Como siempre hoy leí el artículo del licenciado José Leonardo Padrón Bastardo, soy uno de sus fans y sus artículos no tienen una fracción de segundo de pérdida, este inteligente escritor, sobrado de talento y se hace sentir en el planeta de los lectores con respeto y admiración por su buena pluma, aplomado criterio y seriedad que lo caracteriza y por tal es leído y escuchado.
El artículo que le dedico a José Leonardo Padrón Bastardo, muy triste y conmovedor, pero ajustado a la realidad de nuestra nación, vivencia innegable de la situación país o situación actual que no nos escapamos quienes hemos vivido una vida decente, que conocemos a fondo la diferencia entre el ayer y el hoy, donde un sueldo para que una familia viviera decentemente holgada, sin apuros y mucho menos dolor y tristeza, siendo su salario mensual de $2.311,00 dólares, léase bien DOS MIL TRESCIENTOS ONCE DOLARES, hoy reducido a $23,00 dólares, ni para alimentar a un perro o a un gato, con razón el Licenciado Padrón expresa una desolación evidente y contagiosa haciendo reverencia a aquello que relata que la tristeza mata más rápido que la peor bacteria y tiene suficiente y múltiples razones el señor Padrón como buen y honesto Venezolano al expresarse así de esas miserias y sentir tristeza al ver al país más rico y hermoso del mundo con un alto porcentaje de sus hijos en esa paupérrima situación y desgracia, como campesino que fui y creo que todavía lo soy, comparto el artículo de mi admirado escritor Leonardo Padrón ya que tengo mucha experiencia en lo que respecta a la pobreza, varios doctorados, diplomados y pH en la materia, porque lo he vivido y sufrido en carne propia y tengo más edad que Padrón, pero como me acostumbre a vivir y alimentarme del amor, de la admiración y en ver el santo donde está el pecador, a fuerza de golpes y porrazos con la ayuda de Dios y con mi gran voluntad y esfuerzo con mis manos limpias jugué mi juego sin careta y sin mascota, a trancazo limpio llegue junto con mis hijos a cinco estrellas, sin olvidar aquella vida de carencia, ni mucho menos la pobreza, aquella escasez que me agobiaba, pero con la gran fe y esperanza de salir del gremio de la miseria y vivir cinco estrellas sin que el ego me dominara, esta parte favorable la disfrute hasta el año 2000, tratándome de blindarme de ser igualado hacia abajo, pero a esta edad me acompaña es la ambición o el deseo de superación y no la avaricia o la codicia, porque también Dios me dio el valor de superar las tentaciones y el convencimiento de que dar y ayudar al que necesite no es parte del deber sino parte de la felicidad.
Leo todos sus artículos con una voluntad inquebrantable de alumno y como soy autodidacta, lector apasionado y usted es de los escritores favoritos, lo leo con mucha atención porque siempre me deja bastante a este entrometido del mundo de las letras que me hace sentir ocupado, apasionado y participativo y como mi columna de hace muchos años se llama Reflexiones en Positivo debo alimentarme del amor y la admiración, hablar bien hasta de los malucos, porque pienso que es menos nocivo para la salud y combatir la tristeza sin olvidar situación país y la incertidumbre nos agobia, también siento nostalgia y puede estar seguro que he visto casas y cosas más dolorosas que usted, lo he visto cerquita y he derramado lágrimas ante tanta gente; gente que uno no tienen la capacidad de poderles calmar su melancolía y dolor por lo que están pasando, pero no hay que perder la fe, sabemos que estamos pasando por un camino espinoso, malo y culebrero, pero algún día de la esperanza y más temprano que tarde el Espíritu Santo nos indicara el camino del bienestar para todos.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
Jose Gerardo Mendoza Duran