42% de la población estaría dispuesta a protestar, de acuerdo con la más reciente encuesta de opinión pública realizada por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno (CEPyG) de la UCAB y cuyos resultados fueron presentados este miércoles 11 de octubre en el Foro Prospectiva Venezuela edición especial: Primaria 2023.
Benigno Alarcón, director del CEPyG, al presentar el evento, señaló que las prospectivas no se tratan solo de presentaciones, más bien son un resultado del trabajo que la Mesa de Análisis- un equipo multidisciplinario de la institución que representa- ha venido realizando en los últimos diez años. Esta edición especial se organizó dada la importancia que ha cobrado la primaria en el escenario político nacional.
CNdP: Todo listo para la primaria
Durante su intervención, Roberto Abdul, miembro de la Comisión Nacional de Primaria, afirmó que todo está listo para la celebración del evento electoral del próximo 22 de octubre con 12 candidatos y una data de 20.338.266 electores. Cuentan con 3010 centros de votación en todo el territorio nacional y 5134 mesas, para cubrir 331 municipios (98,8%), 1.102 parroquias (96,8%), para lo cual están habilitados 15.402 miembros de mesa principales y 30.804 suplentes. Todo el material electoral ya está preparado y listo para ser distribuido a los centros de votación.
Advirtió que en la región central del país (Caracas, estados Miranda, Aragua y Carabobo) hay unos 500 centros de votación, mientras que el estado con mayor número de centros es el Zulia, con 340, y los que menos tienen son Amazonas y Delta Amacuro, cada uno con22 centros. En el exterior, están habilitados 30 países y 80 ciudades; y el mayor número de votantes está en Colombia, Estados Unidos, Chile y España. Abdul recordó que el proceso fue organizado con pocos recursos y que espera que todo se realice como está previsto.
Seijas: Ya se logró el principal objetivo
Félix Seijas, director de la firma Delphos y encargado de la realización de la encuesta de opinión pública, explicó que este sondeo se realizó con 1.200 entrevistas cara a cara a nivel nacional y cerró el 10 de octubre.
Dijo que esta encuesta refleja una vez más que con la primaria, la oposición logró crecer nuevamente al despertar en la gente la emoción y la expectativa por lograr un cambio político a través del voto, mientras que el chavismo se encuentra en su peor momento con apenas un 20% de seguidores. Se observa igualmente que 85% de los consultados considera que es necesario un cambio en la conducción política del país y un tercio de esas respuestas corresponden al grupo chavista.
Con respecto a quién es considerado como líder de la oposición en estos momentos, aparece María Corina Machado (VENTE). La disposición a votar pasó de 21,8% en noviembre de 2022 a 67% en junio 2023, y se mantiene ahí. Asimismo, la probabilidad alta o muy alta de votar en la primaria subió de1 1% en noviembre del año pasado a 19,5% en la actualidad. Cuando se consulta sobre la intención de voto, 48,7% escoge a Machado; 8% a Capriles (ahora retirado de la contienda); 2,8% a Carlos Prosperi, y 2,1% a Delsa Solórzano. Se considera, igualmente, que quien gane la primaria debe ser el candidato y líder de la oposición.
Según Seijas, lo más importante es que la primaria ya cumplió su principal objetivo: generar una expectativa positiva de cambio y la creencia de que es posible hacer algo para lograr esa meta.
Briceño León: Dispuestos a dar la pelea
Al profesor Roberto Briceño León, director del Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO), le correspondió abordar el tema de la protesta y cómo lo está viendo la gente en estos momentos. Si bien advirtió que no puede ser profeta, dijo que hay un escenario de escalada del conflicto, lo que no necesariamente se traduce en violencia, por varias razones: hay esperanza de cambio en el país; hay una ruta para poder alcanzarlo y disposición a utilizarlo, que es la ruta electoral; pero además está la disposición a defender la esperanza, dando la pelea.
