Simón es el nombre de la película que representa a los millones de venezolanos que se han visto forzados a emigrar buscando mejores oportunidades de vida. Son múltiples las causas que motivan a mujeres y hombres de Venezuela a salir de su país, una de ellas es la persecución política, que vendría a ser la razón que privó en ese joven estudiante que le da nombre a este largometraje, que se está imponiendo internacionalmente en las salas de cines, como una síntesis que permite conocer los estragos que produce en Venezuela la dictadura que hoy encabeza Nicolás Maduro.
Pudimos ver la presentación del film dirigido por Diego Vicentini (y el muy sentido orgullo de sus amantes padres!) y no nos quedó la menor duda, de que se trata de una fiel memoria de la lucha que por más de 23 años, venimos dando los venezolanos dentro y fuera del territorio nacional. Es una extraordinaria película en cuyas acciones se plasman las ilusiones, la indignación, los padecimientos de cárceles, la aplicación de torturas y los procedimientos crueles que buscan la rendición de las víctimas y como colofón, las incursiones en el exilio.
En 90 minutos, Diego Vicentini explica en su guión, las razones para protestar y arriesgar si es preciso, la propia vida, tal como lo hicieron miles de jóvenes que salieron a las calles del país, protegiéndose apenas con escudos artesanales de cartón. A lo largo de la película se reafirman las convicciones que indujeron a esos jóvenes a asumir tal desafío, y se busca explicar en los diálogos virtuales sostenidos de Simón con los compañeros que se quedaron en Caracas, y los encuentros personales con Chucho y con Joaquín, la forma como se reprimen y superan los sentimientos de culpa y se despejan los arrepentimientos.
El rol del exiliado Simón, magistralmente encarnado por Christian McGaffney, trata de procesar las dudas de sus compañeros de lucha y produce, junto al resto del elenco, con sus actuaciones, una explosión de emociones que tiene su mayor epicentro en el abrazo del perdón y la reconciliación entre Simón y Joaquín. La actuación espectacular de Franklin Virguez, por quien sentimos tanto afecto y admiración, me hizo estremecer recordando a los esbirros de la tiranía a los que tantas veces vi de frente, en esos episodios en los que mi esposo, Antonio Ledezma, era detenido y sometido a una injusta prisión que se prolongó por más de mil días. Precisamente el segmento de ese abrazo entre Simón, que había sido delatado por su compañero de luchas, Joaquín, me estremeció a más no poder la memoria, reviviendo el abrazo en Boston, en el que nos fundimos para dejar atrás remordimientos y culpas entre el Tte. Coronel José Gustavo Arocha y yo. El oficial Arocha había sido apresado y torturado en La Tumba y fue tanta la crueldad, que lo obligaron a firmar una declaración anticipada en la que involucraba a Antonio Ledezma a quien ni siquiera conocía, en una conspiración inexistente.
Hechos que habiéndolos vivido en carne propia, ¡jamás nos dejan indiferentes!
Por ello y por mucho más, ¡es una película que no puedes dejar de ver!
Mitzy Capriles de Ledezma