Aunque el último trimestre debe reflejar el estímulo de las utilidades y un pequeño incremento en el flujo de caja petrolero, no se espera un crecimiento sustancial del PIB, suficiente para corregir las caídas relevantes de los meses previos, por lo que el año 2023 podría cerrar, en el mejor caso, cerca del estancamiento.
Revela en su cuenta en X, que el número de transacciones comerciales en el país ha aumentado en los meses de agosto y septiembre, pero el ticket promedio que gastan los consumidores se ha reducido notablemente, por lo que las ventas totales siguen afectadas en comparación al año anterior.
Esto se debe al cambio del consumidor hacia productos y servicios más económicos y en algunos casos a los descuentos agresivos con los que las marcas reconocidas intentan mantener y estimular sus ventas, afirma.
Estima que este promedio no significa que la situación haya sido homogénea en los diferentes sectores y regiones. De hecho, áreas como tecnología, servicios de salud, agroindustria, cuidado personal y servicios generales han aumentado más que el promedio, mientras que algunos como la industria manufacturera, construcción y comercio siguen deprimidos.
Sin embargo, sin cambios sustanciales en la situación externa del país, las expectativas del 2024 son mejores, sustentadas en un aumento esperado de gasto público electoral, que debería impactar positivamente el PIB y el consumo, aunque con riesgos de estímulo inflacionario.
Advierte que los escenarios futuros dependen mucho de los resultados que se siguen negociando en términos de la reinserción petrolera y gasífera de Venezuela. Cualquier flexibilización (formal o informal) en ese sentido representaría un impulso relevante a la actividad general del país, creando escenarios económicos muy distintos.
Por otra parte, un escenario contrario, determinado por ejemplo por una agudización de sanciones y aislamiento contra Venezuela determinaría un escenario de empeoramiento y un cambio estructural de la economía Venezolana hacia su desoccidentalización definitiva, cuyos impactos van más allá del movimiento del PIB y tendrán que ver con una nueva forma y estructura de la economía venezolana, de sus divisas de uso cotidiano, del sistema bancario internacional que le servirá y de sus actores económicos dominantes a mediano plazo.
Asegura que no se están considerando aquí los potenciales cambios políticos, que sin duda tendrían impactos económicos relevantes, pero no estamos viendo en este momento probabilidades reales de cambio político a corto y mediano plazo, por lo que consideramos la situación política como un predeterminado.