#OPINIÓN Los Diarios de la Zía Nona: Rastros de la Salsa -3- (Parte XXVIII) #9Oct

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A mis tíos Carlos, Teresina, Germán, Evelia y a los Antonio, Maiorino y Carreño, todos en la salsa del paraíso…

El camino… así es”  

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Adagio Mandaloriano

Only Thinks B4U move

Eugene Brown

Es chévere ser grande, 

…pero es más grande ser chévere

Héctor (Pérez) Lavoe

Prefiero hablar con las cuerdas, 

…porque mi idioma es un contrabajo”   

Cachao López (Israel)

“A todo salsero, lo mata una salsera” 

Salseros del mundo

Y tú, loco, loco, pero yo tranquilo” 

Roberto Roena

“Para mí escribir es escuchar, 

…es un acto más musical que intelectual.” 

Jon Fosse 

(Premio Nobel de Literatura 2023)

  • ¿Qué Cosa es la Salsa?

Cuando intuimos al fin que algo había pasado no percibimos que estábamos aprendiendo a comprender. Ciertamente, ello nos sucede a todos todo el tiempo y es insólito que, a pesar de que el proceso acontece antes nuestras narices, no olfateamos su precario mensaje si se quiere husmear en el perfil de una forma rastreable de desarrollo intelectual y emocional. El sumario es invisible y puro. Entonces años pasaron para que los 8 del batey continuaran en el incómodo abandono del olvido. Pero la melodía de cualquier pauta armoniosa tiene la virtud de fundar áreas coherentes que perduran en el brío de la mención perdida, porque los recuerdos musicales se esculpen en el cuerpo, y no en el cerebro. Éste memo yace tras una astucia concreta que afecta el vínculo musical del ser, con su precisión cronológica. Por eso baile y música son dos brazos del mismo organismo referido a un tiempo determinado por la historia vivencial de cada uno.  

La música disuelve el condicionamiento y naturaliza el espíritu del oyente y lo ubica en la cronología histórica. Crece con gran eficiencia la capacidad de sentir aquello imposible de explicar en palabras. En esa simple álgebra está el sortilegio que nos hace soñar en lo inverosímil y traerlo al mundo de lo innegable. De los ritmos que más influyen en el resultado manifiesto está la escuela de la música afrocaribeña, popularmente conocida como salsa

Aquellos que frívolos han conceptuado el término como un absoluto, han sido rechazados espontáneamente por la mayoría de las leyendas del género musical. La vez que le preguntaron al maestro Mario Bauza si la salsa existía, su respuesta fue categórica y hasta burlesca: 

– ¿La salsa? ¿La salsa? No, chico, eso no es serio ¿Quién dijo que la salsa existe? A ver, Fíjate que el otro día vi un casete con un programa cubano que se llama «Mi salsa» y dije: «Ahora sí que estamos jodidos, si hasta allá hablan de salsa…». Pero ¿quién dijo que la salsa existe? Mira, pregúntale a Tito Puente, que él sabe bien de donde salió todo eso, y te va a decir lo mismo, que la única salsa que él conoce es la de los espaguetis… 

Para Willie Colón, un maestro del género, la salsa no es un ritmo, ni un género que se pueda identificar y clasificar: la salsa es una idea, un concepto, un resultado y un modo de asumir música desde la perspectiva de la cultura latinoamericana

La peculiar manera de hablar de salsa la tiene el gran maestro quisqueyano Johnny Pacheco (Pachica). En la entrevista de Leonardo Padura el genio dijo: la palabra «salsa» surge cuando en la Fania empezamos a viajar a Europa. Observé que, salvo en España, nadie tenía referencia de qué cosa era la música cubana, lo que hicimos fue retomarla, y ponerle acordes progresivos y hacer énfasis en el ritmo y destacar ciertos detalles, pero sin alterar su esencia. 

Y como la palabra «salsa», igual que «sabor», o «azúcar», siempre ligada a esta música, no me pareció mal llamarla así. Pero, además, en la Fania teníamos dominicanos, puertorriqueños, cubanos, anglosajones, italianos, judíos, en fin, diversos condimentos como para hacer una salsa, y de esa conjunción salió el nombre, en busca de una etiqueta para agrupar bajo un mismo techo, toda la música que en Europa la llaman tropical. Pero la intención nunca fue robar la música a los cubanos escondiéndola bajo otro nombre, porque siempre he reconocido que la raíz es cubana y que mi escuela estuvo en Cuba. Y la mejor recompensa que he recibido en este sentido fue cuando estuve en La Habana con las Estrellas de Fania y un grupo de los grandes músicos cubanos estaban agradecidos del trabajo porque gracias a nosotros la música de la isla se había seguido oyendo en el mundo entero.