Pero del lado del gobierno se interpreta la primaria no como juego político, sino como amenaza. La oposición no es vista como adversaria sino como enemigo apátrida.
Señaló que si el gobierno impidiera la primaria, 37,8% de la población estaría dispuesta a protestar; tendencia que es más alta en los sectores de más altos y más bajos ingresos y aumenta entre el grupo de 25 a 34 años. Asimismo, un tercio de la población (35,8%) estaría dispuesto a protestar si el gobierno impide la participación del ganador de la primaria en las presidenciales de 2024. A la pregunta de qué harían en caso de presentarse algunos de estos escenarios, 42% afirmó que estaría dispuesto a “dar la pelea en la calle”, preferiblemente sin violencia, de acuerdo al mismo estudio de opinión, para defender su esperanza de producir un cambio político.
En este caso, es predecible por sus actuaciones en años anteriores, que el gobierno pueda incentivar que la protesta se convierta en violenta. “Con la represión el gobierno intentaría aumentar el peligro y el miedo, reducir la magnitud de la protesta, sembrar el mensaje de que no vale la pena pelear y tratar de controlar al chavismo disidente”.
Alarcón: Se abre el camino a nuevos actores y a un nuevo escenario
El director del CEPyG, Benigno Alarcón recordó que en situaciones como las que vive Venezuela hay que revisar cuatro escenarios básicos: dos extremos ( transición plena o autocratización) y dos medios (militarización o transición tutelada).
A su juicio, antes de ocurrir la primaria, está ya legitimó a un nuevo liderazgo opositor. La idea de organizarse, de recorrer el país para presentar propuestas y generar adhesiones, generó la movilización de la gente, y fue definiendo las preferencias hacia un nuevo liderazgo, que la gente espera que se formalice mediante la primaria. Además, se ha logrado rescatar el interés por lo electoral, gracias a que se puso la organización de la primaria en manos de personas serias.
Hizo énfasis en la redefinición de la oposición, donde ha surgido un liderazgo de relevo, tras el debilitamiento de los liderazgos tradicionales, y la tendencia a reconocer y respaldar un nuevo liderazgo, mientras se incrementa el rechazo a las oposiciones cooptadas (controladas desde el gobierno), e incluso a las moderadas (aquellas que centran su oferta en una transición negociada con el gobierno).
En cuanto al árbol de escenarios electorales 2023-2024, Alarcón dijo que hay tres fichas que tienden a desaparecer del tablero de juego gubernamental: impedir la primaria, la estrategia de fragmentación de candidaturas opositoras y, en consecuencia, la dispersión del voto. ¿Qué le queda entonces al gobierno? Un escenario sin acuerdo político y electoral, sin primarias con el CNE y seguir apostando por la división opositora tras la primaria y antes de la elección presidencial. Y para ello necesita mantener las inhabilitaciones y evitar que se pueda posicionar un candidato opositor que polarice la elección con Maduro, lo que luce cada vez como una jugada menos probable. De hecho, para el director del CEPyG en 2024 el juego se concentrará en la lucha contra la inhabilitación.
“Cerrado el ciclo del Chavismo vs. la MUD, se abre el camino a nuevos actores, como demuestra la misma primaria. En este escenario el gobierno solo puede sostenerse por la fuerza y solo le queda apelar a unos pocos escenarios. El más deseable es el divide e impera, que le funcionó muy bien en 2020 y 2021, pero que pareciera perder efectividad de cara a 2024, o imponer una elección no competitiva con partidos y candidatos inhabilitados para competir, que puede generarle una escalada del conflicto y el desconocimiento de la comunidad internacional”.
Para cerrar, insistió en que el país está entrando en un escenario donde la incertidumbre no es solo para la oposición sino también para el gobierno, que bajo esta circunstancia podría tener mayores incentivos para entrar en una negociación; pero que ello suceda
pasa, inevitablemente, por algún nivel de conflicto que elevaría los costos para el gobierno de intentar mantener el control del poder por la fuerza.