La semana pasada nos referimos al problema que significa la enorme cantidad de presos políticos, civiles y militares. Tuve una desviación relativa a mi caso personal. Nunca lo había tocado públicamente, entre otras cosas, porque muchos están peor que yo, han sufrido más y no me gusta hacerme la víctima en medio de las circunstancias actuales.
Pero el tema de los presos no pierde vigencia. Se agrava. En la relación oficial no se hace mención de los arrestados o detenidos en los cuarteles y otros centros de actividad militar. La mayoría sin procesos previos. Su situación depende de la voluntad o capricho del superior. Crecen a diario, como también crecen las deserciones o abandonos voluntarios de efectivos hartos de lo que están viviendo. Poco a poco las cosas se van conociendo y el rechazo a cuanto sucede avanza.
Como si el tema anterior fuera poca cosa, el país está completamente a la deriva. El régimen existe para reprimir, amenazar, para tratar de paralizar la acción del ochenta por ciento de compatriotas que lo rechazan mediante acciones que generan miedo, hasta pánico, en general y para con no sé qué tipo de negociaciones dividir al sector político para conservar el apoyo de los llamados “alacranes” y detener el avance indetenible de María Corina Machado que, según todos los indicadores, deberá obtener una gran victoria en la Primaria convocada para el próximo 22 de octubre.
Pero en todo lo demás, me refiero a lo verdaderamente político de altura, a lo económico, a las distintas facetas de lo social, a las relaciones internacionales entregándose en manos de adversarios históricos y atacando permanentemente a Estados Unidos y a los países de la OTAN que lo acompañan. No me refiero sólo a Cuba, cuya relación con Maduro es harto conocida, sino también a los nuevos factores como Rusia, Irán y otros entre los que en menor grado podemos mencionar a China.
No me gusta hacer comparaciones con el pasado. Tampoco invocarlo para criticar lo actual, pero en indiscutible que antes de esta barbarie se vivía mucho mejor. El solo dato de los cerca de ocho millones de compatriotas que han abandonado el país es suficiente para demostrarlo.
El caso es que Venezuela se ha convertido en un objetivo político importante para países y movimientos que no creen en la vida en libertad y democracia. Por su situación geográfica a la cabeza de América del Sur y con un territorio lleno de riquezas naturales por reexplotar como el petróleo, tierras privilegiadas para la agricultura y la cría, emporios industriales como los de Guayana y paremos de contar. Los nuevos y viejos socios del régimen saben lo que quieren, pero no saben cómo hacerlo. Y el régimen…ni se diga.
Hay que darle un rumbo cierto y claro al país. Ya basta.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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