El papa Francisco retó este sábado al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y a otros líderes europeos a abrir sus puertos a quienes huyen de las dificultades y la pobreza, e insistió en que el continente no enfrenta una “emergencia migratoria», sino una realidad a largo plazo que los gobiernos deben abordar con humanidad.
En su segundo día en la ciudad portuaria francesa de Marsella, el pontífice se dirigió a los países europeos que han tratado de cerrar sus puertas a los migrantes y trató de ponerlos en evidencia, animándoles a responder con caridad. Dijo que los migrantes deben tener caminos hacia la ciudadanía y que el Mediterráneo, que tantos cruzan para tratar de llegar a Europa, debe ser un faro de esperanza en lugar de una tumba de desesperación.
“Permitámonos conmovernos con las historias de tantos de nuestros hermanos y hermanas menos afortunados que tienen derecho tanto a emigrar como a no emigrar, y no nos cerremos en la indiferencia», dijo el papa a Macron y a otros en el centro de convenciones de Marsella donde se celebra una reunión de obispos católicos de la región mediterránea.
El Mediterráneo “clama por la justicia, con sus orillas que, por un lado, exudan opulencia, consumismo y derroche, y por el otro, pobreza a inestabilidad”.
“Frente a la terrible lacra de la explotación de los seres humanos, la solución no es rechazar, sino garantizar, en la medida de las posibilidades de cada uno, un amplio número de entradas legales y regulares”, añadió.
Francisco visita la ciudad del sur de Francia en momentos que el gobierno de ultraderecha de Italia reacciona a una nueva ola de llegadas, amenazando con organizar un bloqueo naval a Túnez y con acelerar las repatriaciones. El ejecutivo francés, por su parte, ha reforzado las patrullas fronterizas para impedir el paso de migrantes desde territorio italiano.
Macron saludó a Francisco en un paseo con vistas al puerto antiguo de Marsella y lo ayudó a entrar caminando al Palais du Pharo. Al lado de su esposa, el mandatario escuchó cómo un joven voluntario italiano que trabaja en Grecia y al obispo de Tirana, Albania, quien huyó de su país durante el gobierno comunista, hablaban del recibimiento que tuvieron en el extranjero.
Macron y Francisco mantuvieron después una reunión privada en un aparte de la cumbre de obispos mediterráneos. El Vaticano ha subrayado que esta no es un viaje oficial al país, sino una visita a Marsella, en línea con su negativa a acudir a los centros europeos del catolicismo antes de ir a comunidades más pequeñas donde la Iglesia es minoritaria o enfrenta complicadas situaciones sociales.