Por: Alexis Bonte
Representante de FAO Venezuela
Cada 18 de septiembre se celebra el Día Mundial del Bambú, para destacar la importante contribución de esta planta a la restauración de tierras, la conservación de bosques y la protección de la biodiversidad y de los ecosistemas, cuencas hidrográficas y medios de vida rurales que cada vez más se han visto afectados por la degradación de la tierra y la desertificación.
El Bambú es una planta milenaria, considerada una de las materias primas de origen vegetal más útiles y versátiles que existen en el mundo, por lo que se conoce también como el “acero vegetal”. Posee más de 1.000 usos diferentes en campos tan variados como la medicina, la conservación de alimentos, la construcción, la artesanía, la industria textil y hasta la producción de biocombustibles. Por lo demás, se ha convertido en los últimos años en un cultivo de relevancia mundial en el ámbito forestal.
Alrededor del mundo, millones de personas tienen como medio de vida el manejo de esta planta, que también destaca en la producción de biomasa, ya que cuenta con un rápido crecimiento y reproducción, convirtiéndola en una solución práctica y económica para el desarrollo sustentable de comunidades ecológicas. Esta planta perteneciente a la familia de las gramíneas (como los cereales: avena, maíz, trigo y arroz), los forrajes, la caña de azúcar y otros pastos, ha demostrado que puede proporcionar valores de servicios ecosistémicos significativos a nivel local y mundial mediante un uso sostenible, generando madera, energía, alimentos, forraje, ingresos económicos y fortalecimiento a los pequeños agricultores.
El bambú es un recurso asombroso, con un potencial único para abordar los desafíos globales. Crecen localmente en algunas de las comunidades más pobres del mundo, tienen muchos usos, proporcionando una amplia gama de productos sostenibles, opciones de medios de vida y servicios ecosistémicos. Si se puede aprovechar el potencial del bambú, las zonas más pobres del mundo estarán más cerca de lograr sus ambiciosos objetivos de desarrollo, clima y medio ambiente, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas.
Accionar en los ODS
De acuerdo con la Organización Internacional del Bambú y el Ratán (INBAR), este cultivo es capaz de contribuir al logro de los ODS:
1 (Fin de la Pobreza), El bambú constituye una importante fuente de sustento para millones de personas, especialmente en las zonas rurales.
7 (Energía asequible no contaminante), El bambú puede ser una fuente de energía sostenible, escalable y renovable, que elimina la presión sobre otros recursos forestales.
11 (Ciudades y comunidades sostenibles), El bambú es fuerte, flexible, ampliamente disponible y asequible, y se ha utilizado como material de construcción durante miles de años.
12 (Producción y consumo responsable), El bambú se puede transformar en una amplia gama de productos y materias primas bajas en carbono, reemplazando todo, desde plásticos de un solo uso hasta acero.
13 (Acción por el clima), Con el tiempo, las plantas y productos de bambú pueden almacenar más carbono que ciertas especies de árboles. El bambú también es una fuente de ingresos resiliente para las comunidades vulnerables al clima.
15 (Vida de ecosistemas terrestres) El bambú es una parte importante de los ecosistemas biodiversos y pueden ayudar a proteger los bosques en los que crecen.
En el país
En Venezuela, el problema de la deforestación se ha traducido en la sobre utilización del patrimonio forestal y la depreciación del potencial biológico con la extinción de especies de flora y fauna silvestre, el empobrecimiento del suelo, generando condiciones de desequilibrio de la mayoría de los complejos ecosistémicos del país. Esto ha evidenciado la degradación de las cuencas hidrográficas y el medio ambiente; con impactos perjudiciales en el entorno de la vida en varios territorios del país.
En los últimos 20 años a nivel nacional, se han promovido y desarrollado importantes poblaciones de bambú para potenciar el desarrollo económico de manera localizada en el país. Visibilizar y fortalecer este tipo de iniciativas, tributaría en buena medida a transformar los sistemas alimentarios en el país, ofreciendo alternativas para mejorar los medios de vida de las poblaciones rurales, generando nuevas fuentes de empleo e ingresos, garantizando la fertilidad de los suelos, la disponibilidad de agua y el aumento del carbono orgánico del suelo, proporcionando beneficios a largo plazo en cuanto a la adaptación y a la mitigación del cambio climático, la biodiversidad y la mejora de las funciones y los servicios ecosistémicos.
El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021 – 2030 llama a proteger y recuperar los ecosistemas a escala mundial, en beneficio de la humanidad y la naturaleza y poner fin a la degradación de los ecosistemas y restaurarlos para cumplir los objetivos mundiales. Aquí es donde el bambú puede constituir un elemento que puede ayudar a recuperar y proteger los ecosistemas vulnerables, convertirse en una alternativa baja en carbono a la madera y otra biomasa como fuente de energía para cocinar y calentar y puede ser una fuente importante de combustible que mitigue la deforestación y la degradación ambiental.
Alexis Bonte
Representante de FAO Venezuela