César Miguel Rondón, nacido en Méjico, pero criado en Venezuela, una autoridad del tema, en El Libro de la salsa dice que ésta no es sólo un ritmo y tampoco un simple estilo para enfrentar un ritmo definido. La salsa es una forma abierta capaz de representar la totalidad de tendencias que se reúnen en la circunstancia del Caribe urbano de hoy; pues el barrio sigue siendo la única marca definitiva

En el ínterin hay que obligatorio mencionar a Phidias Danilo Escalona, locutor venezolano creador del término Salsa nacido en la parroquia de La Pastora en Caracas, el 5 de octubre de 1933 (el mismo día del natalicio de Ismael Rivera, pero no el mismo año. Maelo nació en 1931); bautizó los ritmos gestados “en un curioso eje tropical de inéditos linderos: Cuba-Nueva York-Puerto Rico-Caracas”, tal como lo describe Federico Pacanins en su ensayo Salsa en Caracas. Fidias produjo y condujo programas de radio en reconocidas emisoras desde donde acompañó por años al público caraqueño. Escalona falleció el 24 de junio de 1985 y en su honor, (desde el año 2004), cada 5 de octubre se reconoce como el “Día Nacional de la Salsa”, en Venezuela.

  • Consumaciones de la Cosa     

Un día de 1970, se grabó la historia del guerrillero Juan González para el disco De Panamá a Nueva York: Pete Rodríguez presenta a Rubén Blades. Pero desde entonces habían transcurrido veintitrés años decisivos para la cultura latinoamericana, al punto que un «cantante de salsa» pudo aspirar a una primera magistratura o un merenguero a la alcaldía de la ciudad más importante de la República Dominicana, o de que la exclusiva Universidad de Yale concedió becas y diplomas de honor a un director de orquesta que se presentó con un discurso titulado «Salsa, una perspectiva sociopolítica» (Padura dixit)

En la década de los setenta, la salsa no era considerada por las disqueras como un género capaz de importantes entradas económicas, de la forma como hacían, el rock o el pop, pero cuando Siembra (Blades-Colón) comienza a vender millones ocurren cosas como: a) se comprueba que la salsa es rentable como producto a escala mundial; b) se comprueba un potencial importante de público, «across demographics», de gran volumen; c) se destruye el mito que la salsa solo puede apelar a un mínimo grupo urbano que representa al más bajo nivel económico, a una especie de «gueto musical»; y d) se demuestra que ese público no está limitado a países con antecedentes «salseros». (Padura dixit)

  • Las Cosas de la Salsa  

Casi medio siglo después del Festival del Nuevo Circo con las Estrellas de Fania, la salsa fue tomando anatomía de gigante. Y sus anécdotas crearon un contingente ontológico digno de ser exaltado tal como lo crearon con gran luminaria y majestad, el cubero Padura y el criollo Rondón. En esas dos joyas intelectuales se confinan los secretos mejor guardados de la dimensión caribeña y sus infinitas enseñanzas y aprendizajes. Me atrevería a ir más allá en el pasado para comprender el ahora. Porque para comprender cabalmente el ahora, es asunto de escudriñar seriamente el ayer.

No hay mejor manera que exponer la vitalidad del movimiento que en los mismos labios de los intérpretes con sus citas más significativas como fieles relatores de una dimensión que lejos de desaparecer, como se llegó a pensar, ha ido a velocidad luz, tragando fronteras. En los cinco continentes ha viajado la salsa hasta llegar a la India ¿Quién iba a imaginarse a un hindú bailando guaguancó, con un sari enredándole los pasos de baile y un turbante cegándole el bembé? Nadie…

Ahora el ucraniano baila entre bombas y el japonés canturrea salsa sin entender lo que dice. Las cosas se han puesto raras, pero al mismo tiempo emocionantes y hasta jocosas. Y nada mejor que el humor para que el calibre de las cosas aumente. La salsa tiene calibre de obús y alma atómica. Y por tanto crea un cambio climático inverso donde en vez de calor insoportable, el vaporón es de sabor y la irradiación lejos de ser letal es de pura vida como dirían los ticos.

Padura expone las proporciones del fenómeno musical de la salsa, que tuvo repercusiones diversas, musicales, sociales, etc. que causaron menos reflexión y literatura de la esperada para un proceso de aquella magnitud y alcance. Una parte de la valoración se dedicó a descalificarla, como ocurrió por parte de la crítica cubana que reaccionó de la peor manera: acusándola de no existir, tildándola de saqueadora sin méritos del viejo repertorio cubano. 

Solo la llegada a La Habana en 1983 de Oscar D’ León y sus apoteósicas presentaciones en la isla (ningún intérprete del país conseguía algo así) comenzaron a cambiar algo esa perspectiva reduccionista, aunque los músicos cubanos, al margen de los circuitos comerciales del movimiento, mantuvieron por años la postura de la negación y el desconocimiento.

Pero la salsa existía. Su obra estaba ahí. En todo el Caribe hispano los nombres de Rubén Blades, Willie Colón, Cheo Feliciano, Oscar D’ León y los viejos maestros como Tito Puente y la extraordinaria Celia Cruz alcanzaban niveles de popularidad con los que solo habían soñado, en su momento, los grandes ídolos del pasado: Benny Moré, Dámaso Pérez Prado, Ismael Rivera, Arsenio Rodríguez. Los salseros hacían historia, y uno, también; ¡Larga vida a la salsa y el bembé!

MAFC

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