La situación de los derechos humanos en Venezuela ha alcanzado niveles alarmantes, como lo revela el más reciente informe de la Misión de Determinación de los Hechos sobre Venezuela del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Este informe documenta una violación sistemática y generalizada de los derechos fundamentales de los venezolanos. La persecución política y la represión de la disidencia política son prácticas comunes. El informe registra numerosos casos en los que se ha acosado, detenido y torturado a quienes expresan opiniones críticas o participan en protestas pacíficas. Esta represión no tiene cabida en una sociedad democrática y no debe ser tolerada.
La política represiva es una manifestación de sus aspiraciones totalitarias que buscan consolidar un pensamiento único entre la población venezolana. Con narrativas falsas y engañosas, buscan respaldo para el modelo corrupto que ha causado la crisis actual, silenciando y persiguiendo a todos aquellos que nos oponemos a sus intereses y denunciamos sus injusticias, con el propósito de mantenerse en el poder. Poco les importa el sufrimiento que le han ocasionado al pueblo venezolano durante más de dos décadas.
La represión política no es la única flagrante violación a los Derechos Humanos que han cometido. La crisis humanitaria compleja que padecemos atropella nuestros derechos fundamentales establecidos en la Constitución. El régimen dejó que el sistema educativo se desmoronara, con escuelas en mal estado, falta de material escolar y maestros mal remunerados. Los niños venezolanos están siendo privados de una educación de calidad, lo que compromete su futuro y el del país, además de las constantes fallas en los servicios básicos que afectan y perjudican el día a día de todos los venezolanos. Y, por si fuera poco, los salarios de miseria son otra dura realidad, con el poder adquisitivo mermado, lo que dificulta enormemente la capacidad de las personas para satisfacer sus necesidades básicas y mantener una calidad de vida digna.
Para cambiar esta terrible situación, es imperativo un cambio político que restaure la democracia en Venezuela. La protección y promoción de los derechos humanos son fundamentales para construir una sociedad justa y equitativa, y esto solo será posible si se retoma el camino de la democracia y se establecen instituciones que trabajen en beneficio de los venezolanos. Es nuestro derecho vivir en un país donde podamos expresarnos sin temor a amenazas, sin la constante angustia de ser perseguidos o encarcelados por buscar una nación mejor. Solo a través de la diversidad de ideas y el debate abierto podemos encontrar las mejores soluciones para reconstruir a Venezuela en beneficio de todos.
La amplia mayoría de los venezolanos llevamos en nuestro corazón un fervor democrático que nos impulsa a resistir cualquier intento de autoritarismo. Hoy perseveramos en nuestra lucha para restituir la libertad y los derechos de todos los ciudadanos. La protección de los derechos humanos no es negociable y debe ser una prioridad en nuestro camino hacia un futuro mejor y más próspero para todos. Sin importar las amenazas y los atropellos, no vamos a dejar de trabajar por Venezuela. Seguiremos ocupando todos los espacios posibles para reconstruir al país, para enmendar el tejido social y hacer ciudadanía.
Stalin González
